viernes, 24 de septiembre de 2010

LA RUTINA DE LAS MOSCAS

¿Cómo han podido los hombres
llegar a creer en su existencia?
Mijail Bakunin


El mismo trabajo de todos los días, tomar el mismo colectivo, con las mismas caras y las mismas secuencias. No espero nada que me asombre. Tal vez alguna falla mecánica en el motor podría cambiar mi viaje, pero de alguna manera hasta eso también lo espero. Y para colmo, tengo esta manía de observar todas y cada una de las cosas que suceden a mí alrededor, tornando imposible mi fuga de esta cárcel intemporal.
¿De que hay que asombrarse? A esta altura ya he perdido la continuidad de los hechos, los días se multiplican unos a otros como una sucesión de actos involuntarios,  los cuales conozco casi de memoria y se como van a terminar. Estos viajes son como una novela que leo a diario. Decenas de horas, cientos de minutos, miles de segundos que ya no vuelven y de los cuales no he sacado ningún provecho.
La conciencia moral que me atosiga se funde en la cultura implantada en mi psique, la cual dictamina que la vida es así. …¿Así?… La vida es una angustia de paso, la verdadera vida debe estar después de esto.
Eso fue lo que pense cuando después de una fuerte frenada vi salir entre las ruedas del colectivo un pequeño animal, el cual luchaba descarnadamente por llegar a una pequeña porción de pasto en la vereda y dar así con sus últimos minutos.
El colectivo arrancó y yo seguí con mi viaje. ¿Podrá ser, que nos creamos tan superiores como para condenar la vida de esa manera, sin realizar siquiera un examen de conciencia por el papel de verdugos que nos toca interpretar? ¿Ese animal habría terminado su vida, o habría salido del calvario?
Al otro día mire por la ventanilla y vi su cuerpo inerte sobre el pasto, y pense que alguien se encargaría de recogerlo y enterrarlo, pero siempre espero actos humanos que ni siquiera yo soy capaz de realizar. Día tras día esperaba ver la desaparición del cadáver, pero esto no sucedía, logrando que esa imagen finita se convirtiera en lo que alteraba mis viajes.
Al principio su cuerpo no era diferente a cuando estaba vivo, recostado hacia un lado, con  las patas estiradas sobre el pasto como eternamente dormido. Esa es la imagen con la cual me hubiese querido quedar. Un cuerpo intacto, incorrompible frente al paso del tiempo, sin tener la necesidad de inventar conformidades como la existencia de un alma inmortal. Pero al día siguiente su cuerpo se había hinchado adoptando una forma terrible. Pasaban los días y el cadáver mutaba, mientras que a mí me desbordaba la impaciencia por llegar al sitio mortuorio y deleitarme con el morboso juego de la putrefacción. Las moscas se situaban por miles creando un ditirambo dionisiaco. Más tarde un ejército de gusanos carcomía la carne hasta sus entrañas, creando en efecto de movimiento constante. Imagino el olor dulce de la podredumbre, penetrante, indeleble…. Indescriptible….
Los viajes continuaban, y del cuerpo solo quedaba cuero sobre un montón de huesos. Desde el colectivo solo parecían unas cuantas maderas y trapos viejos. Pero eso alguna vez había tenido vida, había saltado, corrido, tal vez hasta hubiese amado, no lo sé, pero sentí lastima y admiración por el cadáver. La muerte de ese animal se me representaba como una escupida hacia la cara de nuestras vidas. El ya no estaba entre nosotros y de esa manera podía esconder el secreto que los seres vivientes tanto tratan de  descifrar, de buscar, de pronosticar. El animal tenía ya en su poder el destino común  de todos nosotros, ese que nos apura en el tiempo, que nos hace crecer, plantearnos metas, lograrlas, fracasar, caer, levantarnos y seguir. Había cumplido con el trámite final, mientras que nosotros todavía bailábamos con la burocracia de la vida. Millones de horas de esfuerzo para conformar a una sociedad que solo espera nuestra muerte. Infinidad de viajes en colectivos, peleas, disputas, evaluaciones, sufrimientos, angustias, temores, nostalgias. Solo debemos actuar conforme a la existencia de todos, conforme a la trivialidad y a la rutina.
Los días siguen pasando y el cadáver del animal ya no atrae mi atención hoy me entretengo mirando mi rostro en el espejo antes de iniciar mi día. Ya veo como se va hinchando, en pocas semanas estará casi a punto de estallar. Y luego vendrán las moscas y más tarde los gusanos, al igual que el cadáver de aquel animal, con la diferencia que él tenía la gracia de estar muerto y yo estoy sufriendo la putrefacción en vida, porque ese es mi destino. Nuestro destino. El destino tan impersonal como la fatalidad misma, la cual marca la fuerza irreversible de las cosas.

