viernes, 1 de octubre de 2010

BORROSO

Una espesa niebla le da la bienvenida a los mediocres,
que de tanto hablar de lo que pasa arriba,
se olvidan del piso que los sostiene.
Las alondras vuelan rasantes,
porque le temen a los relámpagos del alma.
¿Hasta dónde se puede creer que estas lágrimas,
que rompen en el acantilado,
surgen de las tinieblas de tu corazón?
O bien se trata del sudor frío,
que te genera el levantar la frente a la altura de la mirada.
Un grupo enorme de títeres,
con hilos manchados con sal negra.
Títeres con ojos pintados con témpera,
pero sin mirada ni temperamento.
La transacción de un dios,
incierto y engañoso, como todo dios,
no es ventajosa para ninguna parte.
Ni para los que pagan por estar,
ni para los que cobran por sostener.
La mentira y la vanidad tienen puesta en escena.
Un cementerio derrama en el césped,
recuerdos malignos de muertos nobles.
Hasta aquí llegaron los cortejos
de sonrisas que adivinan una inmoralidad.
Hasta la montaña trepan los corazones
de las personas reales que buscan escapar.
No quedan demasiadas salidas.
Más bien sobran las entradas,
donde un puñado se agolpa para no ingresar.
Pocos alcanzan a ver que ya están adentro.
No obstante un niño yace en la ruta,
y lo que más nos incomoda, sucede cerca y nos distrae.
Nos molesta.
Es mejor empezar el día por el final.
Dar vuelta las cosas,
y que el comienzo sea la lápida
que ilumina el fin de nuestros caminos.
                                     
                                    Walter Gómez
                                        04/06/06

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