jueves, 27 de marzo de 2014

TE BORRARÉ (SONETO) Por CARILDA OLIVER LABRA





Te borraré con una esponja de vinagre,
con un poco de asco;
te borraré con una lágrima importante
o un gesto de descaro.

Te borraré leyendo metafísica,
con un telefonazo o los saludos
que doy a la ceniza;...

con una tos o un cárdeno minuto.

Te borraré con el vino de los locos,
secándome estos ojos;
con un varón metido aquí en mi tumba.

Te borraré con juegos inocentes,
con la vida o con la muerte;
!aunque me haga monja o me vuelva puta!

 

ENTREVISTA LITERARIA A MARIANA MAZOVER


Mariana Mazover, fotazo de CECILIA ABRAHAM
 
 
LLTV: Los tres libros mas importantes que hayas leído, o que mayormente te constituyeron. 

MM: ¿Sólo tres? Intento con 3 o múltiplos de 3… Mi Planta de Naranja Lima, de Vasconcelos. a los 8 o 9 años. Un librito exquisito, de una sensibilidad extrema, hermosamente escrito. Lo leo aún hoy, a mis 34 años, mínimamente una vez por año, y me lloro todo cada vez, como si fuera la primera. Lo sé casi de memoria. Supongo que cada vez que empiezo a leer un libro, íntimamente tengo la esperanza de ser capturada como aquella primera vez que leí Mi Planta de Naranja Lima, de un tirón, encerrada en mi habitación de empapelado de florcitas rosas.

La Voluntad, de Anguita y Caparrós, otra lectura hecha con fascinación y de un tirón. Los 3 tomos en un fin de semana, leyendo sin parar. Un verano, y sin aire acondicionado. Épico. Más allá del obvio valor historiográfico y periodístico del libro,  me parece maravillosamente escrito, me parece que tiene un gran valor literario. En la forma tan fresca y nítida con la que captura la complejidad de los años 70 y la militancia, los debates al interior de las organizaciones guerrilleras y sus tensiones. Cómo recupera las voces de sus protagonistas, cómo construye y narra infinidad de escenas cotidianas (el viaje en colectivo de un clandestino) y extremas (una chica de no más de 20 años pone una bomba al papá de su compañera de estudios, un capo de la policía), que nos permiten sumergirnos en el espíritu de la época, en sus detalles, en sus contradicciones, en las biografías amorosas  y políticas de los protagonistas de la época. No sé si los demás son o no son libros “importantes”, pero La Voluntad sí, me parece que es un libro que es importante leer. Y hay que leer los 3 tomos de un tirón. Cora Cané lo tendría que poner en el Clarín Porteño. Lo importante: Leer La Voluntad, de Anguita y Caparrós.

Aún recuerdo que esa lectura sostenida de los tres tomos me generó la sensación misma de la derrota al llegar a la última página. No sabría decir por virtud de qué mecanismos el texto produce esa sensación, que es física (si es por los acontecimientos, por los testimonios…). A medida que avanzan los años, de principio de los 70 a principios de los 80, lo vas leyendo y vas sintiendo la sensación, el dolor de la derrota, la certeza de que la retirada debería haber tenido lugar tanto antes; de que todo se fue desquiciando tanto; así como podés sentir con los primeros capítulos, los previos al Golpe, la algarabía, la ilusión, la fe inquebrantable en la Revolución, y creés con ellos, con Casullo, con Walsh, con Daleo, con Emiliano Costa...  En esta línea, menciono también que está bueno leer A Quien Corresponda, una de las últimas novelas de Caparrós, en la que un personaje, una piba jovencita, la amante actual, de un sobreviviente monto ya cincuentón largo, le pregunta a él: “¿Cuál era el plan? Si ganaban: ¿Quién iba a gobernar: Galimberti?.”  

Molloy y Esperando a Godot, de Beckett. Los pongo juntos porque me parecen de algún modo el mismo libro. Molloy es una novela y Godot una obra de teatro, pero para mí, van juntos. Son el mismo. No puedo explicar por qué. Supongo que porque los personajes están perdidos en el camino, unos esperando, el otro perseguido sin saber por qué, pero igual tiene que escapar. Y siempre como despatriados. Como sin Patria. Cualquier intento de explicar a Beckett me parece reducirlo. Cualquier intento de intelectualizar a Beckett me queda lejos. Beckett es esa risa salada, mitad risa mitad lágrima, ese cosquilleo que me produce cada vez que lo leo, esa sensación de que le dolía tanto a Beckett la humanidad. Será por esa permanente construcción paradojal de las cosas, por ese desmontaje permanente de la estructura ideológica del lenguaje, por esa mirada un poco desolada sobre el mundo. En definitiva, por cómo se construye eso que hoy llamamos, lo beckettiano.  Ese jugueteo con la lengua, con la cultura, y las palabras heredadas como vía para explorar la Condición Humana... Un fragmento de Molloy debe explicar mejor lo que yo quiero decir: ”Y me quedo otra vez no diré solo, no es mi estilo, sino, cómo diría, no sé, devuelto a mí, no, nunca me he dejado libre, eso es, no sé lo que significa, pero es la palabra que quiero emplear, libre para qué, para nada, para saber, pero qué, las leyes de la conciencia tal vez, de mi conciencia por ejemplo, que el agua sube de nivel según uno se va sumergiendo en ella y que sería preferible, es decir, por lo menos igual de bueno, borrar los textos que emborronar los márgenes, cubrirlos hasta que todo sea blanco y liso y la estupidez revele su verdadero rostro, sin sentido, sin salida Y en esta selección de los libros importantes, que serían ¿los que nos marcaron?, ¿Los que nos arrancaron del tiempo? ¿Los que nos hicieron pensar? me están quedando afuera: La Broma, de Kundera, y me está quedando afuera El Cementerio de Automóviles, de Fernando Arrabal, y me queda afuera Los Pichiciegos, de Fogwill, y: leer a Roland Barthes, Leer Voloshinov.  No olvidemos Vigilar y Castigar de Foucault, que es un libro verdaderamente importante… y las obras completas de Lorca… y por supuesto, Rodolfo Walsh. Quizás haya sido una picardía poner a Mi Planta de Naranja Lima y no a Walsh, no sé…  

