El desayuno ya está en la mesa
desde antaño,
está en la mesa
y predice un futuro incierto,
es el café que negro y amargo
se
evapora
como la sombra del este de la mañana.
La esquina del mantel
se escurre por debajo
de los adornos florales
ya marchitos....
quedó servido desde aquella
vez en que se vieron
y sus corazones encantados
se arrodillaron bajo el flujo
de una mansa
marea.
Desde aquella vez,
el desayuno no fue
lo que hubo de ser,
fue la fragilidad que voló
sobredimensionando al viento,
arrastrándolo,
hasta que el viento
barrió los vestigios
de la luna
y la luna se emblanqueció
hasta oscurecer
el manto que la cubría.
La novela es tuya y mía
siempre lo es
cada uno con su propia historia,
el final es de uno
y de como quiere que termine,
no hay desenlace más perfecto
que aquel que revive
ese desayuno
con una leve sonrisa
hasta la mañana siguiente.
hermoso amiga...
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