La mañana arranca cuando avizoro el final,
un aire helado de amaneceres nocturnos,
avisa hasta dónde pueden llegar a asolarte
tus ángeles de soledad.
En el camino se cruzan las vírgenes
entre quien sobresale la que menos miente.
Mañana llamará la atención por las cualidades menos formales.
Cuando rezás, le mentís a la razón.
Cuando rezás, tu corazón queda ciego.
Desde el altar recibo miradas mezcla de complicidad y miedo.
Sucede que desde hace tiempo,
la vereda presagia lo previsible.
El sol capta nuestros movimientos anochecidos,
y encandila nuestro interior.
En tanto, adentro,
fuera de la vista del sol,
el delegado del poder del encierro,
nos alimenta de a poco.
Somos rehenes del infierno de dios.
Nos asfixian y nos drogan,
nos sedan, nos estimulan.
Nos llevan, nos traen.
Nos arrastran, nos mienten.
Seguimos vendados,
y cuanto mas nos encapuchan,
mejor visión poseemos. Y eso les molesta.
“La justicia es ciega” grita un jefe del poder.
“Y quién te dijo que lo que buscamos
es justicia” les contesto,
“Justicia busca quien se para un escalón mas arriba,
y lo mío viene de mas abajo”- agregué.
En la vereda las vírgenes abren fuego
contra las nubes,
pero mi cielo está tan debajo de mis pies
que me siento enterrado por mi propia superficie.
Ellas van a seguir abriendo cielos,
mientras yo seguiré excavando.
Y en este entierro,
hay casillero con premios.
Nos vemos en la morgue donde la joda sigue,
pero sin jerarquías.
Allí, por mas que te acomodes en la mejor camilla,
los gusanos no hacen distinción.
Walter Gómez
09/05/07
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