LLTV: ¿Podrías mencionar los tres libros más importantes
que hayas leído, o que mayormente te hayan constituido como persona?
SC:
La Biblia, que en mi adolescencia me
llenó de preguntas y me hizo descubrir que frecuentemente las respuestas no
pueden ser explicadas, al menos con palabras; “Medea”, la obra de Eurípides que despertó
en mí la conciencia de una pasión por lo trágico; y “Cuentos de amor, de locura y de muerte” de Horacio Quiroga, lectura
que hice a muy temprana edad y que me impresionó al mismo tiempo que me activó
mucho la imaginación y la atracción por el realismo mágico.
LLTV: ¿Último libro que leíste?
SC: El último
libro que leí completo creo que es “Enero”,
una novela muy sensible y hermosa de Sara Gallardo, autora argentina. Me cuesta
terminar de leer los libros porque siempre tengo varios empezados a la vez. Ahora
tengo unos tres libros abiertos, ¡por no decir cinco o seis! Uno de ellos, que
está siendo muy significativo y poderoso para mí, es “El silencio habla”, de Eckhart Tolle. Es un libro de mucha sabiduría
espiritual, para saborear de a poco: a veces leo sólo dos párrafos y me es
suficiente… entonces lo cierro, pero en mi interior sigue abierto un rato más. Otro
libro que estoy leyendo es “Gestualidad
Japonesa” de Michitarō Tada, un ensayo muy interesante sobre ciertos usos y
costumbres de los japoneses. Me intriga e interesa mucho cómo los sentimientos
humanos, supuestamente universales, tienen formas tan diferentes de expresión
(la manera en que los japoneses se comunican gestualmente es muy diferente a la
nuestra y a la de los occidentales en general) y cómo, a su vez, esa expresión
denota diferentes maneras humanas de sentir o percibir el mundo. También estoy
leyendo un libro en inglés, historias clásicas de detectives, “Classic detective stories”, y lo hago
precisamente para practicar el idioma. Los otros que
siempre tengo en la mesita de luz disponibles para la lectura y que responden a
que suelo tener sueños muy lúcidos, llenos de imágenes, sensaciones y a veces
canciones, son “El yoga de los sueños”
de Namkhai Norbu Rimpoché y “The Dream
Dictionary from A to Z” (El Diccionario de os sueños de la A a la Z). Por
último, un libro que tengo muy a la vista y abro para leer una página o
capítulo por día, es una especie de biblia: “Un curso de Milagros”.
LLTV: ¿En qué circunstancias escribís, cuales son los
momentos?
SC:
No tengo algo sistematizado con respecto a la escritura, ni siquiera considero
que haya conquistado el hábito de la escritura. En mi caso es más bien
compulsiva. Suele sucederme a la noche, cuando me acuesto y cierro los ojos en
silencio, que de repente algunas ideas antes desordenadas se me acomodan y
toman forma y me hacen abrir los ojos y prender la luz inmediatamente para
agarrar el cuaderno y el lápiz que dejo al lado de la cama; otras veces escribo
apenas me despierto, ya sea a la mañana o durante la noche, para no olvidarme
de algún sueño significativo que tuve y dejarlo asentado en papel. Y, otras
veces, cuando trato de comportarme mas disciplinada conmigo misma, lo hago
durante el día (generalmente a la tarde): me siento y me obligo a ordenar y a
dar forma a las ideas, escribiéndolas. En general lo que
escribo parte en realidad de imágenes que aparecen en mis sueños, o que se me
configuran a partir de algo que veo, leo, o de música que escucho. Con esas
imágenes, combinadas con la impresión o sensación que me generan, armo una idea
o concepto. Casi siempre acompaño las palabras con dibujos, si escribo en un
cuaderno, o con fotos o imágenes de pinturas, si escribo en la computadora.
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LLTV: ¿Qué libro te marcó algo para siempre y por qué?
