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miércoles, 31 de octubre de 2018

ENTREVISTA A LA ACTRIZ ANAHÍ GADDA




LLTV: Estas terminando en teatro la temporada de “No es amor, es deseo” de Patricia Suarez y Sandra Franzen, en Tadron Teatro este viernes 2 de noviembre. Contanos de tu personaje y que desafíos encontraste en esta pieza
AG: Mi personaje es “María”, una mujer, patrona de estancia en el campo en los años ´20 en la Argentina. Casada muy joven con Honorio, la obra va relatando toda la peripecia de ese matrimonio en la búsqueda de un hijo. En la obra esta búsqueda se plantea como una necesidad o mandato por parte de la mujer. El matrimonio empieza a su vez a jugar en la intimidad del hogar un juego de roles donde mi marido (Honorio) se “trasviste” en un personaje aludido: “La Ángeles” (que es la hermana difunta de María). Ese juego encuentra su conflicto con la aparición de Justo, el peón de la estancia, quien, al descubrir a Honorio convertido en Ángeles, se enamora de ella. Y él también. Es una obra tejida brillantemente acerca de los vínculos, el deseo sexual y el afectivo, y el amor a través del tiempo. La obra me proponía un desafío al encarar un personaje con un temperamento fuertísimo, una fuerte convicción religiosa y un habla propia del campo y con un tono absolutamente desenfrenado. Estas características del personaje requieren de una composición bien distinta a la que propondría una actuación costumbrista, más cercana a mi propia energía. Es un proyecto bellísimo, una trilogía teatral escrita maravillosamente por Patricia Suárez y Sandra Franzen.

LLTV: Me enteré por ahí que en el 2019 vamos a verte en un film “Lobos” junto a Daniel Fanego. ¿Es así?
AG: Si. “Lobos” es una película argentina dirigida por Rodolfo Durán y escrita por María Meira. Es un policial, que encara la vida de una familia donde el trabajo sucio y el robo a mano armada son moneda corriente y han servido para dar de comer a toda una familia. Mi personaje es Naty, la hija del personaje que interpreta Daniel Fanego (Nieto). La película inicia cuando él ya está queriendo salir de ese ritmo álgido de vida. Y junto a mi marido (Alberto Ajaka) intentan llevar adelante su último trabajo, asociados con Molina, el jefe de la policía, personaje que interpreta César Bordón. El núcleo de la familia se completa con un hermano varón (Luciano Cáceres) que quiere ir a contracorriente de la historia de su padre. Fue una gran experiencia. Para mí fue muy interesante construir a esa mujer, madre, con deseos de crecimiento, y llena de contradicciones, pero queriendo resguardar a su familia: sus hijos, su marido y su padre y hermano. La película se filmó en varias locaciones del conurbano bonaerense y en la localidad de Lobos. El equipo técnico y creativo hizo un gran trabajo y el rodaje fue intenso, en la época más fría y lluviosa de este invierno, bien a tono con la oscuridad de la película. Tenemos muchas ganas de verla.

LLTV: En qué otros trabajos podremos verte en el 2019. O qué proyectos hay.
AG: Siempre hay varias cosas dando vueltas. Algunos proyectos que me entusiasman especialmente, en teatro y en cine, pero que aún se están confirmando. Estoy trabajando en la formación de la Liga de Dramaturgos Jóvenes sobre la temática de la Identidad en varios ejes que nos tocan como argentinos junto a un grupo de artistas que aprecio especialmente por su modo singular de escritura.
También comenzando a delinear junto a una saxofonista un espectáculo de música, poesía y teatro con un formato muy nómade. Y trabajando en el armado de unos talleres de actuación, cine y literatura para llevar al exterior. En 2019, tendremos el estreno de “Lobos” de Rodolfo Durán y posiblemente la continuidad de la trilogía de “No es amor, es deseo” en un nuevo formato teatral.



