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jueves, 31 de julio de 2014

CRÍTICA TEATRAL A LA OBRA PARTIDA REAL



Casi en la esquina de México y San José, se puede ver asomar la entrada al teatro Calibán. Ya al haber pasado la puerta se extiende un pasillo antiguo, y esas escaleras de mármol que suelen tener olores a historia. Bien al fondo está el portón amarillo que anuncia “CALIBAN”, al entrar, un lugar muy grande, reciclado, alberga la disposición para que el teatro te abrigue.  
Partida Real es una historia de 5 loquis que están internados en un hospital, y piensan en lo que puede ser la vida afuera. Se quieren escapar, pero la autoridad dentro de un hospital, no parece tan animada como afuera.  
Un paredón platinado, y una escalera que los invita a cruzar de lado.  
Cada personaje se destaca en su límite, y un cuerpo hecho de goma espuma y tela decapitado, espera, en el centro de la escena.  
Los desbordados bailan, corren, gritan, repiten, y se acercan al cuerpo mitad hecho, como si se acercaran a algún Dios, o a algún receptor de todo eso que quieren decir. Llevando sobre sus hombros cada cual, su particularidad entregan la razón de la propia lógica desigual a la espera de algún “otro” que comparta su compasión.
Quizá este cuerpo sin la cabeza bien puesta pueda confiar mas en ellos que las personas que los marginan por imponer su mundo fantástico por sobre el real.  
Partida afuera, partida adentro, cartas de truco vuelan, cigarrillos se pasan y las risas siguen brotando.
Esto es un drama. Pero sí que se ríen.  
De pronto otro cuadro.  
Uno de los internados, el que parecía más contento de todos (seguramente por sus ojos a medio abrir, su sonrisa permanente, su ternura filosa) de pronto  se aparta. Se sienta en la mesa, y enciende el televisor.
Un partido de fútbol. Un documental de monos.
Un partido de fútbol. Un documental de monos.
Un partido de fútbol. En el amor, son once jugadores.
Once.
Y para comer, en esta casa, la cena tiene horario.
Él mira la tele, la mujer que aparece trata de llamar su atención. Si no activa, “en 48 horas se la pone otro”.
Y aparece el otro. Y el otro quiere un nombre. Y trata de ponerla, y no puede porque ella tiene muchas ganas. Y de pronto el hombre se levanta y pregunta. 
¿Y que pasa si yo…?
Y luego entra la hija. Y le dice que es hermoso. Y luego las pastillas. Y el hombre, que mira

Fantasía

Él mira la tele, la mujer que aparece trata de llamar su atención. Si no activa, “en 48 horas se la pone otro”.
Y aparece el otro. Y el otro quiere un nombre. Y trata de ponerla, y no puede porque ella tiene muchas ganas. Y de pronto el hombre se levanta y pregunta.  
¿Y que pasa si yo…? 
Y luego entra la hija. Y le dice que es hermoso. Y luego las pastillas. Y el hombre, que mira, entristecido. 
Tiempo  

Él mira la tele, la mujer que aparece trata de llamar su atención. Si no activa, “en 48 horas se la pone otro”.
Y aparece el otro. Y el otro quiere un nombre. Y trata de ponerla, y no puede porque ella tiene muchas ganas. Y de pronto el hombre se levanta y pregunta.  
¿Y que pasa si yo…? 
Y luego entra la hija. Y le dice que es hermoso. Y luego las pastillas. Y el hombre, que mira, cada vez más triste. 
Realidad
Las palabras son capaces de construir un mundo de reglas íntimas, permanente hasta el día en que se pone en duda -si la salud ilumina- su veracidad; renovando así el mutuo acuerdo entre nuestro cuerpo y nuestro espíritu.
Son capaces de atarnos a nosotros mismos, más aún cuando la impotencia se lleva prendida al aparecer, por completo, la fe.
Nunca puede perderse la fe, la fe no se elige. Y cuando ésta, exige caminar un sendero que está prohibido por todo sentido común, la fe llora, con el hombre que presenciaba la escena en repetición.  
Me gusta como jugaron con el espacio, y el trabajo de los actores estuvo muy bien.
Es una pieza que camina la cornisa de lo que no se puede hacer, algunos momentos son fuertes, y la historia está fragmentada y dispersa, justamente la realidad y lo que no condice bailan una mezcla constante, y la confusión se vuelve parte también del afuera. Aturdida un poco, ésta obra sigue enviando mensajes sublimados (¡qué ganas de decir subliminales!) aún pasados uno, dos, un par de días.
Once al terminar.
¿Creer o reventar?


