lunes, 27 de febrero de 2012

GUITARRA NEGRA (HOMENAJE A LA POESÍA DE LUIS)



VOZ DE DIOS


Oigo su gemido de papiro
de suceso que dice
de inabarcable reposo,
de pensamiento.
Y le oigo desde aquí,
desde donde sólo soy su desierto.
Oigole desde el desierto se su alma,
desde la soledad del silencio
y desde las voces de la mía.
Es una flor transparente
murmurada por sus pétalos
y vociferada por su tallo.

Sencilla es su mirada que retorna.
Todos sus colores son la luz que se ahuyenta
y su forma que se corroe.
Más óigole decir innumerables veces:
“Yo soy de otro reino
venid a mí
venid a mí”.

13

III

La orquídea ha muerto
con su mano desierta e inquieta
que la ha estrangulado.
Un músico dormido
inclina su fatigada cabeza
pereciendo entre la neblina del teatro.
¡Este cuadro me asombra más que mi espejo
cuando oigo el roer de los monstruos que viran a mi cráneo!.

14

IV

Los puentes de mi conciencia
están desplegados de sus extremos
y flotan en el aire tibio
como cosas dispersas.
Unas tremendas manos vacías
sobresaltan mi soledad
haciéndola aún más inexistentes
pronunciando a tientas
las sucesivas muertes de mi alma,
mi alma de jarrón.
Hoy veo sólo la espuma
Sobre la que retozan
Los enternecidos desechos de mi esqueleto.

15

V

Pido disculpas a los días de Pascua
por haberme roto la boca
con el humo de la adormidera.
Pido disculpas
a la gloriosa peluca
por haberla pisado
con mi aplanadora de estiércol.
Pido disculpas
A la muerte
por haberme reído
mientras transcurría.
Pido disculpas
al enano
por haberle vomitado un calibre.
Pido disculpas
al blanco asiento
por haberle escrito
mi nombre con sangre.
Pido disculpas al ratero
por haberle robado
la joya robada
y haberla arrojado a su cráneo.
Pido disculpas
por haberme borrado
de la foto a pinchar.
Pero no pido disculpas
por la alegría que tuve
sin saber por qué.

16

VI

Ignoro quién era ayer yo mismo.
Quién se atrevió a venir en mí.
Pero sé quién soy ahora.
Y soy un corazón
una boca
y un espíritu.

17

VII

Voy a escribir un cántico
en el que la luz se funda
en el que el desierto llore
y los cielos se ondulen.
Voy a pronunciar la palabra.
Escribiré la carta para mis amigos
el grito para mis sombras
la primera caída y la última.
Encontraré tu corazón del otro lado
en el punto donde todo se junte
pues recogeré tu poema
y descansaré tu cuerpo.
Voy a buscar a la muerte para nacerla.
Alejaré de mi propia vaguedad el vórtice.
Voy a cantar a la luna rosa.
Haré un verso,
prometeré mi calma.

18

VIII

Disculpadme
trastos y martillos
por apretaros
y conmocionaros.
Esperadme sílabas
que de tanto pronunciar
os borro.
Ved en mí al sin igual terco
resucitando su diferencial demonio.
Y al patinador,
cómico deudo,
esqueleto incierto
de un cuerpo sin brillo.

Autor: Luis Alberto Spinetta

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