LLTV: ¿Podrías
mencionar los tres libros más importantes que hayas leído, o que mayormente te
hayan constituido como persona?
HLD: A
los catorce años, yo estaba en tercer año de industrial, un profesor de una
materia que era el equivalente de “Instrucción Cívica” nos pidió que leyéramos República de Platón. Yo me dediqué a
leer el libro entero y asimilé lo que pude. Fue muy importante para mí. La
cantidad de notas y referencias de esa edición de Eudeba, me estimularon a
continuar en un sentido definido, al punto que puedo considerar que mi carrera
comienza con ese libro en ese momento.
Otro
libro muy importante fue Historia
Universal de la Infamia, que significó para mí el ingreso a la literatura
de Borges, que me ha acompañado toda mi vida y que significa para mí una
influencia decisiva de la que jamás pude ni quise desprenderme. Aunque pocas
veces lo menciono, la obra entera de Borges creo que constituye la matriz de
mis textos.
Y
el tercer libro que puedo mencionar es Razón
y Revolución de Herbert Marcuse, que significó para mí el acercamiento más
sistemático a las obras de Hegel y Marx, dos autores que me ayudaron muchísimo
a cambiar mi manera de considerar la realidad. La noción de contradicción me
parece clave y no hay manera de que no vea todo lo que me rodea en términos que
implican contradicciones. Y creo que mi en mi tarea como dramaturgo y director
esta noción de contradicción ha jugado un rol preponderante.
Por
supuesto, hay muchísimos más autores y libros: Dostoievski, Kafka, Tolstoi, Brecht,
Chejov, Cortázar, Benjamin, Beckett, Pinter, Sebald, supongo que la lista es
extensísima. Y todos me han marcado de una manera absoluta.
LLTV: ¿Último libro
que leíste?
HLD: Los ojos del tigre, de
Germán Rozenmacher.
LLTV: ¿En qué
circunstancias escribís, cuales son los momentos?
HLD: Es
difícil para mí contestar a esta pregunta. Siento que escribo todo el tiempo.
Permanentemente tomo notas en mi libreta o en un cuaderno. Estas notas pueden
dar origen a una obra o a un ensayo u otro tipo de texto, o pueden servir para
avanzar en una obra o cualquier otro trabajo que ya haya comenzado. Y sobre la
base de estas notas es que después, ya en soledad en mi estudio, puedo
dedicarme a escribir de manera “convencional”. Trato de escribir
periódicamente, pero para mí no es sencillo porque la lectura se me presenta
como una tarea ineludible y muchas veces postergo la escritura para poder leer.
Como digo siempre, la lectura y la escritura se van realimentando mutuamente
hasta consolidar un círculo que me mantiene en permanente actividad. La lectura
es para mí una actividad vital desde que soy muy chico. Me puedo imaginar sin
escribir durante un tiempo prolongado (aunque trato de que eso no suceda
nunca). Pero no puedo imaginarme que pueda pasar un solo día sin leer.
LLTV: ¿Qué libro te
marcó algo para siempre y por qué?
HLD: Discursos interrumpidos,
de Walter Benjamin. Porque contiene las famosas Tesis sobre filosofía de la historia (que amplía en otro libro que
se titula El concepto de historia), y que para mí son determinantes ya que
consideran la necesidad de darles la voz a quienes fueron derrotados a lo largo
de la Historia, con el objeto de redimirlos, ya que a pesar de que están
muertos están esperando que los salvemos desde el presente. Una idea
absolutamente extraordinaria, un faro que me sirve de guía. Muchísimos de mis
textos teatrales tienen que ver con esta idea.
LLTV:
¿Tenés manías en el ejercicio de la lectura?
HLD: Manías
es una manera simpática de decirlo. Creo que es mucho peor que eso. Necesito un
lápiz automático, con minas 2b, que son blandas y sirven para subrayar. No
puedo leer sin subrayar, y no puedo subrayar sin escribir a los costados una
especie de síntesis de lo que leo en cada párrafo. Así, a medida que leo, voy
construyendo en los márgenes una especie de resumen del libro. Por supuesto,
esto lo hago mucho menos con los libros de ficción, sea narrativa o teatro.
Pero no puedo comenzar a leer lo que sea sin saber que cuento con un lápiz. Y
tengo muchos lápices automáticos con sus respectivas minas 2b. Muchas veces,
cuando el libro me interesa mucho, lo termino fichando en la computadora. Es
así como tengo decenas de libros fichados. Y estas fichas me sirven para
abordar después cualquier trabajo.
LLTV: ¿A qué
personaje de qué libro invitarías a tomar un café, y por qué?
HLD: En
principio, a dos: a Ana Karenina, para preguntarle si no había otra salida que
aquella por la cual se decidió; y a Fausto, para que me cuente cómo es que
llegó al punto de tener el saber y sin embargo pudo darse cuenta de que lo
importante es vivir.
LLTV: ¿A qué
personaje de qué libro invitarías a comer en tu casa dispuesto a divertirte y
pasar un buen momento, y por qué?
HLD: A
Puck, de Sueño de una noche de verano.