SC: “Platero y yo”. ¡Ay!, ese libro me
conmueve mucho. Combina para mí una historia de herencia familiar con el nivel
poético de Juan Ramón Jiménez,
que me atraviesa de una manera muy especial. Una historia
simple y sencilla, relatada con una sensibilidad muy grande: El hombre (que
bien podría ser también “la mujer”) en estado de contemplación de la
naturaleza. Habla de vínculos amorosos muy profundos con el animal, especialmente
con el burro “Platero”, con la naturaleza en estado silvestre, y consigo mismo.
Siempre me transmitió sensación de salvajismo, plenitud y libertad. Cuando llegó a mí
el objeto- libro “Platero y yo”, a
mis cuatro o cinco años, ya tenía escritos en la primera página dos nombres de
anteriores dueñas. La primera había sido mi madre. Había sido su libro de
literatura en la primaria, y después (habiendo sido cubiertas sus tapas con un
papel de forrar con dibujos de Sara Key) había pasado a ser el libro de lectura
escolar de mi hermana mayor. Mi primer encuentro con “Platero y yo” fue a través de ella. Yo no sabía leer todavía,
entonces, antes de dormir, mi hermana me leía algunas páginas, y después las
comentábamos: yo le hacía preguntas y ella se las ingeniaba para respondérmelas
y armábamos nuevas historias que salían de ese mundo silvestre y puro que me
había llegado al alma. Al día siguiente yo hacía dibujos de Platero entre los
cardos y las flores del campo. Cada vez que lo
vuelvo a leer me conmueve hasta las lágrimas.
LLTV: ¿Tenés manías en el ejercicio de
la lectura?
SC: Una
de las manías que tengo en el ejercicio de la lectura tiene que ver con algo
que ya comenté, que es tener muchos libros abiertos a la vez, y por eso tardar
mucho tiempo en terminarlos. Otra, es que
cuando hay algo de lo que estoy leyendo que no comprendo del todo, no puedo
seguir y tengo que leerlo de nuevo tantas veces como me sea necesario hasta
entenderlo (o encontrar al menos la propia interpretación). A veces vuelvo
muchas páginas atrás para releer algún párrafo que me quedó en el tintero, o
releer quizás quince, veinte páginas.
LLTV: ¿A qué personaje de qué libro invitarías a tomar un
café, y por qué?
SC: A
Seymour, uno de los hermanos Glass,
que aparece tanto en “Franny y Zooey” como
en “Seymour: Una introducción”, y
creo que en otros de los cuentos de J. D. Salinger. Porque lo imagino como un
tipo fuertemente deprimido pero con mucho ingenio y sentido del humor,
inteligente, enigmático y muy magnético. Lo invitaría para que venga ahora, después
de su muerte, a tomar un café conmigo. Le preguntaría para qué se suicidó, de
qué le sirvió en vida su inteligencia y astucia, y qué siente ahora. Querría
saber de qué cosas (si las hay) que en vida se tomó tan en serio y por las que
sufrió tanto, ahora puede reírse. Y también me encantaría que él me haga
preguntas.
LLTV: ¿A qué personaje de qué libro invitarías a comer en
tu casa dispuesta a divertirte y pasar un buen momento, y por qué?
SC:
A Alicia, la del país de las
maravillas. Me parece una “flashera”, muy divertida. Evidentemente su mundo
inconsciente y onírico es muy basto, y creo que podríamos hacernos buenas
amigas, tener charlas muy interesantes y divertirnos mucho compartiendo un
fernet con coca en tazas de porcelana gigantes.
LLTV: ¿Recordás haberle leído a alguien en voz alta
alguna vez, haber sostenido una lectura compartida, fuera del marco de lo que
son los ensayos teatrales o de filmación?
SC: ¡Sí!
A mis sobrinos (Octavio y Ramiro). Cuando ellos eran muy
chiquitos y todavía no sabían leer, muchas veces que iba a Oncativo (Córdoba),
mi pueblo natal y donde vive gran parte de mi familia, se quedaban a dormir en
la casa de mis papás, y antes de dormir les leía cuentos. La mayoría de esos
cuentos eran los que yo leía en mi infancia. También, en
algunos viajes en auto con mi ex novio, llevábamos libros de Olga Orozco y,
mientras él manejaba, yo leía poemas y poesías en voz alta.
