Mariana Mazover, fotazo de CECILIA ABRAHAM |
LLTV: Los tres libros
mas importantes que hayas leído, o que mayormente te constituyeron.
MM:
¿Sólo tres? Intento con 3 o múltiplos de 3…
Mi Planta de Naranja Lima, de Vasconcelos. a los 8 o 9 años. Un
librito exquisito, de una sensibilidad extrema, hermosamente escrito. Lo leo
aún hoy, a mis 34 años, mínimamente una vez por año, y me lloro todo cada vez,
como si fuera la primera. Lo sé casi de memoria. Supongo que cada vez que
empiezo a leer un libro, íntimamente tengo la esperanza de ser capturada como aquella
primera vez que leí Mi Planta de Naranja
Lima, de un tirón, encerrada en mi habitación de empapelado de florcitas
rosas.
Aún recuerdo que
esa lectura sostenida de los tres tomos me generó la sensación misma de la
derrota al llegar a la última página. No sabría decir por virtud de qué
mecanismos el texto produce esa sensación, que es física (si es por los
acontecimientos, por los testimonios…). A medida que avanzan los años, de
principio de los 70 a
principios de los 80, lo vas leyendo y vas sintiendo la sensación, el dolor de
la derrota, la certeza de que la retirada debería haber tenido lugar tanto
antes; de que todo se fue desquiciando tanto; así como podés sentir con los
primeros capítulos, los previos al Golpe, la algarabía, la ilusión, la fe inquebrantable
en la Revolución ,
y creés con ellos, con Casullo, con Walsh, con Daleo, con Emiliano Costa... En esta línea, menciono también que está bueno
leer A Quien Corresponda, una de las
últimas novelas de Caparrós, en la que un personaje, una piba jovencita, la
amante actual, de un sobreviviente monto ya cincuentón largo, le pregunta a él:
“¿Cuál era el plan? Si ganaban: ¿Quién iba a gobernar: Galimberti?.”
Molloy y
Esperando a Godot, de Beckett. Los pongo juntos porque
me parecen de algún modo el mismo libro. Molloy
es una novela y Godot una obra de
teatro, pero para mí, van juntos. Son el mismo. No puedo explicar por qué.
Supongo que porque los personajes están perdidos en el camino, unos esperando,
el otro perseguido sin saber por qué, pero igual tiene que escapar. Y siempre
como despatriados. Como sin Patria. Cualquier intento de explicar a Beckett me
parece reducirlo. Cualquier intento de intelectualizar a Beckett me queda
lejos. Beckett es esa risa salada, mitad risa mitad lágrima, ese cosquilleo que
me produce cada vez que lo leo, esa sensación de que le dolía tanto a Beckett
la humanidad. Será por esa permanente construcción paradojal de las cosas, por
ese desmontaje permanente de la estructura ideológica del lenguaje, por esa
mirada un poco desolada sobre el mundo. En definitiva, por cómo se construye
eso que hoy llamamos, lo beckettiano.
Ese jugueteo con la lengua, con la
cultura, y las palabras heredadas como vía para explorar la Condición Humana...
Un fragmento de Molloy debe explicar mejor lo que yo quiero decir: ”Y me quedo otra vez no diré solo, no es mi
estilo, sino, cómo diría, no sé, devuelto a mí, no, nunca me he dejado libre,
eso es, no sé lo que significa, pero es la palabra que quiero emplear, libre
para qué, para nada, para saber, pero qué, las leyes de la conciencia tal vez,
de mi conciencia por ejemplo, que el agua sube de nivel según uno se va
sumergiendo en ella y que sería preferible, es decir, por lo menos igual de
bueno, borrar los textos que emborronar los márgenes, cubrirlos hasta que todo
sea blanco y liso y la estupidez revele su verdadero rostro, sin sentido, sin
salida” Y en esta selección de los
libros importantes, que serían ¿los que nos marcaron?, ¿Los que nos arrancaron
del tiempo? ¿Los que nos hicieron pensar? me están quedando afuera: La Broma ,
de Kundera, y me está quedando afuera El Cementerio
de Automóviles, de Fernando Arrabal, y me queda afuera Los Pichiciegos, de Fogwill, y: leer a Roland Barthes, Leer
Voloshinov. No olvidemos Vigilar y Castigar de Foucault, que es
un libro verdaderamente importante… y las obras completas de Lorca… y por
supuesto, Rodolfo Walsh. Quizás haya sido una picardía poner a Mi Planta de Naranja Lima y no a Walsh,
no sé…
LLTV: ¿Último libro
que leíste? Y acá no me digas que estás leyendo cuatro libros a la vez…(Risas)
MM:
¿Vos sugerís que diga 4? (más risas) Ahí
van: Ahora estoy leyendo un libro que se llama Los Montoneros del Barrio, es una investigación sobre la Organización Montonera
en el partido de Moreno. La tapa del libro es verde con letras amarillas. Está
en proceso de lectura. Por ahora se viene centrando la cuestión en la traición
de Perón una vez que ya no le servían las juventudes para que agitaran su
regreso al país. Lo que habitualmente conocemos como “Imberbes”. Y por otro
lado, indaga en la construcción policlasista de Montoneros y cómo era la
estructura de poder al interior de la Organización.
