Veinticinco de Diciembre, es la casa de Tobías Hidalgo, un niño que ya hace tiempo ha dejado de
serlo, que tiene canas en su cabeza y arrugas en su piel pero que de todas
maneras viste un atuendo de un niño de seis años de la década del sesenta con sus largos tiradores su pantalón negro, su camisa de hilo blanca y el detalle que nunca podía faltar, un hermoso moño de color rojo o negro, no
recuerdo bien. Es Tobías quien está ansioso por abrir los regalos, por ver a sus
hermanos, se encuentra en ese estado en la que un pequeño muchacho en toda
Navidad se haya, con ansiedad y alegría. Sus actitudes son todas las de un niño muy
educado, mimado y juguetón que sigue viviendo junto a su madre de la cual pareciera
estar enamorado, y a la que en todo momento quiere agradarle. Su madre una
mujer grande, tosca pero con su cuota de dulzura está en plena preparación de los festejos de la navidad esperando al resto de la
familia, sus hijos su nieta y la amiga de la hija.
Esa noche en la que el cristianismo está acostumbrado a que solo sea de paz y amor
sucede algo que cambiara el destino de cada uno de los integrantes de la
familia, un secreto que se devela, una verdad que sale a la luz una actitud que
nadie esperaba. La familia no se elige. ¿La familia Hidalgo habrá decidido disolverse de una vez por todas? ¿Habrán decidido perdonarse y continuar felizmente la Navidad?
Hijo de H una obra que mezcla diversos lenguajes, y ofrece en
diferentes capítulos, un hibrido entre lo audiovisual la música y la danza que atrapa en cada minuto que asusta,
que sorprende, que la obra quiere que te quedes y no te vayas.
Hijo
de H, de Lucas Gingles y Sol Salaberria
Actúan:
Juan
Pablo Carrasco,
Ezio Fioranelli,
María Luisa Gingles,
Carla Maieli,
Bernardo Romano y
Paula Stephanus
Dirección:
Lucas Gingles y Sol Salaberria
Crítica:
Cecilia Durán
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