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lunes, 27 de febrero de 2012

LA TOURNEE DE DIOS (FRAGMENTO DEL LIBRO DE ENRIQUE JARDIEL PONCELLA)



Las juventudes actuales no tienen fe ni creen.
Y uno cree... y no tiene fe.
A uno le falta la fe, sí.
Pero quizá para creer no sea la fe absolutamente necesaria.
Tener fe es masticar sin dientes.
¿Y quién ha dicho que sean imprescindibles los dientes para
masticar?
¿Acaso no existen máquinas masticadoras?
Se puede no tener fe y, sin embargo, creer.
Se puede no tener fe y, no obstante, llevar dentro,
arraigado, letal, innato e inconmovible el sentido
de lo religioso.
Sentirse a veces triste o desvalido, o melancólico, significa
religiosidad.
Reír sin ganas es religiosidad.
Disculpar la estupidez ajena; soportar el contacto de
personas insoportables, alzarse de hombros ante lo
indignante, es religiosidad.
Ir por carretera en automóvil, sin rueda de repuesto, y
aguantar tres pinchazos, y tirarse al suelo una y otra vez a
parchear las cámaras pinchadas, y hacer todo esto sin emitir
blasfemias, es religiosidad.
Considerar el egoísmo como una de las facultades del
alma —MEMORIA, ENTENDIMIENTO, EGOÍSMO Y
VOLUNTAD— es religiosidad.
Querer a los niños y a los perros por el solo hecho de ser
perros y ser niños es religiosidad.
Afeitarse a diario resignadamente es religiosidad.
Decir cada día diez veces: "¡Amigo mío!", mientras se da
un abrazo a un bípedo despreciable que sabemos que nos
difama es religiosidad.
Aguardar un tranvía de la Prosperidad sin protestas
ostensibles, es religiosidad.
Fumar tabaco español sin pensar en cambiar de marca, es
religiosidad.
No tener dinero, y simpatizar con el capitalismo,
eso es religiosidad también.
A veces, al dejar el lecho después de habernos entregado
con una mujer, que jura querernos, a un goce delirante,
sentimos un desconsuelo, una gana de llorar de, llorar
hasta el hartazgo—, de llorar todo cuanto llevamos dentro
de delicado, de tierno, de puro, de noble y que cada amor
nuevo pisotea, envilece y ensucia un pozo más.
Pero reaccionamos porque la vida es reacción,
y sonreímos y silbamos un cuplet cualquiera,
y cuando aquella mujer pregunta:
¿Estás contento?
Respondemos:
¡Figúrate!
Eso también es religiosidad.

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