Para que me enseñe sus fórmulas de encantamiento.
LLTV: ¿Recordás
haberle leído a alguien en voz alta alguna vez, haber sostenido una lectura
compartida, fuera del marco de lo que son los ensayos teatrales?
HLD: No,
no me puedo imaginar una lectura compartida, para mí la lectura es una especie
de ceremonia íntima, un ritual que se repite cada día y requiere de una
preparación previa. Y en los ensayos, la verdad es que no recuerdo haber leído
demasiado: quienes leen, en principio, son los actores y después, cuando ya
saben la letra, son los que la repiten.
LLTV: ¿Recordás qué
libro te generó muchísima expectativa y te defraudó en la misma o mayor
proporción?
HLD: La
verdad que no. No logro recordar los libros que me defraudan. Lo malo es que
aunque me dé cuenta de que me está defraudando, sigo leyendo hasta el final. Es
muy difícil que abandone un libro voluntariamente.
LLTV: Los últimos
años fueron difíciles para el teatro, y para toda actividad cultural en
general. Pero específicamente respecto al teatro, qué perspectivas tenés considerando que éste es un año electoral.
HLD:
Acabo de terminar de escribir una nueva obra que en breve empezaré a ensayar y
está protagonizada por tres mujeres. Y ya estoy ensayando otra obra basada en
la propia vida de las actrices protagonistas. Es también muy probable que
ensaye una obra mía que está sin estrenar y que escribí hace ya mucho tiempo.
Dirigir es tan importante para mí como escribir y necesito estar siempre en
vías de concretar algún proyecto. No me puedo imaginar inactivo. Y la verdad es
que no tengo en cuenta cuál es la situación: si todo está bien, me parece que
es un buen momento para ensayar y estrenar; y si todo está mal, ensayar y
estrenar es una manera de enfrentar y resistir lo malo que nos toca vivir.
LLTV: Eudeba acaba de
editar tu nuevo libro “De un siglo a otro” Cinco obras teatrales. ¿Con qué
material nos vamos a encontrar, si nos podés contar?
HLD:
Lo que tienen en común las obras es que todas tuvieron importantes
reconocimientos. Las piezas contenidas en el libro son Memorias de Praga que estrené bajo mi dirección en el Centro
Cultural San Martín hace más de 20 años, y luego repuse en el teatro IFT donde
se mantuvo en cartel durante todo el año y donde la repuse cuatro años más
tarde bajo el auspicio de la Fundación Memoria del Holocausto. Esta obra obtuvo
el Premio FAIGA (de la Federación Argentina de Industrias Gráficas). La acción
de esta pieza tiene lugar alternativamente en la Buenos Aires contemporánea y
en la Praga invadida por los nazis; Serena
danza del olvido, que ganó el Premio Argentores y el Tercer Premio
Municipal y que antes fue editada en México en la Revista Tramoya y se estrenó
el Teatro del Pueblo también bajo mi dirección. Esta obra tiene como tema de
qué manera la amnesia de una parte de la sociedad hace posible el exterminio; Poker, que aunque ganó el Primer Premio
del Fondo Nacional de las Artes y el Segundo Premio Municipal, sigue esperando
ser estrenada en un teatro oficial. En esta obra, cuatro hermanos juegan al
poker mientras transcurren momentos fundamentales de la vida de uno de ellos; Resplandor, que fue escrita
especialmente para un concurso organizado por el Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires (bajo la gestión de Aníbal Ibarra) que se llamó “Historias bajo
las baldosas”, donde obtuvo el Primer Premio, y fue estrenada en el Centro
Cultural Rojas bajo la dirección de Anahí Martella. Esta obra tiene lugar en un
túnel que en algún momento unía el hospital Moyano con la estación Constitución;
y por último, Dinero. Heptalogía, que
se estrenó en el teatro Patio de Actores bajo mi dirección y la de Clara
Pizarro, que ganó el Primer Premio Municipal y que tiene por tema el modo en
que el dinero, sin que tengamos plena conciencia, atraviesa todos los vínculos
humanos.
LLTV: ¿“De un siglo a
otro” lo lleva al lector a pensar la realidad contemporánea desde el teatro,
casi a modo de ensayo?
HLD:
No, no. Aunque creo que las obras deben tener contenido, “densidad de sentido”
como digo siempre, lo que más me interesa al escribir teatro es producir
ficción. En todo caso, si alguien considera que el contenido de estas obras
puede ser objeto de un ensayo que analice y multiplique los significados, como
afortunadamente sucede, mucho mejor. Pero las obras son ficciones para ser
encarnadas por actores en el espacio escénico, muchas veces bajo mi propia
dirección. El título tiene más que ver con una selección de cinco obras, sobre
casi tres decenas, la primera de las cuales la escribí en 1996, la segunda en
2000, la tercera en 2001, la cuarta en 2005 y la última en 2010. Es decir, el
título pretende describir una trayectoria en la que pude cruzar a través de mis
obras, del siglo XX al siglo XXI.
Héctor Levy-Daniel es Dramaturgo, director teatral, docente, investigador, guionista, licenciado en filosofía.
Entrevista: Walter Gómez