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martes, 31 de agosto de 2010

DOS

Son dos camas en llamas.

Son dos cuerpos en carne viva.
y así es como viven,
Como sienten,
Como se aman.
El uno y el otro hacen el amor
allá lejos por las alturas.
Desde aquí, por la superficie,
no se los vislumbra.
Pero cada tanto las llamas nos acarician.
No se aman, se poseen.
No cogen, se perforan entre sí.
No se acarician, mas bien se arañan.
No se besan, se lamen.
No se miran, se lloran.
Entonces ella es la esponja
que bajo el agua de la canilla, se friega y se friega.
Le quiere sacar todo a él.
Le quiere arrancar la piel.
Lo escupe para provocarlo.
Y entonces ella lo siente navegar por dentro.
Ahora él la toma del cuello y la asfixia.
Y ella respira igual.
Y sopla palabras que su muñeca dejó descansar
alguna mañana, en un amarillo papel.
Porque todo pasa lejos.
Nada parece real.
Todo está más bien inalcanzable.
Así nació, y entonces así se sostiene.
Y entonces surge el temor al vacío.
Es lógico.
Uno lo imagina, pero no sabe cómo será.
El temor al día después
qué puede ser dentro de unos meses,
o dentro de unos años.
Pero recostarse todos los días sobre las nubes,
es ese vértigo encantador que cuando es finito te sentís morir.
¿Y si algún día todo ese sueño que fue pesadilla, se acaba?
Entonces tendrán que juntar las esquirlas por el éter.
Ese día sentirás que tu cementerio
es un cuerpo que debe patear sus epitafios,
donde un desfile de dolor no cesará de un momento a otro.
Cambiar el estadío exige locura.
Acá abajo no vas a vivir algo así,
En consecuencia deberás esperar
que desde los aires te vengan a rescatar.

Walter Gómez
23/12/09

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