“El público creerá en los sueños del teatro
si los acepta realmente como sueños y
no como copia servil de la realidad, si le permiten
liberar en sí mismo la libertad mágica del
sueño, que solo podrá reconocer impregnada
de crueldad y terror…”
(Antonin Artaud)
Pablo
Picasso (1881/1973), el artista plástico malagueño, escribió este texto en 1941 y en 1944 propició una
lectura dramatizada con un elenco singular:
Jean-Paul Sartre,
Raymond Queneau, Dora Maar, Albert Camus, Simone de Beauvoir, entre otros.
El escrito
destila surrealismo, socarronería por doquier, desparpajo y delicia, despliega
unas criaturas bizarras y tiernas. El lugar
era París y el tiempo el de la ocupación nazi. Por ende, las ideas, la
imaginación, lo lúdico y picaresco, los sueños, era aquello que les permitía a
esas personas superar su cotidiano, la horrenda ocupación nazi.
También
tenían el deseo, como un globo rojo rebotando sobre sus cabezas y entre sus
cuerpos.
Un mozo
marroquí, sonriente y mudo, una violinista de azul cabello, una señorita con
velo algo loquita, un gordo con gruesa linterna, un hombre en monopatín, unas
hermanas siamesas tan desquiciadas...reciben al público y lo invitan a recorrer
el pintoresco espacio. Se escuchan discursos en alemán en viejas grabaciones
mientras el público espera el inicio del espectáculo, que en realidad ya ha
comenzado.
Pinturas.
Pequeños y grandes dispositivos. Vegetación. Una vieja y digna casona de
principios de siglo XX, de múltiples habitaciones e intrincados recovecos, en
suma: un decadente buen gusto.
Picasso
escribió este texto como un lienzo, con técnica de collage, episódica, con
narrativa impregnada de lo onírico. Las palabras más bien usadas por su
sonoridad, su ritmo ó el sentido de un montaje de atracciones.
Una escena
ecléctica, con foso y una cama elástica, con puertas laterales e iluminación
puntual de un spot. La otra fuente lumínica es una linterna utilizada por algún
personaje. Las paredes desnudas y descascaradas como si un bombardeo acosara
esa casona y la música (a veces solo sonido) de la violinista azulada que en
escena interviene según avanza el relato.
Y el
ciervo como espectral sacrificio animal, humano, sobre todos.
El lugar
es un hotel o es un burdel o tal vez un hospicio, un campo minado, un suelo
blando, un panóptico sensorial, siempre es un lienzo. Un toro bravo ante el
público antes de la hecatombe. El deseo vibrante en las entrañas, silba en la
cabeza, estruja el corazón.
Unos
personajes tan peculiares nos dan muestra de un artista desmesurado y único.
Muy ricas y matizadas actuaciones de todo el elenco, con una dirección
detallista y creativa.
DRAMATURGIA: Pablo Picasso
ELENCO: Agustín Barbuto, Luisa Cabral, Santiago
Cejas, Darío Chiocconi, Natalia Garuti, Melisa Iranzo, Diego Miccige, Hugo
Nuñez, Mariela Ponsetti
MÚSICA EN VIVO: Cecilia Tedeschi
ESCENOGRAFÍA y VESTUARIO: Diego Miccige
DIRECCIÓN: Ramiro García Zacarías
Teatro
QUERIDA ELENA
Sábados
21:30 HS
Pi y
Margall 1124 CABA
Crítica: Gustavo Oviedo