"Partida Real" de  Norman Briski.
Dirigida por Juan Washington Felice Astorga.
Actuan:Luis Flores, Veronica Oris de Roa, Rita Miranda, Ezequiel Gomez, Agustin Dieguez,Mariana Di Nucci, Claudio Barraza, Diego Diaz y Valeria Re.
domingos a las 19 hrs Teatro CALIBAN México 1428 
Crítica realizada por Laura Beraldi

miércoles, 30 de julio de 2014

ENTREVISTA LITERARIA A LA ESCRITORA MARIA BELÉN AGUIRRE




LLTV: ¿Podrías mencionar los tres libros más importantes que hayas leído, o que mayormente te hayan constituido como persona? 

MBA: Más que de libros, yo hablaría de obras como verdaderos universos autosustentados. Esto implica que mi repuesta no abarcará necesariamente un libro por autor, sino todos los libros (incluso los que técnicamente no integran) el mundo ficcional propuesto por mis autores favoritos.
 
Hecha esta aclaración, diré que en mi caso los autores que me constituyeron o marcaron fuertemente son  Arlt, Onetti y Proust, en ese orden. De ellos rescato esa concepción holística de la creación, esa admirable capacidad para concebir algo más grande a partir de una idea, esa exploración –se diría- metódica de lo que, sin embargo, se sabe inabarcable: la condición humana (Arlt), el espacio (Onetti), el tiempo (Proust).  Y que decididamente emparentan en primera línea a estos escritores de ficción con los del campo del pensamiento filosófico.   

De Arlt puntualmente, admiro la aplicación -como estrategia narrativa- del esquema hegeliano de tesis, antítesis y síntesis. Y el profundo respeto y libertad que conlleva el gesto de reservar al lector la operación de la síntesis.  Cara y cruz, anverso y reverso para personajes igualmente queribles. Pero la síntesis también como una tercera opción, una tercera campanada en la postulación de la complejidad humana.  

 De Onetti admiro la literalidad del espacio como base de la estructura narrativa. Santa María,  esa maqueta en cuyas casas, instituciones, astillero, prostíbulo, comisaría, glorieta, calles, etc., se desenvuelve la vida de seres cuya apatía semeja -preocupantemente- a la de cualquiera de nosotros, tomados al azar  en cualquier  día del almanaque.  Y en ese contexto de abulia extrema, obviamente el amor, el crimen y el pensamiento falaz, constituyen la sal de la vida. 

De Proust admiro el recate de la memoria. La conciencia del valor constitutivo del pasado y, más aún, su eterna contemporaneidad.  La minucia del recuerdo, la reconstrucción como herramienta de aprendizaje de sí, de uno mismo. Y lo banal cotidiano como ornamento de la intrascendencia o de la evasión de sí. 

De los tres, la vocación gestáltica, la construcción de universos simbólicos, en donde el recuerdo ajeno deviene propio por acción de la avezada empatía de la pluma. 

LLTV: ¿Último libro que leíste? 

MBA: El último libro que leí es "El fideo mas largo del mundo", de Bernardo Jobson, perteneciente a la colección Los recobrados, a cargo de Abelardo Castillo (Ciudad Intelectual, 2008). Un libro de relatos en el que nuestra argentinidad es magistralmente caricaturizada.  Todo eso que somos; y que por igual puede mover a la hilaridad como al desprecio, pasando por la conmiseración; todo en simultáneo, porque así de controvertidos somos.  

De este libro se han dicho muchas cosas, casi todas vinculadas al humor. Pero a mí me parece importante destacar que así  como en  Onetti el escepticismo es el tono, aquí el humor no es más que un señuelo para hablar de cosas realmente afligentes: la homofobia y el racismo del pueblo argentino, la discriminación de clases,  la viveza criolla y su prima hermana la mediocridad, etc. 

LLTV: ¿En qué circunstancias escribís? 

