LLTV: Los tres libros más importantes que hayas
leído o que mayormente te constituyeron como persona.
AL: Mencionar únicamente tres libros es algo así
como pretender que el mar se estreche en un pequeño canal. Hay libros que son
únicos como “El señor de los anillos” o el “I Ching” o, mismo, el “Tao Te King”,
por mencionar algunos donde se aúna la sabiduría y, en el caso de Tolkien, que
nos permite quitarle el velo a la compleja trama de la vida, un libro que
simula ser de ciencia ficción pero, para mí, desnuda todo lo que hemos vivido
en tantas eras del planeta, todo lo que hay en el hombre y cómo éste es corroído
insistentemente por el poder. Siempre me han marcado los libros que te
interpelan más que los que te apartan de la realidad y, en particular, en mi
forma lacónica de escribir, han sido decisivas las “Voces” de Porchia, ese
poeta que parecía ser un especie de monje budista perdido en Buenos
Aires.
LLTV: ¿Cuál fue el último libro que leíste?
AL: Jamás leo un libro solo, leo de a seis, de a
siete, de a tres, salpicado; casi no leo autores contemporáneos. Hace ya muchos
años que no leo novelas, leo más bien poesía, filosofía oriental, algún que
otro aforista clásico: Lichtenberg, Ciorán, Nietzsche.
LLTV: ¿Qué libro te marcó algo para siempre y por
qué?
AL: El
libro que me hizo entrar en la literatura y que “Lengua” dejara de ser una
materia farragosa del colegio, fue “Mi planta de naranja lima”. Lo leí una sola
vez, en mi infancia. Tenía unos 10 años, me había mudado hacía muy poco, el
departamento nuevo era un verdadero “campo de batalla”, un desorden total,
cajas arrumbadas, muebles mal ubicados, nada estaba es su lugar, sólo mi
velador, mi libro y yo, recostado, en diagonal al cuarto, en un colchón en el
piso. Era de noche, recuerdo que mi madre, de a ratos, me exigía:
“apagá la luz”. Desobediente, como solía ser,
caminé sigilosamente sobre el piso de madera para entornar la puerta
y de ese modo continuar, en forma ininterrumpida, mi lectura. Me sentí, como
nunca antes, el protagonista de la historia, como luego me sucedería con Huckleberry
Finn, Tom Sawyer, El Principito y tantos otros. Fue el primer, y creo que el
único libro, que leí de corrido; soy más bien anárquico en mi forma de leer:
nunca leo un libro desde el comienzo.
LLTV: ¿En qué circunstancias escribís?
AL: No escribo tomado por las musas, ni bajo ningún
efecto, escribo más bien por necesidad, a modo de catarsis, para sanar heridas.
Escribir es ganarle una batalla al
espanto. La realidad, en general, se torna patética, absurda, tiene infinidad
de aristas insólitas y, de repente, sentís que se afilan y se vuelven como
lanzas contra vos; ese es uno de los mejores momentos para escribir, como un desquite
de la realidad: escribir, como una
búsqueda de respuesta al horror, es una abstracción que puede salvarte. Pero
también me sucede de estar en la vereda opuesta de ese estado primitivo, donde
uno no controla el proceso; uno se percibe en profunda calma, en un especie de estado
meditativo que también te invita a escribir: se podría decir que uno escribe en
los extremos.
LLTV: ¿A qué personaje de qué libro invitarías a
tomar un café, y por qué?
AL: No vengo del mundo de la ficción, más que a un
personaje elegiría a un autor, me encanta Ciorán, como personalidad: escéptico,
fragmentario, punzante, fuera de las convenciones literarias, un hombre que, para
escribir, dejó atrás su lengua materna, no aceptaba premios literarios, ni participaba,
obviamente, del esnobismo que circunda al arte. Me gustan los personajes marginales
y los renunciantes, como Ryokan o Wittgenstein que rechazaron su herencia o, el
mismo Porchia, que abandonó su obra: cuando sus libros “molestaban” a los ojos
de un burócrata de la “Agrupación de Gente de Arte Impulso”, éste le
solicitó al poeta que retirara sus cajas de libros porque ocupaban espacio en
un gran galpón, de inmediato, Porchia, sin defenderse, los donó a una
distribuidora de bibliotecas municipales, librando así su obra al azar, restándole
importancia, una forma de condena. Sus libros se irían perdiendo en anaqueles
de bibliotecas barriales que nadie consultaría, dado que se trataba de un autor
desconocido, quién va a consultar un libro que no conoce.
LLTV: ¿A qué personaje de qué libro invitarías a
comer en tu casa dispuesto a divertirte y pasar un buen momento, y por qué?
AL: Bueno, veo que insistís, me encontraría con “El Principito”
aunque, tengo la sensación, de haberlo conocido. Viajaría a varios planetas
solitarios con él, a más de un
asteroide, más que quedarnos a comer en casa.
