Corría el año mil novecientos sesenta y tantos cuando
el disparo de la escopeta del Coronel Díaz destruyó la bocina parlante que
interrumpía su sagrada siesta. Nuestra heroína, conocida en Paso del Rey como
"Sei" (un problema odontológico le impedía decir la palabra soy), no
tuvo más remedio que conectar la radio a un viejo combinado ortofónico para
captar la señal de la pared de sonido, emisora internacional de onda corta
dedicada a la música moderna y a difundir novedades acerca de los tan en boga
platillos voladores.
Ella creía que perdiéndose dentro de la pared se encontraría a ella misma. Tenía la manía de robar globos terráqueos de escuelas, instituciones, bibliotecas, etcétera. Se sentía más inteligente que los demás y se aferraba a ese mundo con vehemencia sintiendo que ya se lo habían sacado y no quería perderlo nuevamente. El Coronel Díaz opinaba que el cantante favorito de la jovencita no era un ser humano, sino más bien un estado de conciencia.
Como Gaona era de tierra, la única comunicación con la metrópolis era un plateado tren adonde Sei viajaba todos los días en busca de los conocimientos imposibles de encontrar en su lugar de origen. Una noche de lluvia el tren se detuvo misteriosamente, así como los relojes, los automóviles y todo aquello que estuviera a la vista de los azorados pasajeros. Sólo su radio a transistor repetía continuamente las misteriosas palabras "klatú-verrakta-nikto". Con el tiempo, los habitantes del pueblo lo abandonaron y la pared de sonido se volvió un recuerdo ante la división del átomo, el estéreo y el magazine.
Dicen que algunos de los seres espaciales embarazaron a las más bonitas señoras de Paso del Rey. Así que si alguien lo saluda con un "klatú-verraktanikto" o levantando la mano derecha con un brazalete Say No More, no dude en considerarlos aliados, pues sus poderes telepáticos y telequinéticos son capaces de paralizar la Tierra como advertencia a los que no se imaginan nada, se siguen llamando chabones, piensan que todo tiempo pasado fue mejor y detienen el poder del idealismo.
Ella creía que perdiéndose dentro de la pared se encontraría a ella misma. Tenía la manía de robar globos terráqueos de escuelas, instituciones, bibliotecas, etcétera. Se sentía más inteligente que los demás y se aferraba a ese mundo con vehemencia sintiendo que ya se lo habían sacado y no quería perderlo nuevamente. El Coronel Díaz opinaba que el cantante favorito de la jovencita no era un ser humano, sino más bien un estado de conciencia.
Como Gaona era de tierra, la única comunicación con la metrópolis era un plateado tren adonde Sei viajaba todos los días en busca de los conocimientos imposibles de encontrar en su lugar de origen. Una noche de lluvia el tren se detuvo misteriosamente, así como los relojes, los automóviles y todo aquello que estuviera a la vista de los azorados pasajeros. Sólo su radio a transistor repetía continuamente las misteriosas palabras "klatú-verrakta-nikto". Con el tiempo, los habitantes del pueblo lo abandonaron y la pared de sonido se volvió un recuerdo ante la división del átomo, el estéreo y el magazine.
Dicen que algunos de los seres espaciales embarazaron a las más bonitas señoras de Paso del Rey. Así que si alguien lo saluda con un "klatú-verraktanikto" o levantando la mano derecha con un brazalete Say No More, no dude en considerarlos aliados, pues sus poderes telepáticos y telequinéticos son capaces de paralizar la Tierra como advertencia a los que no se imaginan nada, se siguen llamando chabones, piensan que todo tiempo pasado fue mejor y detienen el poder del idealismo.
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