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miércoles, 19 de marzo de 2014

ENTREVISTA LITERARIA A MARCELO CAMPANER - AUTOR DEL LIBRO LAS CARAS DE LA REDONDA -




 
LLTV: ¿Qué es lo que hizo que vos que trabajaste como psicólogo deportivo en las inferiores de un club (Racing), escribieras un libro sobre historias de fútbol? Estamos hablando de Las Caras de la Redonda. 

MC: Es una pregunta que abarca varias al mismo tiempo. En este caso la cuestión del psicólogo queda totalmente corrida de lado, más que utilizarla en un cuento que justamente se llama “Un Partido de Locos”, donde el destino del Hospital Borda se define en un partido de fútbol. Justamente, entre locos que defienden la causa, y psiquiatras de primer año que están de paso. Pero pasan cosas que son desopilantes, porque toca muchas cosas que uno vivió ahí adentro. Lo que es la política adentro del hospital, los jefes de servicio, y justamente hay un psicólogo que se pone el equipo de los locos al hombro, y juega para los locos. Resumidamente es el único arañazo que te puedo contar, que tiene este libro de 10 cuentos. El fútbol es de alguna manera la excusa. Más que el fútbol, es la pelota. Lo subrayo en un cuento, y lo digo sin mencionarlo en el resto, la diferencia entre jugar a la pelota y jugar al fútbol. Yo vivía en un barrio donde pasaba un auto cada 20 minutos. Entonces, jugar a la pelota es otra cosa. Hoy en día llevás a tu pibe a jugar al fútbol, y le enseñan a jugar al fútbol. ¿Qué es jugar al fútbol? Aprender sistemas de defensa, tácticas de ataque, hay un director técnico de afuera que te indica qué tenés que hacer y que no tenés que hacer. Jugar a la pelota es otra historia. Jugabas contra la pared, jugabas contra el cordón de la vereda, jugar a la pelota es parar el partido porque pasa un auto, es aprovechar a tu favor los accidentes geográficos, como un árbol plantado en el medio de la cancha. Existe una sensación de libertad, de sentirse dueño de uno mismo expresado en ese caos, donde no existen las posiciones claramente definidas, por lo que no significa que se juegue en un completo desorden.  Y el hilo conductor que atraviesan los cuentos es que si no había pelota, no había mucha cosa para hacer. Entonces rescatar todo eso que habíamos perdido, que era la vida de los pibes de barrio donde la puerta de calle era como una especie de lámina muy finita, me encargo de marcar siempre esto. Que la puerta estaba siempre abierta, y entre el afuera y el adentro, casi no había una diferencia. Entonces hay muchas imágenes que tratan de volcarse en estos cuentos. Aparecen los inmigrantes, las casas bajas, los pibes que te fueron formando en el barrio que eran más grande que vos, una etapa de vida. De hecho hay un cuento que habla puntualmente de cuando se viene la dictadura. Se detiene un partido y se detiene otra cosa, donde se paraba el partido cada vez que pasaba un auto. De pronto se detiene el partido porque aparecen 3 unidades del ejército. Y ahí aparece otra cosa o pretende dar cuenta de lo que se viene. Se llama “Una cuestión de tiempo”, es una metáfora, el cuento es una enorme metáfora, se detiene el partido, pero también se detiene el tiempo y se congela todo. 

LLTV: Es tu primer libro de narrativa. ¿En qué momentos lo escribiste, cómo fue saliendo? 

MC: Es mi primer libro de narrativa. Ya tenía la ventaja de tener 3 cuentos escritos en mi cabeza, era como decía Cortázar en un reportaje “Solamente había que pasarlos a lenguaje”. O sea que había que sentarse y ponerse a escribirlo. Y el resto de los cuentos…es un permiso que uno se da. Lo sorpresivo finalmente viene, después de todo, es lo que creo te pasa a vos con La Letra Tal Vez. Lo sorpresivo son las devoluciones que aparecen en la página del libro de la gente que lee los cuentos. Uno no tiene noción de hasta dónde puede llegar lo que se escribió. Cuando me senté a escribir era una especie de deuda que tenía conmigo de querer darle cierta concreción en papel de algo que tenía en la cabeza. En definitiva quiero decir que me divertí mucho escribiendo este libro. No veía la hora de sentarme a escribir por pensar en lo que me iba a pasar. El que escribe, sabe que al momento de escribir, algo bueno le va a pasar.  

