domingo, 27 de febrero de 2011

CANDELA



El reloj parece ser el único elemento
que disipa lo aleatorio de cada sol.
Es que a Candela, la chica del fin de cada sueño,
no se la ubica en ningún mapa.
Es parte del encuentro de cuerpos celestes,
que derrumba las certezas de los superficiales.
Ningún movimiento de piezas
pone a los jugadores en movimiento.
Candela propone demostrar en silencio,
que lo ineficaz parte del momento en que uno arma el plan.
Su silueta delgada y su blanca imagen
no imponen, sino invitan.
Aunque al acercarse, más bien genera un ámbito
expectante y de admiración.
Candela sale de los libros de historia
para internarse en el desayuno de la mañana,
como lo indispensable para despertar.
Sus ojos son dos linternas
que iluminan la oscuridad de mi alma.
Alumbran la pesadumbre que arrastro todos los días,
al enfrentar cada capítulo de esta novela.
Candela es la flor que, desapercibida en la confusión,
es capaz de transformarse en el jardín que embellece el asfalto.
Sola se acomoda en el rincón que mejor siente.
Atraviesa su propia trascendencia
desde el lugar que más le queda.
Se coloca en su creativa inmediatez
e inventa su propio audiovisual cada día.
Todas las mañanas saca su viaje de ida,
no le sientan cómodos los abonos.
Aplasta día a día.
No es rehén de su destino,
ella cambia de cielo de acuerdo a cada despertar.
Es tan sencilla que su camino no está establecido,
sino que lo dibuja en cada movimiento.
La mañana así comienza, con las mayúsculas del corazón,
y la cotidianeidad desaparece con la bruma.

   Walter Gómez 25/06/08

1 comentario:

  1. es maravilloso que puedas darle expresión al AMOR en palabras...que materialices un sentimiento tan abrumador en este canto ... te agradezco el compartirlo... me ha transportado hasta allí...

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