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jueves, 13 de octubre de 2011
ADA .-. Por GERTRUDE STEIN
Barnes Colhard no dijo que no lo haría pero no lo hizo. Lo hizo y después no lo hizo, ni siquiera lo pensó nunca. Sólo pensó en algún momento que podría llegar a hacer algo.
Su padre el Sr. Abram Colhard hablaba de esto con todas las personas y muchas de estas personas hablaban de esto con Abram Colhard y él siempre las escuchaba.
Después Barnes se enamoró de una chica muy agradable y ella no quería casarse con él. Él lloró entonces, su padre el Sr. Abram Colhard le consoló y se fueron de viaje y Bames prometió que haría lo que su padre quería que estuviera haciendo. No hizo aquella cosa, creyó que haría otra cosa, no hizo la otra cosa, su padre el Sr. Colhard no quería que hiciera la otra cosa. En realidad, no hizo nada entonces. Cuando fue mucho mayor se casó con una chica muy rica. Él había pensado que quizá no la pediría que se casara con él pero su hermana le escribió diciendo que aquello sería una buena cosa. Se casó con la chica rica y ella creía que él era el hombre más maravilloso y alguien que lo sabía todo. Barnes nunca se gastó más de lo que era la fortuna que él y su esposa tenían entonces, que es como decir que ellos no se gastaron más de lo que tenían y esto fue una sorpresa para muchos que conocían su historia y lo de casarse con una chica con una fortuna tan inmensa. Él tuvo una vida feliz mientras estuvo viviendo y una vez muerto su esposa e hijos lo recordaron.
Él tenía una hermana que también tuvo bastante éxito siendo un ser viviente. Su hermana fue alguien que llegó a ser más feliz de lo que la mayoría de la gente llega a ser viviendo. Llegó a ser una persona totalmente feliz. Doblaba en edad a su hermano. Había sido una muy buena hija para con su madre. Ella y su madre se habían contado siempre historias muy bonitas la una a la otra. A muchos ancianos les encantaba oírla contar estas historias a su madre. A todas las personas que conocieron alguna vez a su madre les caía bien su madre. Muchas sintieron más tarde que no a todo el mundo le cayera bien la hija. A muchas sí les caía bien la hija pero no a todas las personas igual que a todas las personas les había caído bien la madre. La hija era encantadora en el interior de su ser, no todas las personas lo veían por el exterior de su ser, pero indudablemente algunas personas sí lo veían. Ella a veces sí pensó que a su madre la agradaría una historia que no le agradaría a su madre, cuando más tarde su madre estuvo más enferma la hija sabía que algunas historias que ella podía contar no le agradarían a su madre. Su madre murió y en realidad en general en conjunto la madre y la hija habían compartido una con la otra historias que las habían hecho muy felices.
La hija entonces llevó la casa de su padre y cuidó a su hermano. Había muchos familiares viviendo con ellos. A la hija no le gustaba que vivieran con ellos y a ella no le gustaba que murieran con ellos. A la hija, la habían llamado Ada como a su abuela quien tenía una forma deliciosa de oler las flores y de comer dátiles y azúcar, no le gustaba nada en ese momento igual que no le gustaba tanto lo de morir y no le gustaba la vida que estaba llevando entonces. De vez en cuando algún viejo caballero le contaba historias deliciosas. En general entonces nadie en su vida le contaba bonitas historias. Ella le dijo a su padre el Sr. Abram Colhard que a ella no le gustaba nada ser un ser viviente entonces. Él nunca dijo nada. Ella tuvo miedo entonces, ella era una persona que necesitaba historias encantadoras y que se las contaran felizmente y no tener esa cosa de estar siempre temblando. Entonces todas las personas que podían vivir con ellos estaban muertas y quedaron entonces el padre y el hijo un hombre joven entonces y la hija que llegaba a ser ésa entonces. Su abuelo les había dejado algún dinero a cada uno de ellos. Ada dijo que ella iba a usarlo para marcharse de ellos. El padre no dijo nada entonces, entonces dijo algo y ella no dijo nada entonces, entonces los dos no dijeron nada y entonces fue cuando ella se marchó de ellos. El padre se puso muy tierno entonces, ella era su hija entonces. Él la escribía cartas tiernas entonces, ella le escribía cartas tiernas entonces, ella nunca volvió a vivir con él. Él quería que ella volviera y ella le escribía cartas tiernas entonces. A él le gustaban las cartas tiernas que ella le escribía. Él quería que ella viviera con él. Ella le contestaba escribiéndole cartas tiernas y contándole historias realmente bonitas en ellas. Él no escribió y después él volvió a escribir y hubo un poco de espera y después él escribió cartas tiernas otra vez y otra vez.
Ella llegó a ser más feliz que cualquier otra persona que estuviera viviendo entonces. Es fácil creer esto. Ella le estaba contando a una persona, que estaba amando cada historia que era encantadora. Una persona que estaba viviendo estaba casi siempre escuchando. Una persona que estaba amando estaba casi siempre escuchando. Esa persona que estaba amando estaba casi siempre escuchando. Esa persona que estaba amando estaba contando lo de ser una persona que entonces estaba escuchando. Esa persona estando amando estaba entonces contando historias que tenían un principio y una mitad y un final. Esa persona era entonces alguien que estaba siempre totalmente escuchando. Ada era entonces alguien y todo su estar viviendo entonces alguien que totalmente contaba historias que eran encantadoras, totalmente escuchando historias que tenían un principio, una mitad y un final. Temblar era vivir enteramente, vivir era amar enteramente, una persona era entonces la otra persona. Indudablemente esta persona estaba amando a esta Ada entonces. E indudablemente Ada durante todo su estar viviendo entonces fue más feliz viviendo que cualquier otra persona que pudiera, estuviera, esté, o pueda estar jamás viviendo.
Esta traducción es de Michelle Reñé y fue publicada en el lugar altruista de Mujer Palabra. Hay que citar la fuente, es el mínimo de la convivencia.
ResponderEliminarhttp://www.mujerpalabra.net/conoce_a/pages/gertrude_stein/gertrude_stein_ada.htm