En
otras noches estaríamos pendientes el uno del otro con la misma conversación
trillada pero con la conformidad de intercambiar palabras que no dicen nada
pero hablan de amor.
La
puntada maestra estaba en la moral disfrazada, o en que mis padres tuvieron que
ser uno suegros verbales, “espléndidos”. (Qué terror). Y que quizá tuve que haberte sido infiel para
que me quisieras más algún otro día (Qué absurdo).
En
otras noches, te repito, estaríamos sufriendo ligeramente porque la distancia
es la eterna guerra y tu indiferencia de siempre, sabe a miel.
Estaría
esperando un saludo cualquiera que tuviera una esencia de versos robados. O de
tus ojos. Da lo mismo. Me enseñaron a sustituir el concepto de necesitarte por
un te prefiero. Y te he preferido hace bastante tiempo cuando brinqué del
sillón a la mesa diciéndome que estaba enamorada desde que Dios despertó
moviendo sus manos mágicas para crear los fines de semana y los días festivos.
En
una vida paralela el miedo no existe, el amor tampoco, pero nosotros sí junto
con nuestra descasualidad y sentimientos tardíos. En esa vida que no
llegó, nos separamos al día siguiente de
besarnos declarando inocentemente que no queríamos otra versión de nosotros más
que esta que nos tocó vivir. En estos días somos otro cuento echado a perder.
Tres
puntos suspensivos.
A
estas alturas, tendríamos que estar bailando en la lluvia.
Ya
no me quieres, ya no te quiero. El silencio. Ese también es otro tipo de común
acuerdo.
Excelente, realmente profundo...
ResponderEliminarMuchísimas gracias! Un abrazo*
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