LLTV: ¿Me dejás Anahí hacer un repaso literario? Hace 5 años fuiste una de las primeras artistas en aceptar nuestra entrevista literaria y me imagino que en este tiempo habrás incursionado en otras muchas lecturas ¿Qué nuevos libros te significaron algo, o más aún te conmovieron?
AG: Y fue un verdadero placer para mí, porque la literatura es una zona infinita para conversar. Este año vino reñido de lecturas muy diversas. Pero sobre todo, pude retomar ciertos hábitos de contacto con la lectura y la escritura que no tenía tan sistematizados. Y debo reconocer que estoy disfrutando mucho de eso. Hay algunos ensayos y novelas que recomendaría sin dudas: “La historia del amor” de Nicole Krauss, “El grito silencioso” de Kenzaburo Oe, “La revolución es un sueño eterno” de Andrés Rivera. Y algunos ensayos que me encantan… sobre literatura: “Kafka” de Nicholas Murray y “Narraciones para cine” que son los guiones literarios de Andrei Tarkovski, un libro que cualquier cinéfilo disfrutaría. Lo descubrí en un lanzamiento de Editorial Mar Dulce a principio de este año y decidí regalármelo. Otro libro de resonancias magníficas para este tiempo y que vale la pena su relectura es “La resistencia” de Ernesto Sábato. Es un año donde decidí también estudiar sobre feminismo. A mis 18 años recuerdo estar sentada en una butaca del teatro Coliseo en un concierto de Liliana Felipe junto a un grupo de mujeres de la línea violeta del Partido de los Trabajadores para el Socialismo que fundaron “Pan y Rosas”. Cantábamos la consigna tan escuchada sobre el aborto legal que este año se puso en boca de todos. Así que fue un tiempo especial de ver la siembra de aquél tiempo, donde decidí volver a leer, pero sobre todo a estudiar sobre feminismo. Creo que incluso me ha ayudado a modificar la asimilación de varios aspectos de mi vida íntima. Recomiendo especialmente la lectura de la gran Simone de Beauvoir, Dora Barrancos y libros como “El pensamiento heterosexual” de Monique Witig y “Política sexual”, de Kate Millet.
Ah!! Y si de conmover hablamos no puedo dejar de nombrar a la poeta pampeana Olga Orozco. Leerla es absolutamente curioso y conmovedor. Estuve con su mundo rondando en la cabeza mucho tiempo, gracias a mi maestro Pompeyo Audivert.
Y este año recibí un regalo muy deseado, el libro “51 poetas, Antología íntima” de J.M. Coetzee, uno de mis escritores predilectos. Lo descubrí leyendo “La edad de hierro”, que es una novela que amo. A la semana de tener el libro en mis manos, me entero que Coetzee estaría en Buenos Aires dando una charla en la Biblioteca Nacional. Así que fui con mi ejemplar gordo en mano a develar un costado cholulo que hasta entonces me desconocía, y ahí tengo mi libro dedicado por un premio nobel.

LLTV: En aquella entrevista del 2013 nos habías contado que desde chiquita escribías lo que soñabas. ¿Lo seguís haciendo? ¿Nunca pensaste en publicar lo que escribiste?
AG: Bueno sí, es una actividad que había suspendido los últimos años, por diversos motivos. Pero ya hace unos meses pude retomar mi vínculo creativo con la escritura desde varios frentes. Estoy escribiendo una antología de cuentos (algunos de ellos, como habré mencionado aquella vez, nacidos de imágenes de los sueños, o imágenes que se fueron elaborando en ficciones). Uno de ellos está mutando hacia un monólogo para ese proyecto que mencioné antes en dúo con la saxofonista. Y también estoy trabajando en la redacción de algunos libros por encargo, en formato de ensayo: uno sobre educación y otro autobiográfico, que terminaré en dos meses y que saldrán editados el año próximo. El trabajo de “ghostwriter” es una tarea que llevo delante hará seis años aproximadamente, de manera a veces continua y a veces discontinua. Nunca verás mi nombre en los títulos, pero he encarado experiencias literarias y humanas muy enriquecedoras y bueno, también viviendo de la escritura por etapas. Para uno de ellos, el ensayo que es sobre Educación, tuve que buscar muchísimo material bibliográfico nuevo sobre el tema, para estar a tono con la actualidad, así que he leído bastante sobre eso estos meses. Algunos que rescato especialmente es “La importancia de la educación”, de Jerome Bruner, “Sobre la educación en un mundo líquido” de Zygmunt Bauman; “Una llamada de atención: carta a los mayores sobre los niños de hoy” de Philippe Meirieu. Estos fueron libros muy centrales para el desarrollo ideológico y espiritual de ese libro. También abonaron en mi mirada como directora y docente del Proyecto que creé en 2010 “El teatro en la construcción de la identidad”, que continúa desarrollándose en el Centro Cultural de la memoria Haroldo Conti, Ex Esma.