MBA: Escribo cuando estoy bien y cuando estoy mal. Escribo cada vez que me lo permito, y cada vez que puedo. No siempre es placentero el momento que precede a la escritura, pero una vez que comienzo (por  más que la temática me resulte dolorosa) disfruto mucho de hacerlo. Ahora estoy aprendiendo algo nuevo, estoy aprendiendo a disfrutar de los momentos en que no escribo. A no condenarme por no estar haciéndolo, a permitirme el recreo mientras voy -como diría mi amigo, el poeta Pablo Albornoz- mirando el mundo con el millón de ojos del poeta insecto. (Dixit: “poeta insecto/ con tu millón/ de ojos/mirando”). 

LLTV: ¿Qué libro te marcó algo para siempre y por qué? 

MBA: Un día un amigo me prestó la novela "El dueño del secreto", de Antonio Muñoz Molina (España, 1994). Hay obras que sinceramente pueden cambiar la vida de una persona. Esta a mí, por ejemplo. La novela narra la historia de una revolución frustrada. Un grupo de intelectuales planea un atentado contra el dictador Franco. Entre los miembros, hay un muchachito que para la época de las reuniones (en las que oficia de mecanógrafo, rol que uno de los hombres le asignó en un gesto de confianza) comienza a noviar con una chica maoísta. Para demostrarle su hombría y a fin de afianzar en ella cierta imagen de poder (las mujeres suelen ser muy sensibles a esas bobadas) comete la más imperdonable de las acciones: la infidencia. Le cuenta el plan. Como reguero de pólvora, la idea corre y llega a oídos de Franco, quien desbarata todo para perjuicio de la sociedad española. Mucha sangre corrió a causa del imberbe. Si Nietzsche la hubiese leído, seguramente habría dicho que la fortaleza destructiva procede de los débiles. Creo fervientemente que la buena literatura alcanza -quiéralo o no- el carácter de una alegoría. 

Esta novela me hizo reflexionar sobre el valor que cada uno de nosotros posee (sea cual sea el lugar que ocupamos en el entramado  social), sobre nuestra profunda responsabilidad en el presente y el impacto de nuestros actos en generaciones y generaciones futuras. Es para mí ciertamente una novela política, una novela sobre el poder, pero sobre la materia prima del poder, esto es: el hombre pensante. Una obra que exhorta al individuo a propender a la objetivación de la propia subjetividad (de ninguna manera  a su anulación) en pos de un objetivo que nos exceda: el Bien común,  y en detrimento del egoísmo cortoplacista. 

LLTV: ¿A qué personaje de qué libro invitarías a tomar un café, y por qué? 

MBA:  Si tuviera que invitar a algún personaje a tomar un café, invitaría (pero seguramente querría tomar té de ortigas), a Emilia, la santa pagana de "Teorema", de Pasolini. La invitaría a ella porque la experiencia de la santidad (sin el merchandising y  la consabida explotación mercantilista que lamentablemente se ha  hecho de la fe), me interesa como fenómeno extraordinario,  desde adentro. Me gustaría conversar con ella sobre eso. Saber cómo se sobrelleva un don de esa naturaleza; saber qué se siente; saber si hay vértigo en su levitación sobre las chozas en las afueras de Milán;  preguntarle por el porqué de su auto-inmolación; preguntarle por el Huésped; por Dios; por los milagros; por el efecto que en su sensibilidad provoca el escepticismo de los intelectuales. 


 

LLTV: ¿A qué personaje de qué libro invitarías a comer en tu casa dispuesta a divertirte y pasar un buen momento, y por qué? 

MBA: De mi casa le abriría las puertas de par en par a Yuna, la protagonista de "Las Primas", de Aurora Venturini; y si fuera posible, a la Venturini misma, a la de "Los Rieles" (ella es ahí un personaje de autor, que es cuando un escritor se pone así mismo en escena: Pensemos, por ejemplo,  en la niña César Aira de "Cómo me hice monja”).
 
A Yuna la amo demencialmente, creo que merece plenamente el calificativo. Yuna es una jovencita que padece un extraño retardo mental, extraño porque gracias precisamente a la  suspensión de la racionalidad limitante, puede ser -como lo es- una verdadera genia, que halla en las artes visuales un canal para su enorme talento y creatividad. En ella, es el Arte lo que le permite superar el amargo escollo de su familia, compuesta por un padre ausente, una madre frustrada y en extremo escéptica, una hermana minusválida condenada a una silla de ruedas, que un buen día es violada y embarazada de otro monstruo, una prima enana que ha hecho del ejercicio del sexo oral su segura fuente de ingresos. 

Me gusta ella. Tal vez porque me gusta pensar en el Arte como un salvamento en el in medias res de la vida.  

