LLTV: ¿Podrías mencionar los tres
libros más importantes que hayas leído, o que mayormente te hayan constituido
como persona?
MBA: Más que de libros, yo hablaría de obras como verdaderos
universos autosustentados. Esto implica que mi repuesta no abarcará necesariamente
un libro por autor, sino todos los libros (incluso los que técnicamente no
integran) el mundo ficcional propuesto por mis autores favoritos.
Hecha esta
aclaración, diré que en mi caso los autores que me constituyeron o marcaron
fuertemente son Arlt, Onetti y Proust,
en ese orden. De ellos rescato esa concepción holística de la creación, esa
admirable capacidad para concebir algo más grande a partir de una idea, esa
exploración –se diría- metódica de lo que, sin embargo, se sabe inabarcable: la
condición humana (Arlt), el espacio (Onetti), el tiempo (Proust). Y que decididamente emparentan en primera
línea a estos escritores de ficción con los del campo del pensamiento
filosófico.
De Arlt
puntualmente, admiro la aplicación -como estrategia narrativa- del esquema
hegeliano de tesis, antítesis y síntesis. Y el profundo respeto y libertad que
conlleva el gesto de reservar al lector la operación de la síntesis. Cara y cruz, anverso y reverso para
personajes igualmente queribles. Pero la síntesis también como una tercera
opción, una tercera campanada en la postulación de la complejidad humana.
De Onetti admiro la literalidad del espacio
como base de la estructura narrativa. Santa María, esa maqueta en cuyas casas, instituciones,
astillero, prostíbulo, comisaría, glorieta, calles, etc., se desenvuelve la
vida de seres cuya apatía semeja -preocupantemente- a la de cualquiera de
nosotros, tomados al azar en
cualquier día del almanaque. Y en ese contexto de abulia extrema,
obviamente el amor, el crimen y el pensamiento falaz, constituyen la sal de la
vida.
De Proust admiro el recate de la
memoria. La conciencia del valor constitutivo del pasado y, más aún, su eterna
contemporaneidad. La minucia del
recuerdo, la reconstrucción como herramienta de aprendizaje de sí, de uno
mismo. Y lo banal cotidiano como ornamento de la intrascendencia o de la
evasión de sí.
De los tres, la vocación gestáltica,
la construcción de universos simbólicos, en donde el recuerdo ajeno deviene
propio por acción de la avezada empatía de la pluma.
LLTV: ¿Último libro que leíste?
MBA: El último libro que leí es "El fideo mas largo del
mundo", de Bernardo Jobson, perteneciente a la colección Los recobrados, a
cargo de Abelardo Castillo (Ciudad Intelectual, 2008). Un libro de relatos en
el que nuestra argentinidad es magistralmente caricaturizada. Todo eso que somos; y que por igual puede
mover a la hilaridad como al desprecio, pasando por la conmiseración; todo en
simultáneo, porque así de controvertidos somos.
De este libro se
han dicho muchas cosas, casi todas vinculadas al humor. Pero a mí me parece
importante destacar que así como en Onetti el escepticismo es el tono, aquí el
humor no es más que un señuelo para hablar de cosas realmente afligentes: la
homofobia y el racismo del pueblo argentino, la discriminación de clases, la viveza criolla y su prima hermana la
mediocridad, etc.
LLTV: ¿En qué circunstancias
escribís?
MBA: Escribo cuando
estoy bien y cuando estoy mal. Escribo cada vez que me lo permito, y cada vez
que puedo. No siempre es placentero el momento que precede a la escritura, pero
una vez que comienzo (por más que la
temática me resulte dolorosa) disfruto mucho de hacerlo. Ahora estoy
aprendiendo algo nuevo, estoy aprendiendo a disfrutar de los momentos en que no
escribo. A no condenarme por no estar haciéndolo, a permitirme el recreo
mientras voy -como diría mi amigo, el poeta Pablo Albornoz- mirando el mundo
con el millón de ojos del poeta insecto. (Dixit: “poeta insecto/ con tu millón/
de ojos/mirando”).