LLTV: ¿Recordás qué libro te generó muchísima
expectativa y te defraudó en la misma o mayor proporción?
AL: Ningún libro me genera
expectativa. Si un libro no te gusta, sólo tenés que cerrarlo, ese libro no fue
escrito para vos.
LLTV: ¿Qué cosa es lo que más te sorprende de la
humanidad?
AL: La estupidez, es desmedida, como pocas cosas
he visto en la tierra. El hombre se inventa un sistema de creencias, cree en él
y después es capaz de matar e incluso de morir por algo que heredó. Ve una
realidad que no le agrada y no hace nada para transformarla. Forma parte de un
sistema de vida del cual comparte poco y nada y se queda al margen. De vez en
cuando, tiene un lapsus de conciencia que lo incomoda, que lo pone ante su
patetismo y lo invita a reaccionar. Uno podría imaginar que con esa chance en
sus manos es capaz de revelarse, sin embargo, nadie es más pusilánime que él: cierra
los ojos, se pone los zapatos, los lustra, se ajusta la corbata, se arregla la
camisa y sale a trabajar manso, como una vaca va a su matadero. Pulula,
hociquea rutinas, concibe hijos con extraños, a quienes considera pares, apenas
unos pasos más tarde, se separa e, invariablemente, convierte a su “amor” en su
enemigo. Paga religiosamente sus cuentas para incrementar las arcas de una corrupción
sistemática, sabe que los políticos cambiarán una y otra vez de bandera y que
ignorarán por completo a quienes los han abonado. Esa es la “vida” del
bípedo modero, idéntica a la de un sonámbulo que, en cualquier ocasión, es alistado
para ir a una guerra ajena: vivimos en un
planeta de ideas absurdas y nos adaptamos y aferramos a ellas.
LLTV: “Umbrales” tuvo un eco muy importante
en el mundo digital, más de 500.000 lectores te siguen en las redes sociales, a
qué se debe el éxito y cómo repercutió eso en vos, en tu obra.
Es imposible saber por qué me siguen las personas,
tal vez persigan quimeras, cómo saberlo. Pero bueno, lo más gratificante es
haber recibido un cariño desmedido que me ha permitido conocer a infinidad de
lectores, al igual que a una gran cantidad de artistas, lo cual es un verdadero
halago. Siempre es lindo conocer otros mundos, expandirnos en el otro. En mi
caso, tuve la suerte, de fusionar con varios artistas; es un honor comulgar en
el arte, es una de las cosas que más sentido le ha dado a mis “Umbrales”. Desde el momento en que un lector
u otro artista le da un giro a tu mirada es cuando te das cuenta que tu obra ya
no te pertenece, pues ha tomado nuevos estados.
LLTV: ¿Es tedioso tener que responder a la demanda
de tus lectores en las redes sociales, cómo te ordenás ante tal demanda?
En un momento, llegué a sentir un hastío virtual,
me vi superado por una demanda de cariño, de diversos sentimientos y
peticiones, me sentí arrasado. Estuve un par de años semiparalizado, había
optado por no responder más y, en ese no sé que tiene expansión, se acercó
Francisco Cayol, que es quien maneja -junto a otras personas- mi imagen en todo
lo referido a Redes Sociales y el mundo digital. Trabajamos en equipo, me
enseñaron cómo comportarme en todo este universo nuevo para mí y,
también, me ordenaron todo mi caos digital, se los recomiendo
calurosamente: http://www.franciscocayol.com
LLTV: ¿Qué diferencia vez entre lo digital y el
mundo real?
El mundo virtual no es más que un reflejo del
mundo real, son mundos afines, no noto demasiadas diferencias: lo virtual es un
espejo de lo concreto. Uno podría creer que el mundo real es el mundo de los
sentidos, donde uno pude palpar las cosas, pero también se puede acariciar
desde lo virtual e, incluso, sentir a través de una pantalla. Tengo la
impresión de que lo virtual le va quitando cada vez más espacios al mundo real.
El peligro que corremos es quedar escudados en lo virtual, en la protección que
te genera estar en tu hogar y, de ese modo, quedarnos alienados, privándonos
así del mundo real.
LLTV: Estás presentando tu libro “Umbrales”,
contanos cómo nació y dónde se pueden ver tus citas
AL: “Umbrales” no se presenta -me aburren demasiado las
presentaciones- no está en librerías, ni en el circuito comercial, se va
expandiendo misteriosamente en internet, mis lectores suelen ayudar mucho y
compran mi libro a través de mi Web Site: http://www.alejandrolanus.com
LLTV: ¿Proyectos en los que estés trabajando para
el 2017?
AL: Hace Poco, Ona Vargas, hizo una canción, “Renacer
en la flores”, en la cual hilvanó algunos de mis aforismos de la primera
edición de “Umbrales. Ahora estamos trabajando en el guión del video clip que
esperamos hacer junto a artistas visuales.