A partir del enorme y maduro avance
logrado en La República Argentina el año 2010, aprobando
por ley el matrimonio entre personas del mismo
sexo, y de la ley de identidad de género en 2012, al reconocer
el libre desarrollo de las personas conforme a su identidad de género, comprendiéndolo
como un acto creativo y no una realidad objetiva que se ha de aprehender;
nuestro país avanzó civilmente hacia una sociedad un poco mas justa,
reconociendo lo diverso como su parte constitutiva.
Esta visibilización social originó
profundos cambios en todos los órdenes, y el lenguaje, no quedó exento de ello.
En ocasiones tendemos a olvidar que la lengua no sólo describe realidades, sino
que las produce. Cada vez que nombramos estamos conformando -dando y dándonos
forma- a lo que nominamos. El lenguaje tiene un valor esencialmente constitutivo,
hacemos cosas con las palabras, y en su naturalización, en el hecho de creer que
hay un continuo entre las palabras y las cosas, no tomamos en cuenta que las
palabras son tan arbitrarias como determinantes. Un cubo de hielo en nuestro
imaginario será asociado, entre otros posibles usos, al enfriamiento de
bebidas, nunca se nos ocurriría suponer que pueden ser parte constitutiva de
nuestro hogar, como si lo haría una comunidad de esquimales. Las palabras no
reflejan lo que las cosas son, una misma palabra usada en otro contexto social
adquiere un significado diferente, sino piensen como los españoles se refieren
al acto de agarrar objetos.
El lector atento habrá notado que se
usaron las palabras lengua y lenguaje casi como sinónimos, permítanme una breve
diferenciación para entender mejor la problemática. La lengua, corresponde al
conjunto de signos creados por convención y empleados en una determinada
comunidad lingüística, como lo son el español, el inglés o el guaraní. Por
ello, se considera que la lengua es de naturaleza social, abstracta, que se
crea a lo largo del tiempo. El habla, por otra parte, es la materialización de
la lengua utilizando nuestro aparato fonador con la finalidad de producir fonos
y de esta manera hacer audible la lengua, por ello decimos que su naturaleza es
material, ya que el habla es audible, y psicofísica, dado que cada quien habla
de una manera en particular utilizando timbres y tonos diferentes, por ello es
de carácter individual. Pero ambos conceptos, la lengua y el habla, tienen en
común que son llamados planos del lenguaje, lo que se utiliza como término
general al referirnos a la capacidad que tenemos de manera innata para
comunicarnos.
Ahora bien, ¿el calor o la calor?, la
duda habla más del hablante que del clima, y en una situación de apuro siempre
terminamos recurriendo, en nuestro caso, a La Real Academia
Española, que si bien lo autoriza, no dejaremos de observar con cierta sorna a
quien lo haya pronunciado en femenino. El lenguaje es básicamente androcentrista.
Por eso cuando en un grupo de mujeres hay un solo varón, se dice todos, y si la
cuestión fuese al revés, un grupo de hombres y una sola mujer, ningún varón
aceptaría ser nombrado dentro de un todas. Esto es así porque el lenguaje está diseñado
desde la masculinidad. Este lenguaje androcéntrico produce un paradigma
ordenador del hombre como eje y la mujer como su satélite. Pero el sexismo
lingüístico también ha simplificado y perjudicado a los hombres, quedar del
lado de la norma y de lo general, obstaculiza enormemente la propia indagación.
En todas las sociedades existen relaciones asimétricas y jerárquicas que se
construyen, expresan y reproducen en el discurso. El sexismo presenta una imagen
descalificadora y desvalorizada de las mujeres, mientras que el androcentrismo
consiste en su exclusión e invisibilización. Del mismo modo, la homofobia
plantea una imagen rebajada y peyorativa de la homosexualidad, mientras que el
sistema binario de sexo-género oculta y prescinde del discurso cualquier
realidad que no se ajuste de forma clara a la división entre hombres y mujeres.