LLTV: ¿Qué libro te marcó algo para
siempre y por qué?
MBA: Un día un amigo me prestó la novela "El dueño del
secreto", de Antonio Muñoz Molina (España, 1994). Hay obras que
sinceramente pueden cambiar la vida de una persona. Esta a mí, por ejemplo. La
novela narra la historia de una revolución frustrada. Un grupo de intelectuales
planea un atentado contra el dictador Franco. Entre los miembros, hay un
muchachito que para la época de las reuniones (en las que oficia de
mecanógrafo, rol que uno de los hombres le asignó en un gesto de confianza)
comienza a noviar con una chica maoísta. Para demostrarle su hombría y a fin de
afianzar en ella cierta imagen de poder (las mujeres suelen ser muy sensibles a
esas bobadas) comete la más imperdonable de las acciones: la infidencia. Le
cuenta el plan. Como reguero de pólvora, la idea corre y llega a oídos de
Franco, quien desbarata todo para perjuicio de la sociedad española. Mucha
sangre corrió a causa del imberbe. Si Nietzsche la hubiese leído, seguramente habría
dicho que la fortaleza destructiva procede de los débiles. Creo fervientemente
que la buena literatura alcanza -quiéralo o no- el carácter de una alegoría.
Esta novela me
hizo reflexionar sobre el valor que cada uno de nosotros posee (sea cual sea el
lugar que ocupamos en el entramado
social), sobre nuestra profunda responsabilidad en el presente y el
impacto de nuestros actos en generaciones y generaciones futuras. Es para mí
ciertamente una novela política, una novela sobre el poder, pero sobre la
materia prima del poder, esto es: el hombre pensante. Una obra que exhorta al
individuo a propender a la objetivación de la propia subjetividad (de ninguna
manera a su anulación) en pos de un
objetivo que nos exceda: el Bien común,
y en detrimento del egoísmo cortoplacista.
LLTV: ¿A qué personaje de qué libro
invitarías a tomar un café, y por qué?
MBA: Si
tuviera que invitar a algún personaje a tomar un café, invitaría (pero
seguramente querría tomar té de ortigas), a Emilia, la santa pagana de
"Teorema", de Pasolini. La invitaría a ella porque la experiencia de
la santidad (sin el merchandising y la
consabida explotación mercantilista que lamentablemente se ha hecho de la fe), me interesa como fenómeno
extraordinario, desde adentro. Me
gustaría conversar con ella sobre eso. Saber cómo se sobrelleva un don de esa
naturaleza; saber qué se siente; saber si hay vértigo en su levitación sobre
las chozas en las afueras de Milán;
preguntarle por el porqué de su auto-inmolación; preguntarle por el
Huésped; por Dios; por los milagros; por el efecto que en su sensibilidad provoca
el escepticismo de los intelectuales.
LLTV: ¿A qué personaje de qué libro
invitarías a comer en tu casa dispuesta a divertirte y pasar un buen momento, y
por qué?
MBA: De mi casa le abriría las puertas de par en par a Yuna,
la protagonista de "Las Primas", de Aurora Venturini; y si fuera
posible, a la Venturini misma, a la de "Los Rieles" (ella es ahí un
personaje de autor, que es cuando un escritor se pone así mismo en escena: Pensemos,
por ejemplo, en la niña César Aira de
"Cómo me hice monja”).
A Yuna la amo
demencialmente, creo que merece plenamente el calificativo. Yuna es una
jovencita que padece un extraño retardo mental, extraño porque gracias
precisamente a la suspensión de la
racionalidad limitante, puede ser -como lo es- una verdadera genia, que halla
en las artes visuales un canal para su enorme talento y creatividad. En ella,
es el Arte lo que le permite superar el amargo escollo de su familia, compuesta
por un padre ausente, una madre frustrada y en extremo escéptica, una hermana
minusválida condenada a una silla de ruedas, que un buen día es violada y
embarazada de otro monstruo, una prima enana que ha hecho del ejercicio del
sexo oral su segura fuente de ingresos.