Y antes leí La
Ciudad Ausente , de Piglia junto con Respiración Artificial, de Piglia también; y Formas Breves, que es de Piglia, pero que es de ensayos sobre
literatura y no una novela, como las otras dos. Soy de leer varias cosas juntas
– o en seguidilla - de un mismo autor, básicamente porque me encanta ver cuáles
son las obsesiones de los autores, y lo que insiste y las variaciones en su
escritura.
LLTV: ¿Qué libro te
marcó algo para siempre y por qué? Un libro solo por favor…
MM: Verano y Humo, de Tennesse Williams, quizás. Leyendo Verano y Humo creo que fue la primera
vez que me dije: yo quiero escribir teatro. Un tiempo antes, también con un
libro, tuve la primera vez la ilusión de dirigir: cuando conseguí Jacques y Su
Amo, que es la única obra de teatro que escribió Kundera, de quien yo era más
que fanática cuando tenía 20…leyéndola pensé en ser directora para poder
hacerla. Por supuesto, ahora ya no lo haría. Pero le adeudo el haberme sembrado
la semillita de la dirección.
Supongo igual que
las lecturas que más me marcaron son las de la infancia, (No somos Irrompibles, de Elsa Borneman, por ejemplo) y las de la
adolescencia, (como Benedetti, Inventario
I y II; La tregua, Primavera con una esquina Rota), porque
son las del descubrimiento mismo del place de leer. O las universitarias: las
que te cambian la cabeza: Dialéctica del
iluminismo, de Adorno y Horkheimer, El
fetichismo de la Mercancía
y su Secreto… (¿Quién leyó completo El Capital, de Marx? – ¡Nadie!) Mafalda me marcó mucho, y es una lectura
que se va complejizando con los años, a los 10 años es una cosa, a los 15 es
otra… Las primeras obras que leí y trabajé en los talleres de teatro, también,
por supuesto, me marcaron: otra vez Verano
y Humo, Bodas de Sangre, Tío Vania… Te parecerá curioso, parecen
muchos, pero sabés que los tengo todos juntos editados en un mismo tomo…. Así
que es un solo libro en sí:..
Mariana Mazover por CECILIA ABRAHAM |
LLTV: ¿En qué
circunstancia escribís?
MM:
No soy de las personas que escriben todo el tiempo, físicamente hablando – esas
que cuentan que se sientan y escriben, sacan un cuaderno en el medio del tren
lleno de gente, y escriben, los que lo hacen casi como una necesidad diaria.
Pero siempre estoy en estado mental de escritura. Escribo en la cabeza diálogos
posibles (en general cuando camino por la calle); y paso fragmentos de textos
literarios a un cuaderno, que es lo primero que hago cuando escribo:
transcribo. Mezclo textos que me gustan, robo párrafos y los continúo yo… Escribir
una obra, en sí, en general lo hago cuando tengo el proyecto de estrenarla. Y
en general la escribo en los meses de verano, entre noviembre y marzo, que son
los meses más tranquilos para mí, que tengo menos actividades, que puedo
arrojarme al abismo de no dormir durante varios días porque estoy escribiendo.
Que se acumula toda la vajilla sucia en la cocina durante días, porque estoy
escribiendo. Que se amontona la ropa sucia en una pila al lado del lavarropas
durante días, porque estoy escribiendo. Que no atiendo el teléfono, porque
estoy escribiendo. Cuando tengo un elenco esperando, eso me fuerza a sentarme a
escribir todos los días, aunque no salga nada. Pero las obras las termino
durante los ensayos: sigo moviendo el orden de escenas, cambiando textos,
condensando. A veces hasta semanas antes de estrenar.
LLTV: ¿A qué
personaje de qué libro te gustaría dirigir en una obra, y por qué?
MM:
A Molloy. Porque es un personaje en el que se mezclan pensamientos de una
enorme comicidad, de una lógica muy propia de ver el mundo, de pensar su propia
situación vital y a la vez profundamente trágico, desposeído, huérfano, casi
anónimo, casi amnésico, abismado, casi sin patria, y está cansado pero tiene
que andar. Se lo está persiguiendo sin que se sepa por qué, y él escapa sin
saber tampoco mucho por qué, pero lo hace, con su muleta, y su bicicleta, y la
piedra que lleva en el bolsillo para chupar cuando tiene hambre. Son esos personajes los más interesantes para
dirigir, o al menos, los que más me interesan a mí, no sólo como dramaturga y directora,
sino también como espectadora. Los vulnerables. Los vulnerados. Los que no
están por encima de las cosas. Los que están aplastados por las cosas,
sometidos a alguna forma del poder. Dice Molloy: ¿Quién iba a quererle hacer daño a lo que yo era: un punto negro en la
pálida inmensidad de la arena?. Acercarse sí, para ver de qué se trataba. Si
era, o no, un objeto de valor proveniente de un naufragio y devuelto por la
tempestad. Pero al ver que el objeto vivía, correcta aunque humildemente
vestido, se le volvía la espalda”. Personajes que dan ganas de abrazarlos.