LLTV: ¿Recordás haberle leído a alguien en voz alta alguna vez, haber sostenido una lectura compartida? 

MBA: Por mi trabajo en la Biblioteca Parlante Haroldo Conti, que -se diría- es una derivación natural de mi gusto por la lectura en voz alta, te diré que sí; que muchas -sino todas las veces- mis lecturas son en voz alta. Le leo a mi madre, mayormente. A ella que es muy receptiva de mí, de mis andanzas. Soy una persona sumamente sedentaria, salgo poco de mi casa, que es donde trabajo 24 horas al día; y, en general, mis aventuras casi siempre están vinculadas a mis lecturas, al efecto que ellas causan en mí. En mi caso todos los caminos conducen a esa Roma que es la Literatura. De modo que mi madre ha encontrado -o se ha resignado-  a que el grueso de nuestras conversaciones versen sobre mis lecturas del día y la noche anterior. Hablamos de los personajes como de los miembros de nuestra propia familia. Es así. 

Pero también he compartido enriquecedoras lecturas con poetas, gente más grande que yo, o de mi generación; me siento particularmente a gusto con los mayores. 

 
LLTV: ¿Recordás qué libro te generó muchísima expectativa y te defraudó en la misma o mayor proporción? 

MBA: No hay ninguno en particular que me haya defraudado. Pero sí muchos en general. Me pasa incluso con libros que me gustan; de repente descubrir elementos que no me convencen. Casi siempre cuando el autor invade el sagrado territorio del lector, violando su domicilio, imponiéndole su interpretación sobre los hechos narrados o poetizados. No soporto eso. No soporto la tiranía en ninguna de sus vertientes.  

Apuntaría además como una crítica a las producciones contemporáneas, la general ausencia de éxtasis en la escritura. Mi compañero Gabriel Amos Bellos hablará de anorgasmia. En ambos casos estamos queriendo decir lo mismo. Y no es que lo apolíneo se haya apoderado de lo dionisíaco; es que estamos en presencia de producciones que por contemporizar lo racional con lo visceral, terminan por no ser ni "chicha ni limonada", como decimos en el norte. Insulsos textuales que ni colman el alma ni colman el intelecto.  

LLTV: ¿ Manías al leer? (Subrayar, fosforescente…etc) 

MBA: Mi más grande manía se ha transformado en mi trabajo: Leer en voz alta, incluso cuando estoy sola. Después, te diría que subrayar esas frases que aún separadas del resto del texto funcionan como iluminadoras sentencias apotegmáticas, a la manera de satoris. Cuando era chica me divertía leer a Borges así, buscando en sus cuentos la voz del sujeto de la enunciación, diciendo cosas trascendentes del tipo: “Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en el que el hombre sabe para siempre quién es”. ("Biografía de Tadeo Isidoro Cruz", por ejemplo). 

Si no tengo una lapicera a mano, le doblo un poquito la esquina de la página. Y mi reto después es encontrar -entre los párrafos- el tesoro escondido. Pero, en general, me gusta hacer anotaciones en los márgenes, cual glosador o post glosador romano, eso más que nada cuando lo que intento es detectar tópicos en la escritura.  

Me hiciste recordar (uno no puede escapar fácilmente de la Literatura), a un personaje de "La causa justa", una extraordinaria nouvelle de Osvaldo Lamborghini: el tipo era linotipista, y su gran debilidad era subrayar los libros. No entendía nada de lo que leía, "pero sus subrayados eran perfectos", dice el libro. 
 
La mayoría de los libros que integran mi biblioteca han sido comprados en librerías de usados. Aquí en Tucumán hay una mítica librería llamada Los primos. El caso es que una de las cosas que más disfruto de los libros usados es descubrir esos subrayados, que es como estar espiando el alma del lector que me ha precedido. Una forma de voyeurismo textual (risas). 

LLTV: ¿Qué cosa es lo que más te sorprende de la humanidad? 

MBA:  En todo éste último tiempo he estado pensando mucho en el "Ferdydurke", de Gombrowicz; autor de cabecera para mí. Tanto en ésta como en sus otras dos novelas "La Seducción" y "Cosmos", podría advertir un común denominador: El fenómeno de la puerilización (con toda su  fuerza polisémica) del mundo adulto.  Un tratado sobre la inmadurez, pero también sobre las formas, sobre la inautenticidad de las formas, las formas como herramientas de sujeción, creadas por las instituciones para garantizarse el dominio del individuo. La batalla del hombre contemporáneo es, sin dudas,  la batalla contra las formas. Cómo escaparle a las rejas de una cárcel a cielo abierto construida por lazos sociales de los que difícilmente  podamos prescindir. Las cárceles sin rejas de las relaciones amorosas, académicas, artísticas, laborales, etc.
 