LLTV: ¿Último libro que leíste? Y acá no me digas que estás leyendo cuatro libros a la vez…(Risas) 

MM: ¿Vos sugerís que diga 4? (más risas) Ahí van: Ahora estoy leyendo un libro que se llama Los Montoneros del Barrio, es una investigación sobre la Organización Montonera en el partido de Moreno. La tapa del libro es verde con letras amarillas. Está en proceso de lectura. Por ahora se viene centrando la cuestión en la traición de Perón una vez que ya no le servían las juventudes para que agitaran su regreso al país. Lo que habitualmente conocemos como “Imberbes”. Y por otro lado, indaga en la construcción policlasista de Montoneros y cómo era la estructura de poder al interior de la Organización.

Y antes leí La Ciudad Ausente, de Piglia junto con Respiración Artificial, de Piglia también; y Formas Breves, que es de Piglia, pero que es de ensayos sobre literatura y no una novela, como las otras dos. Soy de leer varias cosas juntas – o en seguidilla - de un mismo autor, básicamente porque me encanta ver cuáles son las obsesiones de los autores, y lo que insiste y las variaciones en su escritura.  

LLTV: ¿Qué libro te marcó algo para siempre y por qué? Un libro solo por favor… 

MM: Verano y Humo, de Tennesse Williams, quizás. Leyendo Verano y Humo creo que fue la primera vez que me dije: yo quiero escribir teatro. Un tiempo antes, también con un libro, tuve la primera vez la ilusión de dirigir: cuando conseguí Jacques y Su Amo, que es la única obra de teatro que escribió Kundera, de quien yo era más que fanática cuando tenía 20…leyéndola pensé en ser directora para poder hacerla. Por supuesto, ahora ya no lo haría. Pero le adeudo el haberme sembrado la semillita de la dirección.

Supongo igual que las lecturas que más me marcaron son las de la infancia, (No somos Irrompibles, de Elsa Borneman, por ejemplo) y las de la adolescencia, (como Benedetti, Inventario I y II; La tregua, Primavera con una esquina Rota), porque son las del descubrimiento mismo del place de leer. O las universitarias: las que te cambian la cabeza: Dialéctica del iluminismo, de Adorno y Horkheimer, El fetichismo de la Mercancía y su Secreto… (¿Quién leyó completo El Capital, de Marx? – ¡Nadie!) Mafalda me marcó mucho, y es una lectura que se va complejizando con los años, a los 10 años es una cosa, a los 15 es otra… Las primeras obras que leí y trabajé en los talleres de teatro, también, por supuesto, me marcaron: otra vez Verano y Humo, Bodas de Sangre, Tío Vania… Te parecerá curioso, parecen muchos, pero sabés que los tengo todos juntos editados en un mismo tomo…. Así que es un solo libro en sí:.. 

Mariana Mazover por CECILIA ABRAHAM
















 

LLTV: ¿En qué circunstancia escribís? 

MM: No soy de las personas que escriben todo el tiempo, físicamente hablando – esas que cuentan que se sientan y escriben, sacan un cuaderno en el medio del tren lleno de gente, y escriben, los que lo hacen casi como una necesidad diaria. Pero siempre estoy en estado mental de escritura. Escribo en la cabeza diálogos posibles (en general cuando camino por la calle); y paso fragmentos de textos literarios a un cuaderno, que es lo primero que hago cuando escribo: transcribo. Mezclo textos que me gustan, robo párrafos y los continúo yo… Escribir una obra, en sí, en general lo hago cuando tengo el proyecto de estrenarla. Y en general la escribo en los meses de verano, entre noviembre y marzo, que son los meses más tranquilos para mí, que tengo menos actividades, que puedo arrojarme al abismo de no dormir durante varios días porque estoy escribiendo. Que se acumula toda la vajilla sucia en la cocina durante días, porque estoy escribiendo. Que se amontona la ropa sucia en una pila al lado del lavarropas durante días, porque estoy escribiendo. Que no atiendo el teléfono, porque estoy escribiendo. Cuando tengo un elenco esperando, eso me fuerza a sentarme a escribir todos los días, aunque no salga nada. Pero las obras las termino durante los ensayos: sigo moviendo el orden de escenas, cambiando textos, condensando. A veces hasta semanas antes de estrenar. 

