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lunes, 12 de mayo de 2014

CRÍTICA AL ESPECTÁCULO TEATRAL - LATIENDO AL COMPÁS -






El sábado  presencié  un show de flamenco, me dijeron que era un “tablao”.

Bueno, llegué tarde, la persona que me recibió lo hizo por mi nombre antes de que me presente y si bien me perdí como empezó, este señor me hizo sentir bien.

Con una sonrisita se me abre el telón y entro al lugar, iluminado a medias, silencio de hablar, una guitarra, y un cajón.

Se me fue la sonrisa porque el lugar impactaba y quedé pegada en la escena.

Que lindo. Me senté, y cuando quise saludar a mis amigos, puntuales, no pude porque empezó a cantar la chica que se adhería a la guitarra y a la percusión. Le dicen cante, a esta forma de cantar.

En fin, nadie hablaba ni se distraía porque realmente la música el aire, la luz, las mesas con copas, era todo exacto. Podría decir perfecto, porque eso era lo que pensé cada vez con mas fuerza a medida que pasaba el show, pero perfecto lo ensucia, no era perfecto, tenía sus sabores, lo que lo hacía mejor, porque repito que me parecía exacto.
Como cuando la llave abre, o algo encaja y se queda trabado porque así está bien.

Esta chica tenía una voz que te limaba el cerebro, era hermoso por donde se lo mire, la guitarra una delicia y el cajón con sabor a metal sí que hacia juego con los tacos de las chicas.

Claro, porque después entraron. Eran 3, con unos vestidos muy lindos que las dejaban paradas en una cajita de cristal como si fueran muñecas. Las manos eran todo suave, los ojos, los gestos de la cara y las espaldas, me dejaron de boquitas pintadas.

Cada una con su estilo. Parecían pájaros haciendo la danza del celo (cita a un comentario de Rodrigo, mi compañero, que se emocionó bastante y no paraba de reírse de lo lindo que era estar ahí)
Si, tiene razón, parecían pájaros entrando al vuelo. Era muy agradable estar inmerso en todo eso.


Luego una pareja principal, ella y él.
No se si tradicional o no, esperaba a un gitano de pelo largo, yo que no entendía nada de lo que estaba viendo, pero apareció este hombre, que pensé que se había quedado atrapado detrás de escena y quería pasarse al público, porque abrió el telón tan de repente y escondido que no pensé que iba a pisar tan fuerte.
Una dulzura lo que hizo, daban ganas de pararse a aplaudir.
Ella luego de él, pasándose de un lado al otro, era demasiada energía que venía hacia nosotros, no se si ellos se dieron cuenta pero al menos a mi, me contaron muchas cosas sin hablar. Bailaron, tocaron y cantaron, pero no hablaron y se dijo mucho.

Tengo recuerdos, de navidades escuchando canciones españolas, porque soy descendiente de españoles. Me sorprendió darme cuenta lo poco que entendía de todo esto, bastó con verlos bailar y comunicarse como lo hicieron, para sacarme el prejuicio de que el flamenco me embola. Me gustó mucho, en mi mente al decir español se me venía un salticado y aplaudir, pero no fue así. Estas sexy-mujeres, y varones con v de Varón, se vieron tensionados en los brazos, la fuerza, el amor y la melancolía del concepto en su totalidad, trataron todo esto casi contando con el movimiento chiquitito en los labios casi cantando y contándonos historias. No me interesaban de qué, sino en lo que ellos producían.  

No se si lo explico muy bien, pero si querés ir a comer y disfrutar de un show que te llega hasta las tripas, prestes atención o no… Si querés eso podes ir a “Salta y restó”,  SALTA 755, el 24 de mayo a las 21.30 hs. Van a repetir este espectáculo por única vez.
El show se llama “Latiendo a compás”

Los músicos, son
Montse Ruano (voz)
Moisés Oblitas (guitarra)
Nacho Jauregui (percusión)

Chiquitinas bailarinas
Iara Urrustarazu
Silvina Cerri
Naty Lopez

La pareja explosión
Yamil Rabaj
Yanina Martinez

El 19 de junio la parte bailaora (y ole!) presenta una pieza teatral a cargo de Yanina Martinez, en “El perro Andaluz”. Dirección y hora, se dirá más adelante, mientras tanto siguen trabajando mucho para regalarnos una vez mas esta luz que aparece cuando el escenario sostiene a personas contentas, que se expresan con todo y que te hacen ser feliz también, porque la energía se contagia.

Un placer!


Crítica realizada por Laura Soledad Beraldi


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