Europa ha dado al mundo a escritores clarividentes como Kafka, Joyce y Gombrowicz. Cada uno a su manera ha reflexionado sobre el hombre moderno y la supresión de su libertad. Las formas imponiéndose incluso en el ámbito de las artes, son más peligrosas que cualquier guerra, porque la imposición es silenciosa, consentida, avalada y rubricada por el propio sujeto dominado. De este civilizado modo, las exógenas formas van minando la voluntad creadora de los artistas y, en consecuencia,  la de los degustadores de arte;  porque va moldeándose al son del esnobismo de la crítica de arte; porque va serializando a los artistas hasta destruir todo lo que de artista quede vivo en ellos.

Volviendo a Ferdudyrke, un buen día Pimko, un maestro de escuela, ingresa muy ufano al domicilio de su ex alumno Pepe (un joven de unos treinta años), para notificarlo de que debe volver a cursar la escuela. De poco importa su resistencia, es conminado a volver al aula. A partir de allí, valiéndose de este argumento llevado al absurdo,  todo lo que vive el personaje es sometimiento a una infra-condición moral y, sobre todo, intelectual. La devaluación de su voluntad es el precio. Claro que la suspensión de la responsabilidad sobre los propios actos genera cierta tranquilidad. Pepe es la contracara del existencialismo sartreano. Porque la responsabilidad ha sido delegada.

Advierto esa misma puerilidad en mis contemporáneos, y una entrega mansa -en extremo cómoda- a que sean los demás (llámense medios de comunicación, seudo-arte, seudo-filosofía, seudo-ciencia, seudo-historia, etc.) quienes se ocupen de todo.  Eso me preocupa mucho, todo el tiempo. 

Y en simultáneo, advierto el fin del candor. No nos será fácil toparnos en el siglo XXI, con un Cándido como el de Voltaire. No hay candor ya, ni en los niños nacidos, ni en los por venir. Nuestra humanidad es un anciano descreído, con cara de niño. 

LLTV: Podés hablarnos de tus publicaciones. Qué material tenés publicado   

MBA: En cuanto a mí, escribo poesía; pero me siento francamente subyugada por la narrativa. Creo que el fuerte de las producciones que han motivado mi interés, sorpresa y fe proceden de la narrativa. Aunque reconozca algunos referentes en poesía, que aliento a través de la difusión literaria, que es mi trabajo de cada día… Una vez más la ausencia del éxtasis… Pienso, que el miedo a la seudo-crítica de arte inhabilita la autenticidad de las producciones culturales: Libertad o mercado, esa es la cuestión. 

He comenzado escribiendo dos novelas cortas, que pertenecen a la llamada Trilogía de Lituania, compuesta por "Viaje a Lituania", "Retrato de Teresa" y, la actualmente en proceso de escritura, "Electra baila". Cada novela está definida por un color de la bandera de Lituania, por una temática (la violencia, el amor y la locura) y atravesada por una disciplina artística en particular (cine experimental, teatro, danza contemporánea). 

He publicado una decena de libros de poesía. Uno en Zaragoza, el año pasado ("La bisnieta retardada de Artaud, Niña Bonita Cartonera).  

Cultivo la tortuosa y polémica (nunca complaciente)  autobiografía.  Mi familia me ama y detesta por eso. Yo me amo y detesto por las mismas razones. Actualmente mi obra ha virado hacia la literatura de personajes (casi siempre femeninos, que exceden mi ámbito familiar, mi tiempo y mis dones). 

 
LLTV: ¿Dónde se los puede conseguir? 

MBA: Las mías son publicaciones pequeñas, en algunos casos no exceden ni los 50 ejemplares. Priorizo la obra  a la cantidad. (Y tal vez la autobiografía pueda explicar esto). Me gusta saber -ahora que puedo- en qué manos están mis libros. Los lectores aparecen, pero es  mi espíritu el que en definitiva elige. Un gusto que mi pobreza puede darse. 