LLTV: ¿A qué personaje de qué libro te gustaría dirigir en una obra, y por qué? 

MM: A Molloy. Porque es un personaje en el que se mezclan pensamientos de una enorme comicidad, de una lógica muy propia de ver el mundo, de pensar su propia situación vital y a la vez profundamente trágico, desposeído, huérfano, casi anónimo, casi amnésico, abismado, casi sin patria, y está cansado pero tiene que andar. Se lo está persiguiendo sin que se sepa por qué, y él escapa sin saber tampoco mucho por qué, pero lo hace, con su muleta, y su bicicleta, y la piedra que lleva en el bolsillo para chupar cuando tiene hambre.  Son esos personajes los más interesantes para dirigir, o al menos, los que más me interesan a mí, no sólo como dramaturga y directora, sino también como espectadora. Los vulnerables. Los vulnerados. Los que no están por encima de las cosas. Los que están aplastados por las cosas, sometidos a alguna forma del poder. Dice Molloy: ¿Quién iba a quererle hacer daño a lo que yo era: un punto negro en la pálida inmensidad de la arena?. Acercarse sí, para ver de qué se trataba. Si era, o no, un objeto de valor proveniente de un naufragio y devuelto por la tempestad. Pero al ver que el objeto vivía, correcta aunque humildemente vestido, se le volvía la espalda”. Personajes que dan ganas de abrazarlos. Esos me gustan. 

LLTV: ¿A qué personaje de qué libro invitarías a tomar un café, a los efectos de conocerlo más íntimamente? 

MM: No sé si querría conocer más íntimamente a un personaje, porque prefiero siempre, siempre, todo lo que haya podido imaginar sobre él. Quedarme con eso. Con el personaje más grande que se arma en mi imaginación… con el rostro, el tono de voz, no soportaría que no coincidiera mi imagen mental con la imagen real del personaje en el bar. 

LLTV: ¿Recordás qué libro te generó muchísima expectativa y te defraudó en la  misma o mayor proporción? 

MM: La Posibilidad de una Isla, de Houllebecq. Venía con todo el envión por  Ampliación del campo de Batalla, Las Particulas Elementales y Plataforma – sobre todo Las Partículas… - y no pude nunca pasar de la página 40. No enganché. Hay lecturas que me resultan difíciles. Borges. La mitad de los cuentos que empiezo a leer, no  los termino. Y en su caso encima no le puedo echar la culpa a la traducción, que es un artilugio que a veces me invento para justificarme de la cantidad de libros que empiezo y abandono… 

LLTV: ¿Qué cosa es lo que más le sorprende de la humanidad? 

MM: Las palabras. Que exista el lenguaje es una cosa sorprendente. Y todo lo que es ciencia y tecnología. No entiendo el funcionamiento de la lamparita, la electricidad… y que la humanidad se capaz de experiencias sociopolíticas como el nazismo, las dictaduras… La humanidad en sí, es sorprendente. Y podría decir también ya que estamos hablando de libros: el deseo de ficción. Que querramos siempre jugar el juego de creer en la ficción. Sufrir, reír, llorar, emocionarse con las historias y los personajes. Y que eso nos atraviese, nos marque, nos parezca importante haber leído ese libro, haber visto esa peli, haber visto esa obra de teatro. Eso es sorprendente. 

LLTV: Con qué se va a encontrar la gente que va a ver Esquinas en el Cielo (Teatro de La Carpintería, Jean Jaures 858, Domingos 19 Hs) Y contanos un poco cómo surgió la idea de la obra. Qué cosas te movilizaron para escribirla. 

MM: Se va a encontrar con los trabajos de 3 actores increíbles, que son Alejandra Carpineti, Daniel Begino y Lala Mendía, se va a encontrar con el trabajo genial en escenografía y luces de Félix Padrón, se va a encontrar con el trabajo increíble de Pía Drugueri en vestuario, con una sala hermosa que es La Carpintería, y se va a encontrar con una obra que, según su síntesis argumental, trata de: “Lucrecia, una niña detenida en el tiempo espera encerrada en su cuarto de juegos el regreso de su madre muerta.  Su padre la anida en un mundo onírico y pesadillezco.  Adela, la nueva Institutriz, llegará a enseñarle francés a la niña que espera a su madre muerta, en lo que será, tal vez, el último día de la infancia de Lucrecia. O, quizás, el primer día en la nueva vida de Adela”.

