lunes, 14 de noviembre de 2011

EL BARCO por Walter Gómez



Como un barco que se resquebraja en pleno viaje,
vas dejando la imagen de una luz que dejó de iluminar.
Aquél barco cargó con la ilusión de un destino,
de alguna manera diáfano,
pero especial por ser tal.
En ese viaje, tu imagen ya es tenue
y se disemina en el horizonte
como dos murciélagos que no encuentran su par
por la prematura salida del sol.
Retrocediste y quedaste contra la pared.
El viaje, siempre sobre aguas tormentosas,
fluía al compás de tu alma.
Tan sensible parecía,
que la bruma no te permitió la mentira.
Sos el barco del silencio.
No le avisas a tus pasajeros que se hundirán
y simulás seguir la fiesta.
Preso de la soledad, el barco nunca fue tal.
Hay un puñado de almas que se subieron
a lo que no existió jamás.
Ese barco es un elefante que murió en paz.

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