ALFRED KINSEY




Científico, masoquista, casado, padre de cuatro hijos y homosexual, Alfred Kinsey ha pasado a la historia gracias a su informe sobre los hábitos eróticos de los norteamericanos.
En enero de 1948 la compañía Saunders de Filadelfia, una respetable editorial de textos científicos publicó Conducta sexual masculina. Su autor Alfred Kinsey tenía entonces 53 años y era un entomólogo especializado en avispas de la Universidad de Indiana. El Informe Kinsey, como se lo rebautizó, vendió 200.000 ejemplares entre enero y julio de 1948. “Los libreros no han visto nada igual desde Lo que el viento se llevó” señaló Time. “para encontrar otro libro científico que se le pueda comparar hay que remontarse al Orígen de las especies de Darwin” señaló Life.
Kinsey aseguraba que el 90% de los hombres blanco entrevistados se habían masturbado alguna vez, el 85 % había tenido relaciones prematrimoniales, entre el 30 y el 45 % habían tenido relaciones extramaritales, el 70 % había frecuentado prostitutas, el 62% de las mujeres tenían experiencias de masturbación, y el 37 % había experimentado por lo menos un acto homosexual que le produjo un orgasmo. 

Las revelaciones de Kinsey fueron explosivas. El informe y el debate cultural que suscitó acabaron con los tabúes de los norteamericanos a la hora de hablar sobre su vida erótica. El sexo prematrimonial, el adulterio y la homosexualidad pasaron a ser temas de conversación permitidos. Kinsey polarizó a la nación. Mientras educadores y médicos felicitaban el informe por aportar a un tema tan brumoso, intelectuales como Margaret Mead y Lionel Trilling, lo acusaban de perversión moral. Edgar Hoover veía en las obras de Kinsey una amenaza al american way of life y ordenó al FBI una investigación sobre el propio Kinsey y a su  Instituto para la investigación sexual de la Universidad de Indiana. En la cúspide del período Mc Carthy, un comité especial investigó hasta que punto el Informe no le servía al comunismo a socavar a la familia norteamericana. Pero Kinsey no era comunista. En verdad era un cruzado que se proponía usar la ciencia para liberar a la sociedad norteamericana de lo que él consideraba un nefasto legado de la represión victoriana. Y aunque no fuese victoriana en sus creencias, Kinsey lo era en un claro contraste entre su vida pública y privada. Desde el comienzo de la investigación , los voluntarios que mas lo atrajeron fueron aquellos que rozaban la marginalidad: Homosexuales, sadomasoquistas, Voyeurs, exhibicionistas, pedófilos, transexuales, travestis y fetichistas.
En la introducción del Informe Kinsey escribió que muchos de sus estudiantes le habían hecho preguntas sobre la sexualidad y que cuando consultó la literatura disponible se encontró con el inadecuado material sumado al desconocimiento de los investigadores. Así es que Kinsey vio una oportunidad para hacer un estudio sobre la conducta humana. Lo que Kinsey no mencionó fue que había estado preguntándoles a los estudiantes sobre sus vidas sexuales mucho antes de comenzar el estudio.
Kinsey desarrolló muchas habilidades para hacer las preguntas de manera directa, sin eufemismos, reduciendo el tiempo que el entrevistado tenía para inventar respuestas falsas. Aprendió a leer los ojos de las personas y su lenguaje corporal en busca de señales que denotaran ocultamiento o mentiras. Siempre partía de la presunción que el entrevistado estaba comprometido en conductas “prohibidas”: En lugar de preguntarles si se masturbaban, les preguntaba qué edad tenían cuando empezaron a hacerlo. Hacia 1939 Kinsey había entrevistado esencialmente a amigos, familiares, y universitarios. En junio de ese año, partió a Chicago donde un amigo gay lo iba a introducir dentro de su grupo, y en la pensión donde se alojó tomó otro muestreo al azar. En diciembre de 1940 Kinsey había acumulado 1.700 historias. En 1941 la Fundación Rockefeller le asignó un pequeño subsidio. Así construyó su centro de investigaciones. Su enfoque sobre el “animal humano” era agnóstico y se esforzaba en demostrar que muchas conductas sexuales tildadas de “criminales” o “raras”, eran en realidad bastante comunes.
La primera parte del libro (historia y método) buscaba convencer a los lectores que el objetivo de su investigación era llenar un vacío en la ciencia. La segunda parte (factores que afectan la sexualidad), mostraba la influencia de la sexualidad con factores como la edad, la religión, y la clase social, utilizando el orgasmo como unidad de medida (la masturbación tenía el mismo valor que una relación sexual). Ningún enfoque podría haber sido mas subversivo para la moralidad tradicional. Kinsey establecía que entre la adolescencia y los 30 años, el hombre tenía 2,88 orgasmos por semana.
La tercera parte (Fuente de descarga sexual) era un catálogo de las diversas prácticas que llevan al orgasmo. En un capítulo llamado Salida Homosexual, Kinsey fue directo al centro del debate sobre los orígenes de la homosexualidad: rechazaba cualquier conexión entre homosexualidad y desequilibrio endocrinológico y descartaba las explicaciones psicológicas convencionales. Kinsey consideraba que la conducta homosexual era parte de la herencia humana y mamífera: Como miembro del reino animal, el animal humano poseía la capacidad de erotizarse con miembros de su mismo sexo. No discutía si la homosexualidad estaba determinada biológicamente, sino que estaba condicionada a las experiencias de su niñez.
Kinsey comenzó a filmar actos sexuales que tenían lugar en su casa. Como no todos estaban de acuerdo, él justificaba el hecho como esencial para el trabajo científico. El decía que si todos gozaban del fruto de la liberación sexual, cada uno debía aceptar los límites de su conducta. Nadie sentía las permanentes exigencias de Kinsey tanto como Clara. Ella para mantener el rol del sumo sacerdote de la liberación sexual fue filmada teniendo relaciones con otros integrantes del grupo, así como también masturbándose y teniendo relaciones con diferentes miembros del grupo.
Los hombres homosexuales predominaban en sus filmaciones y los sadomasoquistas eran sus preferidos. Según testimonios, el interés de Kinsey sobre el sadomasoquismo había alcanzado un punto de tensión intolerable. Hacia el final de su vida los límites de Kinsey fueron mas allá aprobando los contactos entre adultos y niños. Kinsey cría que si la sociedad no hacía mucho barullo, los niños podían tener relaciones sexuales sin problemas emocionales posteriores.
Los últimos años no fueron felices, y las ventas del segundo volumen no cubrieron las expectativas y su trabajo fue catalogado  de subversivo. Rockefeller le quitó las donaciones y los problemas financieros amenazaban con cerrar el Instituto de Investigación sexual.
Kinsey cayó internado en agosto de 1956 enfermo de neumonía. El 25 de agosto, a los 62 años, murió creyendo que su cruzada  por una actitud mas libre en la sexualidad había fracasado. Poco después en 1957, una decisión de la Corte Suprema de Justicia norteamericana limitó la definición legal de obscenidad, expandiendo el paraguas de protección constitucional a los trabajos que trataban el sexo, en la literatura, la pintura  y el cine. En 1960 se introdujo la píldora de control de natalidad, que ofrecía un método altamente efectivo de anticoncepción. En 1961, en algunos estados norteamericanos se revocaron las leyes que condenaban la sodomía. Al año siguiente, la Corte Suprema resolvió que una revista con fotografías de desnudos masculinos, no era obscena. Y en 1973, la Asociación psiquiátrica norteamericana eliminó la homosexualidad de su lista de psicopatologías. Kinsey había triunfado.

Fuente de informe The New Yorker