El proceso de creación fue bastante largo, empezamos a indagar en los universos de los personajes en un proceso de investigación colectiva, tomando como disparadores distintos materiales literarios, principalmente los universos literarios de Silvina Ocampo, y también en la indagación de la infancia, a partir de objetos personales de las actrices. Luego de ese tiempo, me tomé unos meses para escribir la obra a partir del material surgido en los ensayos, reelaborándolo, y organizando la construcción del relato y la estructura de la obra. En ese proceso de escritura fueron apareciendo el universo de la obra, que es ese mecanismo de encierro y de cuento de fantasía que le inventa el Padre a la niña, y también la hipótesis que sostiene la trama, que es la búsqueda desesperada del padre por hacer aparecer ante los ojos de la hija a la madre muerta.

Con una primera versión, empezamos a ensayar la obra misma, y en ese proceso fui también corrigiendo el texto, ajustándolo y trabajando mucho con el escenógrafo y la vestuarista para crear ese mundo en el escenario. Hay mucho de lo que la obra cuenta que está sostenido no sólo en el texto, sino también en todo el lenguaje escénico. 

LLTV: ¿En qué otros trabajos estas participando y/o qué proyectos tenes para el resto del 2014? 

MM: Estoy escribiendo Herminia, o la Verdadera forma de las Mariposas. Una obra nueva, que espero empezar a ensayar a mitad de año, si es que primero llego a terminarla. Escribí 17 páginas casi de un tirón, y ahora me trabé fulero, no encuentro por dónde… pero ya seguramente se destrabará. Y seguir dando clases de dramaturgia, que es una cosa que me encanta hacer…. Y cosas que se irán gestando…


Entrevista: Walter Gómez

 

lunes, 24 de marzo de 2014

ENTREVISTA LITERARIA A FLORENCIA RAGGI


Florencia en el ojo de Sebastián Arpesella

 

LLTV: Los tres libros mas importantes que hayas leído o que mayormente te constituyeron como persona 

FR: La Sabiduría de la Inseguridad de Alan Watts, fue un libro que me recomendó mi maestro Julio Chavez, y de alguna manera dio el inicio a mi búsqueda de autoconocimiento. Otro que te podría nombrar es El libro de la Vida de Krishnamurt que fue mi guía durante mucho tiempo. Y hoy Un camino de Libertad de Carlos Norberto Ferruelo. 

LLTV: ¿Último libro que leíste? 

FR: Acabo de terminar de leer "Una Mujer Desnuda" de Lola Beccaria. Me pareció fuertísimo. 

LLTV: ¿Qué libro te marcó algo para siempre y por qué? 

FR: La Casa de Bernarda Alba, y también Marian Pineda, Yerma, Doña Rosita la Soltera… todas las mujeres de Lorca me marcaron mucho cuando las leí, cuando las vi a algunas representadas por mi madre, y ahora, que subo a escena siendo Angustias, una de ellas.

LLTV: ¿Escribis?  

FR: En la actualidad no escribo, pero lo hice durante mucho tiempo. Escribía lo que sentía, como una descarga, una buena terapia. Llené varias cajas (risas). 

LLTV: ¿Tenés manías en el ejercicio de la lectura? 

FR: Al leer no tengo manías. Pero no me gusta prestar mis libros, no sé si llega a ser una manía pero prefiero comprar un libro nuevo a entregar el mío. 

PH Sebastián Arpesella

















 

LLTV: ¿A qué personaje de qué libro invitaría a tomar un café con el objeto de conocerlo más profundamente? 

FR: Te debo decir que me gustan mucho las biografías, por eso invitaría  a Liv Ullman  por Senderos y a Marlon Brando, por Brando, Canciones que me Enseñó mi Madre.
 

LLTV: ¿Recordás qué libro te generó muchísima expectativa y te defraudó en la misma o mayor proporción? 

FR: En realidad no, porque si me generó tanta expectativa, seguro que es porque algo me gustó. 

LLTV: ¿Tiene escritores que puedan llamarse referentes para usted? 

FR: Mis refrentes por lo general han sido maestros, como Erich Fromm, Anthony De Mello, Jaime Barylco, Krishnamurti, hoy Carlos Ferruelo. Pero los escritores que elijo últimamente por sus novelas son, Alessandro Baricco, Delphine De Vigan, Rosa Montero,  Griselda Gambaro, Irene Nemirosvky, Natalia Ginsburg, Claudia Piñeiro… Y podría seguir.

LLTV: ¿Qué cosa es lo que más le sorprende de la humanidad? 

 FR: Que tengamos la libertad de elegir quienes queremos ser, aunque a veces nos lleve  toda una vida reconocerlo. 

LLTV: ¿Qué significa para tu carrera estar representando en teatro una conocida obra de Federico García Lorca, como es La Casa de Bernarda Alba? 

FR: Un honor, como ya dije. Federico García Lorca, de los autores clásicos siempre fue mi preferido. Mi madre interpretó mí mismo rol hace 30 años en el Margarita Xirgu, y hoy yo tengo la dicha de hacerlo en la popular versión de un gran director como lo es Muscari. Así que imagínate el significado que para mí. Reestrenamos el 14 de marzo pasado en el teatro Regina y estamos todos los sábados y domingos. 

LLTV: ¿Está trabajando en algún proyecto para este año, aparte de La Casa de Bernarda Alba? 