LLTV: ¿Recordás qué libro te generó muchísima expectativa
y te defraudó en la misma o mayor proporción?
SC: “On the road”, De Jack Kerouac. Sé que muchos me van a detestar
por esta opinión, ¡ja!, porque es un libro que tiene muchísimos buenos adeptos.
Y también sé que lo dejé antes de llegar a la mitad, por lo que no tengo autoridad
para criticarlo. Pero me lo regaló alguien que amo, respeto y admiro mucho, y varias
otras personas me habían hablado de él como un libro paradigmático que les marcó
un antes y un después, entonces mis expectativas estaban demasiado elevadas,
así como mi ansiedad por ser “capturada” por esta lectura. Y, como no me sucedió
eso, me defraudó fuertemente, me frustré con esa lectura y empecé a verle el
lado negativo al relato. Después me di cuenta de que en realidad mi lectura
estaba llena de prejuicios, y que debía dejarla para otro momento. Aún la tengo
pendiente. Quiero arrancarlo de nuevo, desde el comienzo, así que lo haré en
cualquier momento.
LLTV: ¿Cómo llega por lo general un libro a tus manos?
¿Sos de las lectoras que esperan una recomendación o te gusta meterte en las
librerías en búsqueda de algo que te atraiga?
SC:
Me gusta leer en papel y además me encantan los libros como objetos. Entonces,
muchas veces entro a librerías y la atracción primera suele ser visual. Después
obviamente miro de qué se trata, quién es el autor, y decidir si lo llevo. Otras
veces voy tras una recomendación, a pedir un libro en concreto, y suelo pedir
recomendaciones a los libreros. (En los últimos dos años aproveché mucho la
hermosa Feria del Libro que tenemos en Buenos Aires para curiosear, conocer
autores y comprar buena cantidad de libros.) Por otra parte, en realidad, muchos
de los libros que tengo en casa son regalos de gente muy querida. A través de
ellos he conocido autores alucinantes que quizás por motus propio no hubiese elegido.
LLTV: “La Patada del Camello” es una obra que escribiste
y protagonizaste junto a tu colega Sofía González. ¿Cómo se hace para escribir
de a dos?
SC:
La verdad es que es la primera vez que comparto escritura con alguien, y hasta
ahora la única. Fue un proceso hermoso, con ciertas dificultades, pero también muy
interesante y enriquecedor. Yo disfruto mucho
del trabajo en equipo. Con Sofía encontramos de modo orgánico una dinámica que
a ambas nos funcionó muy bien, que intercalaba la escritura individual con la
compartida. Eso nos permitió concentrarnos cada una en lo que queríamos decir y,
a la vez, dejar que eso se modificara a partir del encuentro con la mirada de
la otra. De ese encuentro resultó una nueva escritura que implicó discusiones y
acuerdos, no sólo a nivel conceptual, sino también estético y formal. Por supuesto, el
famoso “ego” se pone todo el tiempo en jaque en un proceso de estas
características, y eso creo que fue uno de los puntos más enriquecedores. Pero
también fue muy divertido. A mí me estimulaba mucho la imaginación leer lo que
Sofi traía escrito, porque venía de una proceso mental y creativo muy diferente
al mío, y me abría la cabeza y me invitaba a seguir imaginando a partir de su
propuesta (creo que a las dos nos pasaba algo parecido). A medida que
avanzábamos con la escritura, ambas nos íbamos entusiasmando cada vez más con
lo que estábamos creando. Disfruté y aprendí muchísimo ese proceso con “La
patada del camello”.
LLTV: Este fue un año profesional de gran salto para vos,
creo. Fuiste protagonista de la película “El Kiosco” junto a Pablo Echarri, y protagonizaste
una obra teatral que tuvo enorme repercusión como “La Patada del Camello” (Obra
que cubrimos en nuestro espacio de La Letra). En los dos trabajos, las
temáticas son muy sensibles y fueron muy elogiados. Más allá de que ya venías ocupando
un lugar en televisión y teatro, ¿Este se puede decir que fue el año de mayor
crecimiento desde lo profesional?