LLTV: Si te parece nos gustaría hacerte algunas preguntas literarias, nuestra Entrevista Literaria. 

MC: Adelante. 

LLTV: Los tres libros mas importantes que hayas leído o que mayormente te constituyeron como persona. 

MC: Hubo etapas, pero los que me marcaron fueron, primero Corazón de Edmundo de Amicis. Sin darme cuenta tiene una historia ese libro, porque hay una historia personal de vida. Un abandono paterno cuando tengo 3 años. Y en ese libro, me encuentro con algo parecido, un niño buscando al padre. Lo leí en 1975 a mis 9 años y fue mi primer libro. Después hay un salto, son etapas de la vida. Yo no era de leer, justamente lo mío era estar en la calle todo el día y la pelota. Yo escuchaba los pelotazos en el portón y no me sentaban ni a palos a hacer nada. Mi madre leía mucho, tenía la colección “Los Clasicos” de tapa roja, de hojas muy finitas y protegidos por una caja de plástico también roja. A los quince años, mi inolvidable profesora de Literatura Antonia Peña, a quien recuerdo siempre y cuando la veo me encargo de agradecerle su insistencia por la lectura. Nos leía a Borges. La recuerdo parada en medio de la clase diciendo: “¡el castellano es rico!”. Recién a los 20 años empiezo a retomar la literatura más allá de la formación de la facultad. Y allí leo mucho a Boris Vian, Que Se Mueran los Feos, El Arrancacorazones, por ejemplo. Yo me juntaba mucho con una compañera que había conocido haciendo el Ciclo Básico. Como libro te podía nombrar La Espuma de los Días. Y más adelante, más avanzado ya me enganché con las biografías, de ver cómo terminan estos personajes. Y finalmente, te puedo decir Los Cuentos de Edgar Allan Poe, la manera oscura y siniestra en que terminan los cuentos. Fueron tres etapas de mi vida, como una pirámide.

Después hay una infinidad de autores y de libros, argentinos en particular, latinoamericanos, portugueses y españoles. Españoles leí hace poquito a Matilde Asensi, a Pérez-Reverte, Almudena Grandez, Unamuno. Ahora pedir nombrar tres libros es injusto, porque pedir hablar de libros es como el currículum vitae de uno… 

LLTV: Varios nos recriminan esto. 

MC: Yo quiero que quede registrado el reclamo, así con el dedo en la mesa (risas). Es que después llego a casa, miro la biblioteca y empiezo, cómo me olvidé de este. Hay muchísimos, hay mexicanos, chilenos, de Carlos Ruiz Zafón que es español, por ejemplo  tiene una trilogía muy linda La Sombra del Viento. El Origen Perdido de Matilde Asensi también es muy bueno. Pero son muchísimos, Abelardo Castillo, Alberto Laiseca, José Pablo Feinmann. Esto de elegir un libro es lo que constituyó en ese momento de tu vida ese libro. Entonces haber leído a Boris Vian, a Edmundo de Amichis en aquella época, y después a Edgar Allan Poe. Tan opuestos uno al otro… 


 
LLTV:¿ En qué circunstancias escribís? 