FR: Si, queremos montar, con la dirección de Marcelo Moncarz, la hermosa obra de Claudia Piñeiro, Helena Sabe. Sería en el circuito no comercial para poder hacerlo en simultáneo con La Casa de Bernarda Alba.

 
Entrevista realizada por Walter Gómez

ASOCIACIÓN DE ORGANISMOS DE DIFERENTES ESPECIES - Por WALTER GÓMEZ -


 

Todo estaba como entonces. La piel bien hermética sin dejar salir nada. Una coraza que había dado sus frutos durante casi una vida. Nada me había lastimado hasta acá, porque las heridas están todas expuestas. El objetivo indemne. Pero vos entraste por otro lado. Mi cabeza pudo por mucho tiempo estar acorazada sin necesitar aire y espacio.

Pero vos caíste como un diluvio. Que refrescó. Me empapó. Despabiló y me dolió en el alma. Nunca estuve  dispuesto a ser observado y mucho menos que me endulcen la piel.

Sentí desestabilizarme con un pozo, y procurando recuperar el equilibrio trepé tanto que no me percaté de la distancia. Cuando miré hacia abajo era inevitable percibir que la caída iba a ser contundente. Porque cuando acelerás desde el comienzo, el final no puede ser otro.

Sin embargo tus movimientos fueron el colchón necesario para poder reposar lo que menos pesa y más fácil se acomoda en mí. Mis malditos huesos. El resto traté de acomodarlo en algún lado, aunque el corazón queda siempre allí, donde debe estar.

Me ví por un momento estrellado contra la realidad. Esta vez lejos de visualizarlo, el horizonte me alcanzó como un león a su presa. No pude resistirme. Tampoco lo intenté. Esta alma de hojalata se transformó en miel, con solo un gesto. Con un guiño.

Alguien intentaba entrar y acarició el picaporte. Siempre hay un poco de algodón detrás de un duro. Y ese horizonte inalcanzable tenía sus herramientas para volcar la escena imaginada, en un torbellino de pensamientos inconexos que aún a la distancia trato aún de ordenar.

El horizonte es el horizonte. Simple y lineal. ¿Pero qué es lo que divide el horizonte? Se supone que es lo visiblemente terrestre.

Cuando alzaba la cabeza cada mañana, no fui capaz de discernir entre el insecto y el néctar. Escondido en cada amanecer no había tanto fantasma al final del túnel.

Sucede que con los años mi visión se vuelve cada vez algo mas borrosa. Al paso, y de manera, cómplice detrás de la lluvia se estaba gestando un plan. Abstraído en mi mismidad, y lejos de establecer relaciones de alteridad, avancé siempre retrocediendo cada día de a un paso.

De golpe un día el horizonte me hizo frente.

El plan entró en funcionamiento y los fantasmas aparecían como alondras desangeladas pero con un poder perceptivo apabullante.

Ese otro lado de las cosas mostró una cara. La cara que despreciaba y subestimaba por ignorante o de puro nihilista. Acepté acercarme. Mostré los dientes y del otro lado se encendió ese cigarrillo que invitó a compartir la velocidad. A recuperar el tiempo perdido.

Detrás del horizonte sale sol, pero si te quedás de ese lado ardés. Nada más simple que eso. Nada tan complejo como verse encerrado en medio de la libertad.

Finalmente busqué dar un par de pasos hacia atrás con el objeto de tomar la distancia necesaria como para no perder visualización lateral. Lo tomé de la nuca y lo acerqué con cierta violencia. Aquél horizonte, entre perplejo y asombrado tomo color. Pasé lentamente mi lengua por sus labios y al borde de esa escalera, que sabía que en segundos me devolvería al lugar que ocupan todos los humanos, le susurré “Por favor no dejes de lamer mis palabras, espero que este escrito sea de tu agrado”. El horizonte se apiadó con la mirada y lejos de buscar zafarse de mi mano que seguía sosteniendo su nuca, mordió la poesía que descansaba en sus gruesos y sensuales labios.

“Sentate que la mesa está servida” fue lo último que me dijo antes de volverse a transformar en lo único divisible entre el mar y la tierra.

DOSSIER DE FOTOS DE KATARZYNA WIDMANSKA

KATARZYNA WIDMANSKA es una artista nacida en Cracovia, Polonia,





miércoles, 19 de marzo de 2014

ENTREVISTA LITERARIA A MARCELO CAMPANER - AUTOR DEL LIBRO LAS CARAS DE LA REDONDA -




 
LLTV: ¿Qué es lo que hizo que vos que trabajaste como psicólogo deportivo en las inferiores de un club (Racing), escribieras un libro sobre historias de fútbol? Estamos hablando de Las Caras de la Redonda. 

