Una pareja de sexagenarios, españoles ellos, ha
viajado a la Triple Frontera, más precisamente a Foz de Iguazú, en plan de
turismo? Ya veremos…
Llegan cansados al hotel, posiblemente de una
larga excursión por las cataratas, y discuten. Lo hacen como suelen hacerlo las
parejas de muchos años: por nada y por todo. Pero hay un meollo, una
densidad…El disparador de la disputa veremos que es un joven que se les ha
pegado, que al parecer viaja solitario y que molesta en gran medida a él y
resulta muy carismático a ella. Discusión, portazo, ella sale a fumar, él se
queda solo en la habitación. Él se queda solo. Ella se va.
Al otro día habla con la mujer que limpia la
habitación, le cuenta. Ella la vió fumando y ella también fumó, hablaron,
recuerda un teléfono (pues la chica de la limpieza tiene una extraordinaria
memoria para los números). El extranjero también habla del episodio con una
prostituta, con una guía turística, también con un chofer de micros en una ruta
solitaria. En un banco de plaza fuma (él, que no fuma) habla con un cura: él le
cuenta de su mujer en fuga, el cura le habla de ovnis…
La extranjera en fuga es recibida en un pequeño
pueblito de provincia, por un muchacho. Un camionero la encontró perdida en la
ruta con una dirección escrita en un papel, y allí la dejó.
El muchacho escucha la historia de la mujer que
ha perdido su memoria y le cuenta la propia: la de niño abandonado por su
padre, la de su búsqueda en un país extraño, la de reconocerlo (así lo creyó
entonces) en un homeless.
La extranjera termina yendo a la dirección
escrita en el papel que llevaba consigo. Allí, una mujer paraguaya, simple y
dura y generosa, la recibe tal como recibe a las muchachas que huyen del abuso
familiar ó de la trata ó del abismo más asolador. La recibe a ella, viajera
extranjera y sexagenaria, como alguna vez recibió a un jóven ex paseador de
perros, mal cocinero, buen pibe, viajero en moto.
Recibe también al extranjero sexagenario,
español en tránsito, desolado como su mujer, cansados, que por fin hallan
algunas respuestas o que tal vez encontraron su aleph, el ombligo mismo de
todas las preguntas… Unas proyecciones en un blanco/negro difuminado en
claroscuros, hacen las veces de un cuadro, una ruta, un árbol, aquel lugar.
El texto de Josep Miró posee la potencia
dramática y la suficiente porosidad para que el espectador empatice con lo
narrado. Actuaciones sencillas y cautivantes, donde sobresale el trabajo de
Eugenia Alonso, que posee encanto y ternura. La escenografía despojada y
alegórica es un punto alto en una puesta atractiva, evanescente como el relato
de rara interioridad.
Excelente espectáculo.
DRAMATURGIA: Josep Miró
ELENCO: Pablo Viña, Lina Lambert, Eugenia
Alonso, Esteban Meloni
ESCENOGRAFÍA: Enric Planas
ILUMINACIÓN: María Doménech
VESTUARIO:
Albert Pascual
AUDIOVISUALES: Mercé Rodríguez
DIRECCIÓN:
Gabriela Izcovich
PRENSA: Octavia Comunicación
CENTRO CULTURAL 25 DE MAYO
VIERNES 21 HS
Av. Triunvirato 4444
Crítica: Gustavo Oviedo
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