LLTV: ¿De qué cosas hablan los poemas de María Belén Aguirre, qué lugares transita, qué tipo de personajes habitan esas historias? 

MBA: Mis poemas hablan sobre mí, sobre mi gente, mi familia, mis autores favoritos, mis artistas favoritos. Hablan de lo que tengo cerca: mis muertos, mis vivos. Pero sobre todo, hablan de mi infancia. Mi infancia es mi monotema predilecto. 

LLTV: ¿Proyectos de trabajo para lo que queda del 2014 y para el próximo año? 

MBA: Actualmente estoy trabajando en, como te decía, "Electra baila", la novela que cierra la Trilogía de Lituania. Cada novela está elaborada a luz de una disciplina artística en particular: Viaje a Lituania es una especie de prologando guión de cine experimental, a lo Jonas Mekas. Mientras que "Retrato de Teresa" es más que nada teatral;  en esta novela he trabajo la ligazón entre la alta cultura y la cultura popular (un tema que me inquieta y mucho); me interesaba hacer dialogar la literatura Medieval con producciones contemporáneas como la música de Gary, el cantante cordobés, las recetas delirantes y ciertas particularidades del norte argentino (como la ceremonia del angelito, el matronazgo como rasgo predominante, etc). Retrato es la historia de una tía mía que padece una deficiencia mental. Amoroso ser, que en las horas en que mi madre trabajaba, nos crió a mí y a mi hermana; y a quien quería homenajear a mi retorcido modo. 
"Electra baila", es una novela sobre  la locura y la muerte; la protagonista es mi hermana. Ella es bailarina de Danza Contemporánea. He concebido esta obra como cuadros coreográficos autónomos.

Toda mi obra es, en realidad, como un gran puzzle. Los personajes funcionan aquí como hipervínculos que generan, por un lado intra-textualidad (o autorreferencialidad), y por el otro (y tal vez por esa misma razón) apelan a la construcción en el lector de una especie de universo paralelo, regido por sus propias reglas del juego. Eso en definitiva es lo que es una familia, una comunidad, ¿no? La intertextualidad funciona (o al menos eso pretendo) como un sustituto textual de la experiencia del déjà vu.

Hoy por hoy  estoy de lleno abocada a echar a volar a "El demonio de la tristeza", mi reciente bestia.


María Belen Aguirre, poeta argentina. Nacida en la provincia de Tucumán.

Entrevista: Walter Gómez

sábado, 26 de julio de 2014

CRÍTICA TEATRAL A LA OBRA LA MANSIÓN DEL HUMOR




Está buenísimo que nos permitamos ser niños, porque lo somos, disfrazados de adultos, lo somos desde nacer hasta siempre.  

Una casa embrujada, con 5 anfitriones histriónicos que llevan máscaras y raros peinados y vestidos nuevos.

Se mueven mucho y algunos, casi nada. Van por toda la sala dando la bienvenida un rato.  

Nos hemos convertido en huéspedes y me da risa pero por momentos ¡ay que susto! Está todo oscuro y aunque sean graciosos el suspenso se abre paso y no se sabe bien que pasa.  
Nos dicen que son adictos al juego. Que van a sortear quien pasa primero y nos quieren presentar a nuestros compañeros de estadía. Van jugando y pasan de a uno, se quedan solos, mano a mano con nosotros y pasa el primero: 

Gastón Fumo, haciendo de “Sepelio Gonzáles” nos cuenta que lo estafaron con el cuentito del cajón. Ahora quedó jodido en el medio del cielo y la tierra y parece que intenta matar a algunos, pero de risa.

Gastón es artista invitado, junto a Romina Pugliese que canta una canción con polenta. 

Luego, no sé como hacen pero en un juego con la pantalla y el “detrás del telón” nos van llevando de la mano a verlos haciendo personajes en simultáneo (anfitrión/ invitado).  

Anita Bestel, como huésped es “La nena”. Su actuación es tan detallista que realmente una nenita en escena está contando cómo hacer unas madalenas (siempre pensé que esos minibudines se llamaban “Magdalenas” como el nombre, pero parece que es Madalena. Algo similar a Septiembre y sin la p) decía, unas madalenas deliciosas con kerosene e hisopos usados. Muy chistoso.  

Laurentino Blanco como “Roberto Tristoni”, tiene la cara ya desfigurada de llorar. No puede más, los calzoncillos largos y estertores, miedo también, perdió a su novia Luz y Roberto en perpetuo shock. De tan deprimido causa gracia y parece que por eso quedó capturado en la mansión.  