MC: Es una pregunta que abarca varias al mismo tiempo. En este caso la cuestión del psicólogo queda totalmente corrida de lado, más que utilizarla en un cuento que justamente se llama “Un Partido de Locos”, donde el destino del Hospital Borda se define en un partido de fútbol. Justamente, entre locos que defienden la causa, y psiquiatras de primer año que están de paso. Pero pasan cosas que son desopilantes, porque toca muchas cosas que uno vivió ahí adentro. Lo que es la política adentro del hospital, los jefes de servicio, y justamente hay un psicólogo que se pone el equipo de los locos al hombro, y juega para los locos. Resumidamente es el único arañazo que te puedo contar, que tiene este libro de 10 cuentos. El fútbol es de alguna manera la excusa. Más que el fútbol, es la pelota. Lo subrayo en un cuento, y lo digo sin mencionarlo en el resto, la diferencia entre jugar a la pelota y jugar al fútbol. Yo vivía en un barrio donde pasaba un auto cada 20 minutos. Entonces, jugar a la pelota es otra cosa. Hoy en día llevás a tu pibe a jugar al fútbol, y le enseñan a jugar al fútbol. ¿Qué es jugar al fútbol? Aprender sistemas de defensa, tácticas de ataque, hay un director técnico de afuera que te indica qué tenés que hacer y que no tenés que hacer. Jugar a la pelota es otra historia. Jugabas contra la pared, jugabas contra el cordón de la vereda, jugar a la pelota es parar el partido porque pasa un auto, es aprovechar a tu favor los accidentes geográficos, como un árbol plantado en el medio de la cancha. Existe una sensación de libertad, de sentirse dueño de uno mismo expresado en ese caos, donde no existen las posiciones claramente definidas, por lo que no significa que se juegue en un completo desorden.  Y el hilo conductor que atraviesan los cuentos es que si no había pelota, no había mucha cosa para hacer. Entonces rescatar todo eso que habíamos perdido, que era la vida de los pibes de barrio donde la puerta de calle era como una especie de lámina muy finita, me encargo de marcar siempre esto. Que la puerta estaba siempre abierta, y entre el afuera y el adentro, casi no había una diferencia. Entonces hay muchas imágenes que tratan de volcarse en estos cuentos. Aparecen los inmigrantes, las casas bajas, los pibes que te fueron formando en el barrio que eran más grande que vos, una etapa de vida. De hecho hay un cuento que habla puntualmente de cuando se viene la dictadura. Se detiene un partido y se detiene otra cosa, donde se paraba el partido cada vez que pasaba un auto. De pronto se detiene el partido porque aparecen 3 unidades del ejército. Y ahí aparece otra cosa o pretende dar cuenta de lo que se viene. Se llama “Una cuestión de tiempo”, es una metáfora, el cuento es una enorme metáfora, se detiene el partido, pero también se detiene el tiempo y se congela todo. 

LLTV: Es tu primer libro de narrativa. ¿En qué momentos lo escribiste, cómo fue saliendo? 

MC: Es mi primer libro de narrativa. Ya tenía la ventaja de tener 3 cuentos escritos en mi cabeza, era como decía Cortázar en un reportaje “Solamente había que pasarlos a lenguaje”. O sea que había que sentarse y ponerse a escribirlo. Y el resto de los cuentos…es un permiso que uno se da. Lo sorpresivo finalmente viene, después de todo, es lo que creo te pasa a vos con La Letra Tal Vez. Lo sorpresivo son las devoluciones que aparecen en la página del libro de la gente que lee los cuentos. Uno no tiene noción de hasta dónde puede llegar lo que se escribió. Cuando me senté a escribir era una especie de deuda que tenía conmigo de querer darle cierta concreción en papel de algo que tenía en la cabeza. En definitiva quiero decir que me divertí mucho escribiendo este libro. No veía la hora de sentarme a escribir por pensar en lo que me iba a pasar. El que escribe, sabe que al momento de escribir, algo bueno le va a pasar.  

LLTV: Si te parece nos gustaría hacerte algunas preguntas literarias, nuestra Entrevista Literaria. 

MC: Adelante. 

LLTV: Los tres libros mas importantes que hayas leído o que mayormente te constituyeron como persona. 

MC: Hubo etapas, pero los que me marcaron fueron, primero Corazón de Edmundo de Amicis. Sin darme cuenta tiene una historia ese libro, porque hay una historia personal de vida. Un abandono paterno cuando tengo 3 años. Y en ese libro, me encuentro con algo parecido, un niño buscando al padre. Lo leí en 1975 a mis 9 años y fue mi primer libro. Después hay un salto, son etapas de la vida. Yo no era de leer, justamente lo mío era estar en la calle todo el día y la pelota. Yo escuchaba los pelotazos en el portón y no me sentaban ni a palos a hacer nada. Mi madre leía mucho, tenía la colección “Los Clasicos” de tapa roja, de hojas muy finitas y protegidos por una caja de plástico también roja. A los quince años, mi inolvidable profesora de Literatura Antonia Peña, a quien recuerdo siempre y cuando la veo me encargo de agradecerle su insistencia por la lectura. Nos leía a Borges. La recuerdo parada en medio de la clase diciendo: “¡el castellano es rico!”. Recién a los 20 años empiezo a retomar la literatura más allá de la formación de la facultad. Y allí leo mucho a Boris Vian, Que Se Mueran los Feos, El Arrancacorazones, por ejemplo. Yo me juntaba mucho con una compañera que había conocido haciendo el Ciclo Básico. Como libro te podía nombrar La Espuma de los Días. Y más adelante, más avanzado ya me enganché con las biografías, de ver cómo terminan estos personajes. Y finalmente, te puedo decir Los Cuentos de Edgar Allan Poe, la manera oscura y siniestra en que terminan los cuentos. Fueron tres etapas de mi vida, como una pirámide.