Esos me gustan.
LLTV: ¿A qué
personaje de qué libro invitarías a tomar un café, a los efectos de conocerlo
más íntimamente?
MM:
No sé si querría conocer más íntimamente a un personaje, porque prefiero
siempre, siempre, todo lo que haya podido imaginar sobre él. Quedarme con eso.
Con el personaje más grande que se arma en mi imaginación… con el rostro, el
tono de voz, no soportaría que no coincidiera mi imagen mental con la imagen
real del personaje en el bar.
LLTV: ¿Recordás qué
libro te generó muchísima expectativa y te defraudó en la misma o mayor proporción?
MM:
La Posibilidad
de una Isla, de Houllebecq. Venía con todo el envión por Ampliación
del campo de Batalla, Las Particulas
Elementales y Plataforma – sobre
todo Las Partículas… - y no pude
nunca pasar de la página 40. No enganché. Hay lecturas que me resultan
difíciles. Borges. La mitad de los cuentos que empiezo a leer, no los termino. Y en su caso encima no le puedo
echar la culpa a la traducción, que es un artilugio que a veces me invento para
justificarme de la cantidad de libros que empiezo y abandono…
LLTV: ¿Qué cosa es lo
que más le sorprende de la humanidad?
MM:
Las palabras. Que exista el lenguaje es una cosa sorprendente. Y todo lo que es
ciencia y tecnología. No entiendo el funcionamiento de la lamparita, la
electricidad… y que la humanidad se capaz de experiencias sociopolíticas como
el nazismo, las dictaduras… La humanidad en sí, es sorprendente. Y podría decir
también ya que estamos hablando de libros: el deseo de ficción. Que querramos
siempre jugar el juego de creer en la ficción. Sufrir, reír, llorar,
emocionarse con las historias y los personajes. Y que eso nos atraviese, nos
marque, nos parezca importante haber leído ese libro, haber visto esa peli, haber
visto esa obra de teatro. Eso es sorprendente.
LLTV: Con qué se va a
encontrar la gente que va a ver Esquinas
en el Cielo (Teatro de La
Carpintería , Jean Jaures 858, Domingos 19 Hs) Y contanos
un poco cómo surgió la idea de la obra. Qué cosas te movilizaron para
escribirla.
MM:
Se va a encontrar con los trabajos de 3 actores increíbles, que son Alejandra
Carpineti, Daniel Begino y Lala Mendía, se va a encontrar con el trabajo genial
en escenografía y luces de Félix Padrón, se va a encontrar con el trabajo
increíble de Pía Drugueri en vestuario, con una sala hermosa que es La Carpintería , y se va a
encontrar con una obra que, según su síntesis argumental, trata de: “Lucrecia, una niña detenida en el tiempo
espera encerrada en su cuarto de juegos el regreso de su madre muerta. Su padre la anida en un mundo onírico y
pesadillezco. Adela, la nueva
Institutriz, llegará a enseñarle francés a la niña que espera a su madre
muerta, en lo que será, tal vez, el último día de la infancia de Lucrecia. O,
quizás, el primer día en la nueva vida de Adela”.
El proceso de
creación fue bastante largo, empezamos a indagar en los universos de los
personajes en un proceso de investigación colectiva, tomando como disparadores
distintos materiales literarios, principalmente los universos literarios de
Silvina Ocampo, y también en la indagación de la infancia, a partir de objetos
personales de las actrices. Luego de ese tiempo, me tomé unos meses para escribir
la obra a partir del material surgido en los ensayos, reelaborándolo, y
organizando la construcción del relato y la estructura de la obra. En ese
proceso de escritura fueron apareciendo el universo de la obra, que es ese
mecanismo de encierro y de cuento de fantasía que le inventa el Padre a la
niña, y también la hipótesis que sostiene la trama, que es la búsqueda
desesperada del padre por hacer aparecer ante los ojos de la hija a la madre
muerta.
Con una primera
versión, empezamos a ensayar la obra misma, y en ese proceso fui también
corrigiendo el texto, ajustándolo y trabajando mucho con el escenógrafo y la
vestuarista para crear ese mundo en el escenario. Hay mucho de lo que la obra
cuenta que está sostenido no sólo en el texto, sino también en todo el lenguaje
escénico.
LLTV: ¿En qué otros
trabajos estas participando y/o qué proyectos tenes para el resto del 2014?
MM:
Estoy escribiendo Herminia, o la Verdadera forma de las Mariposas.
Una obra nueva, que espero empezar a ensayar a mitad de año, si es que primero
llego a terminarla. Escribí 17 páginas casi de un tirón, y ahora me trabé
fulero, no encuentro por dónde… pero ya seguramente se destrabará. Y seguir
dando clases de dramaturgia, que es una cosa que me encanta hacer…. Y cosas que
se irán gestando…
Entrevista: Walter Gómez
Entrevista: Walter Gómez
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