Me gusta ella.
Tal vez porque me gusta pensar en el Arte como un salvamento en el in medias
res de la vida.
LLTV: ¿Recordás haberle leído a
alguien en voz alta alguna vez, haber sostenido una lectura compartida?
MBA: Por mi trabajo en la Biblioteca Parlante Haroldo Conti,
que -se diría- es una derivación natural de mi gusto por la lectura en voz
alta, te diré que sí; que muchas -sino todas las veces- mis lecturas son en voz
alta. Le leo a mi madre, mayormente. A ella que es muy receptiva de mí, de mis
andanzas. Soy una persona sumamente sedentaria, salgo poco de mi casa, que es
donde trabajo 24 horas al día; y, en general, mis aventuras casi siempre están
vinculadas a mis lecturas, al efecto que ellas causan en mí. En mi caso todos
los caminos conducen a esa Roma que es la Literatura. De modo que mi madre ha
encontrado -o se ha resignado- a que el
grueso de nuestras conversaciones versen sobre mis lecturas del día y la noche
anterior. Hablamos de los personajes como de los miembros de nuestra propia
familia. Es así.
Pero también he
compartido enriquecedoras lecturas con poetas, gente más grande que yo, o de mi
generación; me siento particularmente a gusto con los mayores.
LLTV: ¿Recordás qué libro te generó
muchísima expectativa y te defraudó en la misma o mayor proporción?
MBA: No hay ninguno en particular que me haya defraudado. Pero
sí muchos en general. Me pasa incluso con libros que me gustan; de repente
descubrir elementos que no me convencen. Casi siempre cuando el autor invade el
sagrado territorio del lector, violando su domicilio, imponiéndole su
interpretación sobre los hechos narrados o poetizados. No soporto eso. No
soporto la tiranía en ninguna de sus vertientes.
Apuntaría además
como una crítica a las producciones contemporáneas, la general ausencia de éxtasis
en la escritura. Mi compañero Gabriel Amos Bellos hablará de anorgasmia. En
ambos casos estamos queriendo decir lo mismo. Y no es que lo apolíneo se haya
apoderado de lo dionisíaco; es que estamos en presencia de producciones que por
contemporizar lo racional con lo visceral, terminan por no ser ni "chicha
ni limonada", como decimos en el norte. Insulsos textuales que ni colman
el alma ni colman el intelecto.
LLTV: ¿ Manías al leer? (Subrayar,
fosforescente…etc)
MBA: Mi más grande manía se ha transformado en mi trabajo:
Leer en voz alta, incluso cuando estoy sola. Después, te diría que subrayar
esas frases que aún separadas del resto del texto funcionan como iluminadoras
sentencias apotegmáticas, a la manera de satoris. Cuando era chica me divertía
leer a Borges así, buscando en sus cuentos la voz del sujeto de la enunciación,
diciendo cosas trascendentes del tipo: “Cualquier destino, por largo y
complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en el que
el hombre sabe para siempre quién es”. ("Biografía de Tadeo Isidoro
Cruz", por ejemplo).
Si no tengo una
lapicera a mano, le doblo un poquito la esquina de la página. Y mi reto después
es encontrar -entre los párrafos- el tesoro escondido. Pero, en general, me gusta
hacer anotaciones en los márgenes, cual glosador o post glosador romano, eso
más que nada cuando lo que intento es detectar tópicos en la escritura.
Me hiciste
recordar (uno no puede escapar fácilmente de la Literatura), a un personaje de
"La causa justa", una extraordinaria nouvelle de Osvaldo Lamborghini:
el tipo era linotipista, y su gran debilidad era subrayar los libros. No
entendía nada de lo que leía, "pero sus subrayados eran perfectos",
dice el libro.