Emiliano, es Ángel Blanco. ¿¿¿Que??? Se pregunta todo el tiempo, fue a un concurso y lo mandaron para allá, piensa que gano pero lleva consigo el cartel de eliminado, no se lo va a descolgar. Tiene tics, y una manera de hablar muy particular.  

Estoy escribiendo esto y explicar el por qué de algo divertido me resulta difícil pero avanti. Yo estuve riéndome prácticamente todo el rato.  

Sigue Zulema Solana caracterizada por Julián Belleggia, impecable, una escritora zen y directa, que no quiere recibir aplausos y pide al público que el amor que le dan a ella, rebote y les vuelva. Nos presenta su libro de autoayuda, en especial dirigido a las mujercitas de la nueva era.  

Stand up en manos de Diego Moranzoni haciendo un salpicón de opiniones, desde cómo se casó, hasta su punto de vista sobre las amigas de su esposa.  

Por último las electromecheras coinciden al entrar al mismo lugar para robar. Sorprendidas, se ponen un poco al día después de un tiempo de no verse. Son “Los Blanco” (Ángel y  Laurentino) y esta entrada fue genial.  

Miriam Fontés y Leónidas Zeitlin se mantienen siendo anfitriones y bastante se destacan.

Durísimo trabajo de escenografía, luces, sonido, vestuario y maquillaje, mucho esfuerzo que se vio y llegó, si el objetivo era hacer reír y sacarnos un poco de lo mismo de siempre, logrado para mí. Al menos con uno funcionó y de eso se trata. 


Me encantó. ¡Gracias!


Crítica realizada por Laura Beraldi

·Jueves 20:30 hs.
Auditorio Losada
Av. Corrientes 1551, Buenos Aires

miércoles, 23 de julio de 2014

CRÍTICA A LA OBRA TEATRAL "SOLO EN CUATRO PALABRAS"




La Letra asistiò a la obra Solo en cuatro palabras.

Saber desde un principio que los personajes cuentan con solo 4 palabras para cada párrafo, ya invita a la aventura. 

Todo empieza, con uno, como espectador, contando las palabras de los diálogos de una escena de una obra donde una pareja se encuentra girando en el medio de una crisis de celos, histeria y amor.  

El conflicto de la obra se plantea, cuando dos integrantes del publico (dos actrices) en el intervalo, deciden irrumpir en escena e intervenir en el planteo original de la obra, esto toma por sorpresa a las dos actrices originales, quienes al no poder salir del asombro, deciden organizar un juego para salvar la obra y confundir a las espectamigas generando un buen estado de alborto en las dos parejas. 

 El juego resulta ser debelador para las espectamigas quienes por defecto terminan teniendo los mismos conflictos que la pareja protagonista (celos, histeria). 

A esta altura no tiene sentido contarles que nadie se detiene a contar si son cuatro las palabras que cada personaje pronuncia en cada diálogo, (es asi, son cuatro, ni mas ni menos, no las contamos pero confiamos en la buena fe de la gente de la obra), porque el trabajo de las cuatro las actrices es genial, son muy divertidas y expresivas. La escenografía es la correcta igual que la iluminación, porque no necesitas mas que eso.  
 
 

La sala es muy cálida, igual que el teatro. Y la gente con quien nos tocó compartir esta obra, hizo mas placentero todo. 

Carolina Avigliano, una de las protagonistas, le dijo a La Letra: “Lo interesante es no quedarse con lo que está en la superficie y seguir hurgando en los recovecos. Me parece que ésa fue también la propuesta al momento de explorar qué pasaba con una obra que se contaba de esta forma. Es decir, más allá de las cuatro palabras que están en la superficie, cuál es el subtexto que subyace en ellas. Y la comunicación no sólo no se redujo sino que, por el contrario, se potenció. 

Para Alejo Beccar, su director, debe ser un lujo dirigir a cuatro estupendas actrices. La obra está muy bien dirigida, muy bien escrita, y no cae en baches. No da lugar a la dispersión. Hay una correlación entre la historia y el desafío, y vaya si esta muy bien logrado.
 

Funciones: sábados, a las 21hs. 

Teatro La Tertulia: Gallo 826 (CABA) Reservas: 4865-0303
 
 
Crítica realizada por Natalia Dipietro