Cae
la piel del hombre vestido de blanca virginidad.
Se
derrumban todos sus secretos, aún los ya publicados.
Parado
en medio del hedor, suplica paz.
Es en
ese momento aparece el hombre de plastilina,
tan bien
imaginado por los mediocres,
y le
dice:
-“La paz no existe.
El estado de naturaleza es el odio,
en algunos,
y la resignación en otros”.-
¿Qué tienen de contraposición la paz
con la resignación?.-
preguntó
el hombre vestido de blanca virginidad.
“La paz no existe porque se sembró el
germen del ser humano.
Sin su existencia, la del ser humano,
la paz sería como el aire. No la ves
ni la sentís.
Simplemente está.”
En
ese momento, en ese preciso instante,
los
árboles empezaron a dibujar curvas,
el
suelo se comenzó a desgarrar
como finos hilos de cemento,
como
carne deshilachada.
El
cielo dibujó la forma de un ojo,
y se
cerró en un tiempo.
Se
pareció a un guiño.
El
hombre vestido de blanca virginidad giró su cabeza
y
descubrió a una mujer con una pala en su mano.
El
agua los empezó a cubrir de manera inversa,
de
arriba hacia abajo.
La
mujer ya había cavado la fosa.
El
hombre vestido de blanca virginidad
dejó de sentir su propio cuerpo.
El
silencio se adueñó del momento aún hasta hoy.
*Fotografía Benoit Paille
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