Con un marcado sentido de la gloria a cuestas, se calzó el único punto que le faltaba zurcir.
Está por llegar a la meta incorrecta mientras pedalea. Hay dos viejos detrás que quieren darle alcance. Los observa. Ya son tres los puntos que no se sacan ventaja alguna. Se extrañan, se entienden bien y se necesitan más.
Competir, a esta altura, es no auto flagelarse.
Cuando está por llegar al primer cerro, disimula euforia o contagio de circos. La disfraza con movimientos pendulares donde su cuello hace las veces de banderín perdido.
Cayó en la cuenta que lo mató la llanura de la chatura. Lo supo desde el día en que la besó sin miedos. Ahora busca despegarse de los viejos. La meta se aleja presurosa de recuerdos. Uno de los viejos le tira una trompada. Cae sin consecuencias y el ruido hace que se espanten quienes querían alcanzar a los viejos. El otro levanta del piso el rostro de su amigo.
Es en ese momento cuando se unen las puntas. Mira al cielo. Desde las más encumbradas alturas, un rayo destruye al otro viejo. Mientras tanto él sigue pedaleando. Jamás puso tanto en juego. Al fin de cuentas el punto de partida siempre puede ser el mismo…y otra vez solo y con dos viejos detrás…
Luis Duarte
Marzo 2007
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