MC: Voy a empezar de atrás para adelante. La última que descubrí, que me parece mas práctica, me compré un grabador chiquito, entonces por ahí uno lo dice y lo tiene grabado. No lo tenía incorporado, pero esto surgió a partir de un recuerdo infantil de mi vieja grabándonos cantando en la mesa o hablando cualquier cosa, ella lo hacía sin que nosotros nos diéramos cuenta, eso también para recordar el tono y el timbre de la voz cuando éramos chicos. Y esto me parece un recurso rápido y viendo esta pregunta que me hacés como forma de escritura, me levanto muy temprano a la mañana, a partir de la 6 de la mañana, puedo estar sentado escribiendo cuando todos duermen, y también cuando todos se van a dormir. Hoy por una cuestión de vida organizativa, creo que estoy supeditado a esto y no tengo mucha escapatoria. Me pasa por ahí que no tengo mucho tiempo durante el día. O tal vez entre un paciente y otro se me puede ocurrir algo, y ahí escribo a la vieja usanza, papel y lápiz. Lo ideal por ahí es la computadora porque se hace más fácil, pero suelo escribir con birome y después tengo cada mescolanza. No sé a veces qué cosa va primero, le pongo números arriba, pero cuando escribo a mano podes encontrar de todo. Flechas que van del primer renglón al último, es un enredo total, pero es hermoso. Lo lindo es que la escritura te sorprende en cualquier momento del día, hasta haciendo las compras.  

LLTV: ¿Qué libro te marcó algo para siempre y por qué? 

MC: …(Se queda pensando varios segundos…) Qué pregunta esa. La Carretera, de Cormac Mc Carthy. Me marco, me angustio y me aterra pensar si eso llega a pasar. Como libro que me marco y mucho, podría ser ese.
 

LLTV:¿Recordás qué libro te generó muchísima expectativa y te defraudó en     la misma o mayor proporción? 

MC: Me parece que me voy a poner a muchos en contra pero me pasó con clásicos por ahí… 

LLTV: Pero si el autor ya está muerto no te va a salir a cruzar…(Risas). 

MC: No seguro, no me va a decir nada. Te voy a confesar qué es lo que me pasa. Ante la pregunta se me hace un embudo, que hasta que termino de filtrar, tengo que asentar la idea. El tema es cuando no te acordás ni siquiera el título del libro. Me pasó con uno de Saramago. Me pasó con Ulises de Joyce. Me lo regalaron hace como 20 años y creo que voy por la cuarta hoja. Debe ser interesante, pero he encontrado autores que han sacado libros para entender Ulises, lo que me parece más inconcebible todavía. Yo no puedo entender que un tipo saque un libro que sea como un manual de instrucciones para entender el Ulises. Y yo creo que tiene que ver con esto de mistificar, pero me parece que hay que acercarse como escritor de otra manera. Por ahí, como dice Lacan, a Joyce la escritura lo salvó de la locura. Buenísimo por Joyce, pero el tipo que va a la librería y le dicen “Lee esto que es fabuloso”…Me resulta como demasiada bambolla. Es como que hay que leer esto porque está de moda, como que no podes no leer a este fulano. Y no sé si es tan así. Un libro que no te deja nada en la cuarta hoja, es complicado. Yo creo que si uno escarba un poquito en cada lector, no sé si Ulises es para tanto, pero bueno, es el desenmascaramiento que me gusta a mí.

Cuando escribí este libro me propuse ser lo mas llano posible, y releyéndolo y compartiéndolo con los mas allegados, me bajaban a tierra. Acercar a la lectura a aquellos que no la tienen como habito. Entonces no podes escribir en difícil cuando tratas de reflejar un barrio. La literatura debería ser otra cosa, bajar un poco mas y entrar por muchos otros lugares. Me gustan más los libros de papel, pero también de carne y hueso (Risas). 

LLTV: ¿A qué personaje de qué libro invitarías a tu casa a comer un asado con el ánimo de divertirte? 

MC: Ya lo tengo. Hay un personaje que se llama Fermín, en la trilogía de Calos Ruiz Zafón. Es un tipo que lo encuentran en la calle, es un linyera, que le dan laburo en una librería, y detrás del semblante del linyerismo hay una cosa muy interesante. A ese personaje más que a un asado, me lo llevo a vivir a mi casa.  

LLTV: ¿A qué personaje de qué libro invitarías a tomar un café, con el ánimo de conocerlo un poco más? 