La mayoría de los
libros que integran mi biblioteca han sido comprados en librerías de usados.
Aquí en Tucumán hay una mítica librería llamada Los primos. El caso es que una
de las cosas que más disfruto de los libros usados es descubrir esos
subrayados, que es como estar espiando el alma del lector que me ha precedido.
Una forma de voyeurismo textual (risas).
LLTV: ¿Qué cosa es lo que más te sorprende de la humanidad?
MBA: En todo
éste último tiempo he estado pensando mucho en el "Ferdydurke", de
Gombrowicz; autor de cabecera para mí. Tanto en ésta como en sus otras dos
novelas "La Seducción" y "Cosmos", podría advertir un común
denominador: El fenómeno de la puerilización (con toda su fuerza polisémica) del mundo adulto. Un tratado sobre la inmadurez, pero también
sobre las formas, sobre la inautenticidad de las formas, las formas como
herramientas de sujeción, creadas por las instituciones para garantizarse el
dominio del individuo. La batalla del hombre contemporáneo es, sin dudas, la batalla contra las formas. Cómo escaparle a
las rejas de una cárcel a cielo abierto construida por lazos sociales de los
que difícilmente podamos prescindir. Las
cárceles sin rejas de las relaciones amorosas, académicas, artísticas,
laborales, etc.
Europa ha dado al
mundo a escritores clarividentes como Kafka, Joyce y Gombrowicz. Cada uno a su
manera ha reflexionado sobre el hombre moderno y la supresión de su libertad.
Las formas imponiéndose incluso en el ámbito de las artes, son más peligrosas
que cualquier guerra, porque la imposición es silenciosa, consentida, avalada y
rubricada por el propio sujeto dominado. De este civilizado modo, las exógenas
formas van minando la voluntad creadora de los artistas y, en
consecuencia, la de los degustadores de
arte; porque va moldeándose al son del
esnobismo de la crítica de arte; porque va serializando a los artistas hasta
destruir todo lo que de artista quede vivo en ellos.
Volviendo a
Ferdudyrke, un buen día Pimko, un maestro de escuela, ingresa muy ufano al
domicilio de su ex alumno Pepe (un joven de unos treinta años), para
notificarlo de que debe volver a cursar la escuela. De poco importa su
resistencia, es conminado a volver al aula. A partir de allí, valiéndose de
este argumento llevado al absurdo, todo
lo que vive el personaje es sometimiento a una infra-condición moral y, sobre
todo, intelectual. La devaluación de su voluntad es el precio. Claro que la
suspensión de la responsabilidad sobre los propios actos genera cierta
tranquilidad. Pepe es la contracara del existencialismo sartreano. Porque la
responsabilidad ha sido delegada.
Advierto esa
misma puerilidad en mis contemporáneos, y una entrega mansa -en extremo cómoda-
a que sean los demás (llámense medios de comunicación, seudo-arte,
seudo-filosofía, seudo-ciencia, seudo-historia, etc.) quienes se ocupen de
todo. Eso me preocupa mucho, todo el
tiempo.
Y en simultáneo,
advierto el fin del candor. No nos será fácil toparnos en el siglo XXI, con un
Cándido como el de Voltaire. No hay candor ya, ni en los niños nacidos, ni en
los por venir. Nuestra humanidad es un anciano descreído, con cara de niño.
LLTV: Podés hablarnos de tus
publicaciones. Qué material tenés publicado
MBA: En cuanto a mí, escribo poesía; pero me siento francamente
subyugada por la narrativa. Creo que el fuerte de las producciones que han
motivado mi interés, sorpresa y fe proceden de la narrativa. Aunque reconozca algunos
referentes en poesía, que aliento a través de la difusión literaria, que es mi
trabajo de cada día… Una vez más la ausencia del éxtasis… Pienso, que el miedo
a la seudo-crítica de arte inhabilita la autenticidad de las producciones
culturales: Libertad o mercado, esa es la cuestión.