Después hay una infinidad de autores y de libros, argentinos en particular, latinoamericanos, portugueses y españoles. Españoles leí hace poquito a Matilde Asensi, a Pérez-Reverte, Almudena Grandez, Unamuno. Ahora pedir nombrar tres libros es injusto, porque pedir hablar de libros es como el currículum vitae de uno… 

LLTV: Varios nos recriminan esto. 

MC: Yo quiero que quede registrado el reclamo, así con el dedo en la mesa (risas). Es que después llego a casa, miro la biblioteca y empiezo, cómo me olvidé de este. Hay muchísimos, hay mexicanos, chilenos, de Carlos Ruiz Zafón que es español, por ejemplo  tiene una trilogía muy linda La Sombra del Viento. El Origen Perdido de Matilde Asensi también es muy bueno. Pero son muchísimos, Abelardo Castillo, Alberto Laiseca, José Pablo Feinmann. Esto de elegir un libro es lo que constituyó en ese momento de tu vida ese libro. Entonces haber leído a Boris Vian, a Edmundo de Amichis en aquella época, y después a Edgar Allan Poe. Tan opuestos uno al otro… 


 
LLTV:¿ En qué circunstancias escribís? 

MC: Voy a empezar de atrás para adelante. La última que descubrí, que me parece mas práctica, me compré un grabador chiquito, entonces por ahí uno lo dice y lo tiene grabado. No lo tenía incorporado, pero esto surgió a partir de un recuerdo infantil de mi vieja grabándonos cantando en la mesa o hablando cualquier cosa, ella lo hacía sin que nosotros nos diéramos cuenta, eso también para recordar el tono y el timbre de la voz cuando éramos chicos. Y esto me parece un recurso rápido y viendo esta pregunta que me hacés como forma de escritura, me levanto muy temprano a la mañana, a partir de la 6 de la mañana, puedo estar sentado escribiendo cuando todos duermen, y también cuando todos se van a dormir. Hoy por una cuestión de vida organizativa, creo que estoy supeditado a esto y no tengo mucha escapatoria. Me pasa por ahí que no tengo mucho tiempo durante el día. O tal vez entre un paciente y otro se me puede ocurrir algo, y ahí escribo a la vieja usanza, papel y lápiz. Lo ideal por ahí es la computadora porque se hace más fácil, pero suelo escribir con birome y después tengo cada mescolanza. No sé a veces qué cosa va primero, le pongo números arriba, pero cuando escribo a mano podes encontrar de todo. Flechas que van del primer renglón al último, es un enredo total, pero es hermoso. Lo lindo es que la escritura te sorprende en cualquier momento del día, hasta haciendo las compras.  

LLTV: ¿Qué libro te marcó algo para siempre y por qué? 

MC: …(Se queda pensando varios segundos…) Qué pregunta esa. La Carretera, de Cormac Mc Carthy. Me marco, me angustio y me aterra pensar si eso llega a pasar. Como libro que me marco y mucho, podría ser ese.
 

LLTV:¿Recordás qué libro te generó muchísima expectativa y te defraudó en     la misma o mayor proporción? 

MC: Me parece que me voy a poner a muchos en contra pero me pasó con clásicos por ahí… 

LLTV: Pero si el autor ya está muerto no te va a salir a cruzar…(Risas). 

MC: No seguro, no me va a decir nada. Te voy a confesar qué es lo que me pasa. Ante la pregunta se me hace un embudo, que hasta que termino de filtrar, tengo que asentar la idea. El tema es cuando no te acordás ni siquiera el título del libro. Me pasó con uno de Saramago. Me pasó con Ulises de Joyce. Me lo regalaron hace como 20 años y creo que voy por la cuarta hoja. Debe ser interesante, pero he encontrado autores que han sacado libros para entender Ulises, lo que me parece más inconcebible todavía. Yo no puedo entender que un tipo saque un libro que sea como un manual de instrucciones para entender el Ulises. Y yo creo que tiene que ver con esto de mistificar, pero me parece que hay que acercarse como escritor de otra manera. Por ahí, como dice Lacan, a Joyce la escritura lo salvó de la locura. Buenísimo por Joyce, pero el tipo que va a la librería y le dicen “Lee esto que es fabuloso”…Me resulta como demasiada bambolla. Es como que hay que leer esto porque está de moda, como que no podes no leer a este fulano. Y no sé si es tan así. Un libro que no te deja nada en la cuarta hoja, es complicado. Yo creo que si uno escarba un poquito en cada lector, no sé si Ulises es para tanto, pero bueno, es el desenmascaramiento que me gusta a mí.