                                                  Nicolai Kudrasov

jueves, 23 de septiembre de 2010

EL MISIL

Me dijeron miles de veces y me advirtieron sobre el fin del mundo.
Siempre llega después de un hecho socialmente importante y con imperativos de desdichas y rosarios de analgésicos para los dolores de cabeza. En cada una de esas etapas, siempre me quedó el mismo sabor a limón en la boca y la solución la resolví cuando cada mañana vuelvo a tapar el tubo de dentífrico.
¿Será necesaria la advertencia constante y continua para no caer en la picadora de carne? Los puntos se suman como años en los troncos de los árboles y la amenaza continua por parte de aquellos que, sin que uno se lo pida, tienen el tupe de dispensarte un consejo. ¡Un consejo! El cual como modo de ejemplo, se configura como un ladrillo más en la pared.
¿Y qué se yo lo mal que me va a ir? Seguramente igual que a vos o peor… igual que a todos. Pero es que la amalgama molar de una diarrea optimista, no te deja llegar al postre sin levantarte de la mesa? La marea conservadora, la autocracia pusilánime y los free pass, se te escapan por los codos y seguís sin poder morderlos.
Entonces, no me amenaces más con tu rutina pequeño burgues y sacá al rey del fondo que se te viene la noche chabón.
Nunca gané demasiado y por perder lo tengo casi todo (exceptuando lo que no tengo) desconfío hasta del más cercano y me escondo detrás de los palos de luz para poder contar hasta 1000. Y la cosa sigue sin cambiar demasiado… el contrato es uno sólo y falta la firma del financista para poder gritarte a la cara ¡Doble cero, pierde todo! 

                     Nicolai Kudrasov

jueves, 16 de septiembre de 2010

NIÑA SILENCIO

Tu silueta se deja dibujar entre mesas y platos. Sos la carta que, en su geometría, deja ver el cálculo que nunca puedo resolver. La limpieza de tu mirada y tu sonrisa abundante, me hacen adivinar la bienvenida. No hay mostrador que separe la concordancia de esta epifanía. Celebro el acercamiento, y me asombra la forma en que la simpleza toma la altura de un pájaro en las montañas. Me sorprende ver lo diminuto de mis gestos ante tu mirada, y el silencio que acompaña cada buen gesto. Porque tus palabras son silencios, cuando crecen tu sonrisa, tu mirada y tu aura.
Esa enorme juventud le calza bien a los que sacan pecho con la experiencia. Los años no son chapa, aunque sean por demás respetables. Pero lo espontáneo, lo que no está producido y sale en su estado natural, no tiene nomenclaturas. Ojalá nunca lo lleves como una carga. Ojalá convivas siempre con tu corazón, y en esa conversación fluida, no dejes contaminar tu río con sangre.
No conozco tu nombre, pero sé llamarte. Conozco tu nombre, pero no te pronuncio. Soy consciente de la esclavitud que poseo con las almas interiores, capaces de iluminar el rincón más oscuro. En tiempos en que no veo claridad alrededor mío, aparecés con los ojos bien abiertos para encandilar. Nadie dirá nada más, lo que se escuche será apenas ruido.
Que prevalezca el silencio. Todos debemos respetar lo que crece, en el más absoluto silencio.

                                                         Walter Gomez
                                                             05/04/06

miércoles, 8 de septiembre de 2010

INVIERNO NOCTURNO

La mañana arranca cuando avizoro el final,
un aire helado de amaneceres nocturnos,
avisa hasta dónde pueden llegar a asolarte
tus ángeles de soledad.
En el camino se cruzan las vírgenes
entre quien sobresale la que menos miente.
Mañana llamará la atención por las cualidades menos formales.
Cuando rezás, le mentís a la razón.
Cuando rezás, tu corazón queda ciego.
Desde el altar recibo miradas mezcla de complicidad y miedo.
Sucede que desde hace tiempo,
la vereda presagia lo previsible.
El sol capta nuestros movimientos anochecidos,
y encandila nuestro interior.
En tanto, adentro,
fuera de la vista del sol,
el delegado del poder del encierro,
nos alimenta de a poco.
Somos rehenes del infierno de dios.
Nos asfixian y nos drogan,
nos sedan, nos estimulan.
Nos llevan, nos traen.
Nos arrastran, nos mienten.
Seguimos vendados,
y cuanto mas nos encapuchan,
mejor visión poseemos. Y eso les molesta.
“La justicia es ciega” grita un jefe del poder.
“Y quién te dijo que lo que buscamos
es justicia” les contesto,
“Justicia busca quien se para un escalón mas arriba,
y lo mío viene de mas abajo”- agregué.
En la vereda las vírgenes abren fuego
contra las nubes,
pero mi cielo está tan debajo de mis pies
que me siento enterrado por mi propia superficie.
Ellas van a seguir abriendo cielos,
mientras yo seguiré excavando.
Y en este entierro,
hay casillero con premios.
Nos vemos en la morgue donde la joda sigue,
pero sin jerarquías.
Allí, por mas que te acomodes en la mejor camilla,
los gusanos no hacen distinción.

                                                            Walter Gómez
                                                                09/05/07

sábado, 4 de septiembre de 2010

LA PALABRA

Oprime la oscuridad de este encierro,

Donde las voces se deforman todo el tiempo,
anunciando el final de la palabra.
Semejante símbolo es ultrajado por las marionetas
que consumen heces en carretilla,
expulsadas por un amplificador de imágenes invisibles,
pero de enorme perjuicio para las almas.
La palabra desaparece y en el mismo acto,
se disuelven nuestros sueños.
Hay una silueta por detrás de la multitud
que acecha con el pensamiento pero nadie lo ve.
Es un fragmento de silencio
en el que alguien avizora un intento de recuperación.
¿Quien es capaz de tomar con un solo puño
ese halo y transformarlo en una nube tan siquiera?
Esta oscuridad tiene la imagen de la muerte
exhalando el mal aliento del que los gusanos
se alimentan todas las mañanas.
Un loco abre la puerta en medio del mareo
 y grita a viva voz una poesía.
Desde ese momento
el otoño nos dejó respirar un poco del aire
del que viven las gaviotas.

Walter Gómez
o6/05/10

jueves, 2 de septiembre de 2010