He comenzado
escribiendo dos novelas cortas, que pertenecen a la llamada Trilogía de
Lituania, compuesta por "Viaje a Lituania", "Retrato de
Teresa" y, la actualmente en proceso de escritura, "Electra
baila". Cada novela está definida por un color de la bandera de Lituania,
por una temática (la violencia, el amor y la locura) y atravesada por una
disciplina artística en particular (cine experimental, teatro, danza
contemporánea).
He publicado una
decena de libros de poesía. Uno en Zaragoza, el año pasado ("La bisnieta
retardada de Artaud, Niña Bonita Cartonera).
Cultivo la
tortuosa y polémica (nunca complaciente)
autobiografía. Mi familia me ama
y detesta por eso. Yo me amo y detesto por las mismas razones. Actualmente mi obra
ha virado hacia la literatura de personajes (casi siempre femeninos, que
exceden mi ámbito familiar, mi tiempo y mis dones).
LLTV: ¿Dónde se los puede conseguir?
MBA: Las mías son publicaciones pequeñas, en algunos casos no
exceden ni los 50 ejemplares. Priorizo la obra
a la cantidad. (Y tal vez la autobiografía pueda explicar esto). Me
gusta saber -ahora que puedo- en qué manos están mis libros. Los lectores
aparecen, pero es mi espíritu el que en
definitiva elige. Un gusto que mi pobreza puede darse.
LLTV: ¿De qué cosas hablan los
poemas de María Belén Aguirre, qué lugares transita, qué tipo de personajes
habitan esas historias?
MBA: Mis poemas hablan sobre mí, sobre mi gente, mi familia,
mis autores favoritos, mis artistas favoritos. Hablan de lo que tengo cerca:
mis muertos, mis vivos. Pero sobre todo, hablan de mi infancia. Mi infancia es
mi monotema predilecto.
LLTV: ¿Proyectos de trabajo para lo
que queda del 2014 y para el próximo año?
MBA: Actualmente estoy trabajando en, como te decía,
"Electra baila", la novela que cierra la Trilogía de Lituania. Cada
novela está elaborada a luz de una disciplina artística en particular: Viaje a
Lituania es una especie de prologando guión de cine experimental, a lo Jonas
Mekas. Mientras que "Retrato de Teresa" es más que nada teatral; en esta novela he trabajo la ligazón entre la
alta cultura y la cultura popular (un tema que me inquieta y mucho); me
interesaba hacer dialogar la literatura Medieval con producciones
contemporáneas como la música de Gary, el cantante cordobés, las recetas
delirantes y ciertas particularidades del norte argentino (como la ceremonia
del angelito, el matronazgo como rasgo predominante, etc). Retrato es la
historia de una tía mía que padece una deficiencia mental. Amoroso ser, que en
las horas en que mi madre trabajaba, nos crió a mí y a mi hermana; y a quien
quería homenajear a mi retorcido modo.
"Electra
baila", es una novela sobre la
locura y la muerte; la protagonista es mi hermana. Ella es bailarina de Danza
Contemporánea. He concebido esta obra como cuadros coreográficos autónomos.
Toda mi obra es,
en realidad, como un gran puzzle. Los personajes funcionan aquí como
hipervínculos que generan, por un lado intra-textualidad (o
autorreferencialidad), y por el otro (y tal vez por esa misma razón) apelan a
la construcción en el lector de una especie de universo paralelo, regido por
sus propias reglas del juego. Eso en definitiva es lo que es una familia, una
comunidad, ¿no? La intertextualidad funciona (o al menos eso pretendo) como un
sustituto textual de la experiencia del déjà vu.
Hoy por hoy estoy de lleno abocada a echar a volar a
"El demonio de la tristeza", mi reciente bestia.
María Belen Aguirre, poeta argentina. Nacida en la provincia de Tucumán.
Entrevista: Walter Gómez