Cuando escribí este libro me propuse ser lo mas llano posible, y releyéndolo y compartiéndolo con los mas allegados, me bajaban a tierra. Acercar a la lectura a aquellos que no la tienen como habito. Entonces no podes escribir en difícil cuando tratas de reflejar un barrio. La literatura debería ser otra cosa, bajar un poco mas y entrar por muchos otros lugares. Me gustan más los libros de papel, pero también de carne y hueso (Risas). 

LLTV: ¿A qué personaje de qué libro invitarías a tu casa a comer un asado con el ánimo de divertirte? 

MC: Ya lo tengo. Hay un personaje que se llama Fermín, en la trilogía de Calos Ruiz Zafón. Es un tipo que lo encuentran en la calle, es un linyera, que le dan laburo en una librería, y detrás del semblante del linyerismo hay una cosa muy interesante. A ese personaje más que a un asado, me lo llevo a vivir a mi casa.  

LLTV: ¿A qué personaje de qué libro invitarías a tomar un café, con el ánimo de conocerlo un poco más? 

MC: Te nombré a Matilde Asensi y ella tiene una Trilogía, La vida extraordinaria de  Martín Ojo de Plata donde el personaje principal se desdobla entre hombre y mujer. Es un terrible pirata por un lado y una hermosa y sensual mujer, la misma persona. También la invitaría a vivir conmigo en mi casa (Risas). Aprender a manejar una espada y terminar siendo un gran espadachín siendo mujer, ponerse unas fajas en las tetas para no ser descubierta y poder manejar toda una tripulación adentro de un barco como si fuese el capitán más temido del Caribe. Y por otro lado los sentimientos, la suavidad y la ternura de una mujer, ya que se enamora de un chico que se ofrece a servirla en sus hazañas. A ese personaje lo junto con Fermín y hacemos un desastre. 

LLTV: ¿Tenés escritores que puedan llamarse referentes para vos? 

MC: Si te digo que tengo uno solo te miento. Son rasgos generales, los latinoamericanos tienen una forma de escribir, tienen una marca. Si tuviera que elegir uno, te estaría nombrando un contemporáneo nuestro, que tiene nuestra misma edad más o menos: Marcelo Birmajer. Me gusta mucho como cuenta las historias. Así como lo más cercano. Estoy leyendo un libro tras otro…Me gustaría a mí escribir con esa facilidad. Encontrar en un escritor algo que te acerque a la literatura.   

LLTV: ¿Tenés vicios en el ejercicio de la lectura? 

MC: ¡Millones! Primero que no se le ocurra a nadie tocarme un libro en la biblioteca, porque aparte en el desorden que tengo, tocaron algo y me doy cuenta. Soy de forrar algunos libros. Junto dos hojas en blanco tamaño oficio, pegadas con cinta scotch en el medio. Esto lo hago cuando digo, y este libro a quién le importa lo que estoy leyendo. En todo caso preguntame qué estoy leyendo, pero solo lo hago con algunos. No puedo no tener un lápiz, si tiene goma en la otra punta mejor, sino además una goma y un sacapuntas. No puedo no tener eso cuando leo. No me gusta marcarlos con birome, tiene que ser lápiz. Nunca los borro, siento que daño el libro pero no tanto. Resaltador no uso, salvo los libros de Freud de la época de la facultad, ahí si. Esos están hechos un desastre. Pongo muchos signos de interrogación, muchos dos palitos significa una cosa, tres palitos, significan otra. Muchos signos de exclamación. Mucho “ja ja ja” si me parece una boludez lo que estoy leyendo. Llaves, corchetes y paréntesis.
 
Por ejemplo, el otro día encontré en un libro la palabra “Calimba”. Que la había escuchado hace mas de 20 años cuando iba a ver Don Cornelio y la Zona (Palo Pandolfo). Hay un tema que a mi me encantó siempre que se llama “Tazas de Té Chino”, y hay una parte de la canción que dice “Antigua Calimba”. La busqué en aquel entonces en el diccionario y no estaba. Y lo terminé de encontrar en un libro, viene de “carimba”, que era una marca hecha con un hierro al rojo vivo. A los esclavos, a los negros africanos, se los marcaba  en la cara, como si fueran animales, para señalar la propiedad del dueño y recuperarlos por si se fugaban. El Diccionario de la Real Academia Española la llama “calimba”, pero la palabra que se usaba en los siglos XVI y XVII era “carimba”, y así aparece en todos los documentos de la época. Este fragmento esta subrayado con todos los signos matemáticos que se te ocurra. Fue un doble hallazgo, aquella palabra que en su momento no encontré, y por otro lado, algo en relación al título que había elegido para mi libro, esa expresión en la cara, rasgo o como quieras llamarlo, que en lugar de hacerse con un hierro hirviendo, esa marca queda en el alma y  la deja para siempre esa cosa redonda.
 

Entrevista realizada por Walter Gómez

Marcelo Campaner además de ser el autor de el libro Las caras de la Redonda, es psicólogo. Trabajó en el Hospital Borda y fue el psicólogo de las inferiores del Racing Club de Avellaneda