“Más inmoral que fundir un Banco, es
fundarlo” ( Bertolt Brecht)
Tokyo narra cómo es que
ingresa al variopinto grupo de facinerosos, ladrones, estafadores, encuentro
que le cambió la vida, la de ella, y también la de toda esa runfla de
perdedores.
Se reúnen en las afueras
de Madrid, en un lugar apartado, una finca. Planean algo único, tan peculiar y
desaforado que los enloquece. los tienta a más no poder, los desafía. ¿Planean
robar un banco? No señores. El Banco.
Más aún, el banco de
todos los bancos: la fábrica de la pasta, la biyuya, la canela, el billete, la
mosqueta, la tarasca, la guita, etc. La madre todas las riquezas: planean robar
La Fábrica Nacional de Moneda y Timbre. Ja.
Nada menos que el cielo
por asalto…
Y nosotros desde aquí, en
el culo del mundo, podemos entender bien de que se trata. ¿Será por eso que la
serie española prendió tanto por estas pampas?
Si acá tenemos ladrones
para exportar. Prácticamente toda nuestra clase política, buena parte del
empresariado, buen número de sindicalistas, casi no hay espectro social que sea
inmaculado. Pues entonces, de robar, en esta fecunda tierra, sabemos mucho.
Fendrich, Vitette
Sellanes, vicepresidentes, jueces, son casi ídolos populares. Hay una frase remanida
que le dicen los padres a sus hijos pedigueños:
“Te crées que tengo la máquina de hacer plata”. A veces usan una frase
escatológica, como si el dinero estuviera firmemente asociado a residuos
orgánicos. La máquina de hacer plata.
¿Están armados? Si. ¿Están
de fajina? También.
El rojo los asocia con la
izquierda pero son, por acto y por cosmovisión, cuentapropistas. Y le dicen al
capitalismo ramplón del mundo “Aquí estamos. No pasarán”. En un acto rebelde
sí, pero no revolucionario. Entre un rojo enmascarado daliniano y Merkel … ¿Usted
a qué equipo jugaría? Interesante planteo la de los creadores de la serie.
Brillante idea la de El
Profesor: no robar el dinero, eso lo hace cualquiera. Fabricarlo! Robarle a las
autoridades, al poder, la potestad del dinero. En la mente omnipresente de El
Profesor uno no ve que el objetivo de todo su plan sea la avaricia. Uno ve un
desafío, un guante en la cara del poder, una gambeta. Los anteojos demodé lo
hacen intelectual, el traje lo uniforma y la barba nos remite al Che. Hay idea,
desafío, desparpajo.
El astuto y manipulador
“Berlín” (Pedro Alonso); la irreverente e indomable “Nairobi” (Alba Flores); el
ingenuo “Río” (Miguel Herrán); el tierno hijo y muchachote lleno de vida de
“Denver” (Jaime Llorente); “Moscú” (Paco Tous) siempre paternal; “Helsinki”
(Dardo Peric) un oso con corazón de niño; el parco “Oslo” (Roberto García) y
“Tokio” (Úrsula Corberó) la que cuenta el cuento, rebelde, bella, desenfadada.
Y a la cabeza de estos avatares del latrocinio, “El Profesor” (Álvaro Monte),
el que diseñó el plan, convoca voluntades, adoctrina, entrena, dirige este
grupo de desesperados en términos individuales, que pretende ser “el equipo”,
en la Champion League de los ladrones.
La ejecución según lo
planeado por El Profesor, es perfecta. Ingresan a la Fábrica de la Moneda
limpiamente, toman rehenes, blindan con explosivos las entradas, dividen
tareas, las de vigilar, hacer el boquete de salida, la comida, etc. Las fuerzas
policíacas lo rodean, precintan la zona y da comienzo a una larga, minuciosa, y
a ratos ambigua negociación entre la inspectora Raquel Murillo (Itziar Ituño) y
El Profesor. Algunas relaciones secuestrador/cautivo se enrarecen, salen de cauce.
Hay cercanías, acuerdos, también rebeliones.
El Profesor desde el
exterior del edificio, monitorea los acontecimientos, manipulando acciones y
voluntades. Empieza un juego de poder (y seducción) entre El Profesor y la
inspectora Murillo que linda con el exceso de audacia, y con la soledad de
ambos.
Los policías atan cabos,
encuentran la identidad de algunos de los asaltantes, cierra el cerco sobre
ellos. En tanto, uno de los objetivos de la banda; robar tiempo, funciona y lo
utilizan para fabricar millones. El asunto consiste en salir con ellos de allí.
El plan ora parece funcionar como un mecanismo de relojería, ora parece
tambalear en las escabrosas aguas del fracaso…
El final de la primera
temporada, con el tema “Bella Ciao”, como cuasi leitmotiv de estos peculiares
vivillos, nos deja a las puertas de una resolución: al borde del precipicio del
robo consumado, o del apresamiento de la banda. Al borde de la imaginería
desbordada de sus fieles seguidores.
La Casa de Papel es una creación por Álex Pina.
País de origen: España.
Crítica: Gustavo Oviedo