MC: Te nombré a Matilde Asensi y ella tiene una Trilogía, La vida extraordinaria de  Martín Ojo de Plata donde el personaje principal se desdobla entre hombre y mujer. Es un terrible pirata por un lado y una hermosa y sensual mujer, la misma persona. También la invitaría a vivir conmigo en mi casa (Risas). Aprender a manejar una espada y terminar siendo un gran espadachín siendo mujer, ponerse unas fajas en las tetas para no ser descubierta y poder manejar toda una tripulación adentro de un barco como si fuese el capitán más temido del Caribe. Y por otro lado los sentimientos, la suavidad y la ternura de una mujer, ya que se enamora de un chico que se ofrece a servirla en sus hazañas. A ese personaje lo junto con Fermín y hacemos un desastre. 

LLTV: ¿Tenés escritores que puedan llamarse referentes para vos? 

MC: Si te digo que tengo uno solo te miento. Son rasgos generales, los latinoamericanos tienen una forma de escribir, tienen una marca. Si tuviera que elegir uno, te estaría nombrando un contemporáneo nuestro, que tiene nuestra misma edad más o menos: Marcelo Birmajer. Me gusta mucho como cuenta las historias. Así como lo más cercano. Estoy leyendo un libro tras otro…Me gustaría a mí escribir con esa facilidad. Encontrar en un escritor algo que te acerque a la literatura.   

LLTV: ¿Tenés vicios en el ejercicio de la lectura? 

MC: ¡Millones! Primero que no se le ocurra a nadie tocarme un libro en la biblioteca, porque aparte en el desorden que tengo, tocaron algo y me doy cuenta. Soy de forrar algunos libros. Junto dos hojas en blanco tamaño oficio, pegadas con cinta scotch en el medio. Esto lo hago cuando digo, y este libro a quién le importa lo que estoy leyendo. En todo caso preguntame qué estoy leyendo, pero solo lo hago con algunos. No puedo no tener un lápiz, si tiene goma en la otra punta mejor, sino además una goma y un sacapuntas. No puedo no tener eso cuando leo. No me gusta marcarlos con birome, tiene que ser lápiz. Nunca los borro, siento que daño el libro pero no tanto. Resaltador no uso, salvo los libros de Freud de la época de la facultad, ahí si. Esos están hechos un desastre. Pongo muchos signos de interrogación, muchos dos palitos significa una cosa, tres palitos, significan otra. Muchos signos de exclamación. Mucho “ja ja ja” si me parece una boludez lo que estoy leyendo. Llaves, corchetes y paréntesis.
 
Por ejemplo, el otro día encontré en un libro la palabra “Calimba”. Que la había escuchado hace mas de 20 años cuando iba a ver Don Cornelio y la Zona (Palo Pandolfo). Hay un tema que a mi me encantó siempre que se llama “Tazas de Té Chino”, y hay una parte de la canción que dice “Antigua Calimba”. La busqué en aquel entonces en el diccionario y no estaba. Y lo terminé de encontrar en un libro, viene de “carimba”, que era una marca hecha con un hierro al rojo vivo. A los esclavos, a los negros africanos, se los marcaba  en la cara, como si fueran animales, para señalar la propiedad del dueño y recuperarlos por si se fugaban. El Diccionario de la Real Academia Española la llama “calimba”, pero la palabra que se usaba en los siglos XVI y XVII era “carimba”, y así aparece en todos los documentos de la época. Este fragmento esta subrayado con todos los signos matemáticos que se te ocurra. Fue un doble hallazgo, aquella palabra que en su momento no encontré, y por otro lado, algo en relación al título que había elegido para mi libro, esa expresión en la cara, rasgo o como quieras llamarlo, que en lugar de hacerse con un hierro hirviendo, esa marca queda en el alma y  la deja para siempre esa cosa redonda.
 

Entrevista realizada por Walter Gómez

Marcelo Campaner además de ser el autor de el libro Las caras de la Redonda, es psicólogo. Trabajó en el Hospital Borda y fue el psicólogo de las inferiores del Racing Club de Avellaneda

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