LLTV: ¿Una película que recomiendes verla si o si y por qué?
AG: Bueno, a ver… de esto habíamos conversado la vez anterior. Podría recomendar miles y más actuales. Pero voy a elegir “Amour” de Michael Haneke. Porque es una película mayor, conflictiva, que habla de modo muy profundo de los vínculos humanos sin una visión de “cuento romántico y revisitado” acerca del amor. Evita todos los lugares comunes entrando en el terreno metafísico de la vida, con todos sus grises. Una película profundamente existencialista. Habla con verdad, es un guión inteligente y la actuación de Emmanuelle Riva (con quien también trabajó en el film “Hiroshima Mon Amour”) es sublime. El cine de Michael Haneke me resulta apasionante, al igual que su pensamiento.
Si me dejas, también recomendaría una película de otras características, pero por un motivo muy distinto. En principio es el hecho de que, a diferencia del resto de la filmografía de Godard (de la cual soy una gran aficionada) en este caso, construye un film que es pura  indagación artística, es una exploración audiovisual, con una fotografía absolutamente atractiva, un viaje musical y sensorial muy hondo, que creo que cualquier persona sensible a los estímulos artísticos puede disfrutar. Se trata de “Adieu au langage” (Adiós al lenguaje) de Jean- Luc Godard.

LLTV: La última, la crisis del país es cada vez más profunda, y el 2019 se presenta bastante peor. ¿Cuánto puede repercutir esto en el teatro alternativo y cómo está la situación hoy?
AG: En momentos de crisis el ser humano tiende a encerrarse. Primero la comida, el resto de las necesidades fundamentales y último, la cultura. Es lo primero de lo que se prescinde. El teatro independiente en nuestro país está muy supeditado al esfuerzo individual. Por supuesto que son necesarias políticas públicas que faciliten la posibilidad del crecimiento cultural en un contexto donde el desarrollo artístico sea considerado vital para el pensamiento crítico de la sociedad. Claro que no es la lógica imperante en la oleada política que gobierna en Latinoamérica. Sin embargo, el modo irreversible de no repetir la historia y voltear las crisis que benefician a unos pocos, es la herramienta de la educación y la cultura. Hace poco, al finalizar una función, me tocó leer a los espectadores una carta que todos los elencos estaban haciendo circular, que refiere a que al teatro se nos está viniendo la noche, y que hay que estar con los reflectores bien alertas y activos para que no se arrase con esos espacios tan necesarios. No tengo dudas de que el teatro es el sitio por antonomasia para hacernos preguntas. Además que es el camino por el cual elijo transitar mi vida. Todo lo que está ahí en escena está para que el ser humano se ponga en tela de juicio, al igual que a sus ideas, sus sentimientos. Hay un trabajo muy artesanal en la construcción de una obra, me refiero a cierto tipo de expresión teatral. A diferencia del cine y la televisión que son máquinas industriales ancladas también en otros mecanismos, en el teatro, la potencia de un cuerpo humano frente a otro en la complicidad y el encuentro es de una potencia brutal y modificadora. Todo lo que humaniza es bienvenido, siempre. Pero claro, en la maquinaria del capitalismo las crisis nunca son inocentes. Y el arte no está exento de ello. En su condición primaria, el arte implica desafío y resistencia.


Podés visitar la página de Anahí Gadda y conocer mas de ella en https://anahigadda.com/

Entrevista: Walter Gómez

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