SC: Este es un año de mucho crecimiento para mí,
sin dudas. Tanto a nivel personal como profesional, siento que estoy en un
momento de mucho aprendizaje y maduración, de ver y sentir cómo lo aprehendido
de distintas fuentes (maestros, experiencias, mucho trabajo) están en mí como
un capital cada vez más sólido, y empieza a expandirse de manera cada vez más rápida
y significativa. Y creo que este capital, estos frutos (de mucho esfuerzo y
disfrute) que estoy cosechando me dan confianza y fuerza para seguir trabajando
y creciendo con mucho más entusiasmo y placer. “La
patada del camello” es uno de mis proyectos más importante, del que me
siento muy orgullosa, ya que soy una de sus progenitoras. Pero también puedo
decir que estoy muy contenta y absolutamente agradecida con todos los proyectos
de los que hoy formo parte (como la peli “El
Kiosco” y la obra de teatro “Hombres
y Ratones”), y de los grupos humanos con los que comparto el trabajo con mucha
confianza y pasión.
LLTV: Hoy estás protagonizando “Hombres y Ratones” los
viernes 23 Hs en El Portón de Sánchez, en Sánchez de Bustamante 1034, CABA.
¿Con qué se va a encontrar el espectador?
SC:
En “Hombres y Ratones”, el espectador
se va a encontrar con la pampa argentina de 1968, donde dos peones golondrina (protagonizados por Juan Luppi y Ramiro Méndez
Roy, también productores ejecutivos) que sólo se tienen el uno al otro, viajan
por el país con la ilusión de juntar el dinero suficiente para arrendar su
propia chacra y así acabar con la miseria que arrastran, pero la crudeza del
mundo pone a prueba la amistad tan singular que hay entre ellos. La obra habla del
amor, de la amistad, de la explotación del hombre por el hombre y de un mundo
sensible que subyace del mundo llano y hostil en el que viven los seis personajes
de esta fantástica versión de Lisandro Fiks (quién además dirige junto a
Gustavo Luppi) basada en la novela de John Steinbeck,
que hoy se monta por primera vez en Argentina. Creo que es una
obra que invita a la reflexión sobre temas sociales tan antiguos como actuales,
y a adentrarse en una sensibilidad especial dada por los sentimientos y los
vínculos humanos.
LLTV: ¿Habra reposición de “La Patada del Camello” este
año?
SC:
Habrá una tercera temporada de “La Patada
del Camello” en Buenos Aires, por supuesto, y lo más probable es que sea en
el 2020. También hay muchas probabilidades de que hagamos una temporada el
próximo verano en Mar del Plata, pero aún no está confirmada. El público nos
acompañó muy fiel y amorosamente en las dos primeras temporadas, y esperamos
con mucha fe que nos siga acompañando en las que se vienen.
LLTV: ¿Proyectos en que estés trabajando para lo que
queda del año?
SC:
Acabo de terminar de rodar un nuevo largo, “El
cuento del tío”, escrito y dirigido por Ignacio Guggiari. Es una comedia
negra muy divertida protagonizada por Luis Ziembrowski, Alejandra Flechner,
Martín Slipak, Silvia Pérez y Mónica Villa, entre otros grandes actores y
actrices. Tiene fecha de estreno para la primera mitad del 2020. Por otro lado, además
de continuar con las funciones de Hombres
y Ratones, ahora estoy trabajando en un boceto de guión para mediometraje.
También hay otros proyectos de teatro y de cine que están definiéndose, pero lo
mas probable es que sean para estrenarse en 2020.
Foto: Anahí Sinatra @anahisinatra
Producción: Sandra Criolani y Anahí Sinatra
Makeup y peinados: Gaby López @gabylopezmake
Entrevista: Walter Gómez