Feroz
tacto
el
de tu mirada esparcida por el agua,
el
día en que dejé que la arena tocara mis manos
fue
el día en que me aprendí,
te
quiero,
tanto
te quiero,
desde
el llanto hasta el silencio,
desde
la debilidad hasta la fortaleza
que
a veces no llega.
Con
dedos amables,
trazaste
un recuerdo en un gesto,
te
vi cuando corrías, huyendo
te
vi cuando volvías
inclinándote
para
que la luz no te atravesara.
Mirame
y te digo lo que pienso
“ya
no sos un niño,
tampoco
un hombre,
tampoco
un cuerpo,
sos
para lo fugaz la palabra
más
perdurable,
extendida,
noble,
para
lo terrenal
la
voz más paradisíaca
que
pueda percibirse”
eso
es lo que
pienso
que
sos.
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