Hace ya tiempo que varios colectivos
militantes de género empezaron a plantearse que el uso del masculino como
englobador tendía a ser políticamente incorrecto. La masividad informática
permitió el uso del signo “@” para utilizar en los plurales como un modo más
inclusivo, luego, twitter mediante, que utiliza este símbolo para identificar a
sus usuarios, se cambió y generalizó por la letra “X”, aunque, algunos
colectivos lésbicos a su vez proponen a la letra “E”; en consecuencia, es de
esperar que en no mucho tiempo encontremos masivamente plurales escritos para
tod@s, todxs o todes. Sin ir más lejos, el suplemento SOY del diario Página 12
-a quien le debo el encuentro con estas reflexiones- hace uso de estos recursos
todos los viernes. En tanto que Facebook en Argentina, amplió las posibilidades
para definir el género en su registración con nuevas alternativas al binarismo
hombre/mujer: Neutro, Ninguno, Andrógina, Andrógino, Androginx, Intersexual,
Trans, Transgénero, Mujer transexual y Hombre transexual, entre otros.
El uso de un pronombre neutral, ya insinuado
en los sesenta, fue recuperado por activistas trans y feministas suecos como
propuesta de un pronombre de género neutro (HEN), para referirse a objetos y
personas que no necesariamente se identifiquen como hombres (HAN) o mujeres
(HON), avanzando, no sólo en la igualdad de género, sino en su
desnaturalización e incluyendo una opción que pone en jaque la división binaria
de géneros. En “Kivi & Monster Dog” (Kivi y Perro Monstruo), una
publicación infantil editada por la editorial sueca Olivia, dirigida por dos
mujeres feministas con una decidida política de diversidad en todos sus libros,
todas las referencias a su protagonista Kivi se hacen con el pronombre neutro.
No es posible afirmar por la ropa, por sus acciones, ni por sus aventuras si se
trata de un niño o una niña. Según su autor, Jesper Lundqvist, este recurso da
la oportunidad de acercarse al personaje desde otros puntos de encuentro que el
género definido obtura. Y como otro ejemplo mas masivo y cercano, no nos
olvidemos de la feroz polémica desatada hace unos años por el programa
televisivo infantil “teletubbies”, acusados de asexuados u homosexuales, y por
tanto, nocivos para la construcción de identidad de los niños.
La identidad de género se elige y
construye en un proceso de interacciones en donde confluye el deseo, el
inconsciente, la historia personal y las relaciones familiares y sociales a las
que como individuos somos convocados a interpretar, negociando significados de
discursos sobre géneros disponibles y sexualidades culturalmente moldeadas. Habría
que pensar como fuimos deseados y pensados por nuestros procreadores, sobre
todo, viendo la tendencia cada vez más popular de fiestas en donde se celebra
la revelación del sexo del bebé, haciendo gala pública de nuestra primera
ecografía.
Es imprescindible plantear cambios en
el uso de la lengua con el fin de intervenir en el orden social, cuestionando
creencias naturalizadas presentadas como inmutables. Es cierto, que los rasgos machistas
y homofóbicos presentes en el uso de la lengua serán sólo erradicados cuando se
logren cambiar las estructuras sociales que reproducen y exponencian estos
usos. Sin embargo, podemos y debemos incidir paralelamente en la lengua
estableciendo una reciprocidad entre lengua y orden social, permitiendo nominar
a todas las personas de manera más justa.
Basta releer esta misma nota para
descubrir las estrategias lingüísticas a las que hemos señalado, así que, no me
queda más que redimirme con un saludo para tod@s, todxs, y todes.
Alejandro Silva es Licenciado en Ciencias de la Comunicación (UBA)
"No creemos que tenga sentido forzar las estructuras lingüísticas para que constituyan un espejo de la realidad, impulsar políticas normativas que separen el lenguaje oficial del real, ahondar en las etimologías para descartar el uso actual de expresiones ya fosilizadas o pensar que las convenciones gramaticales nos impiden expresar en libertad nuestros pensamientos o interpretar los de los demás.
ResponderEliminarNo deja de resultar inquietante que, desde dependencias oficiales de universidades, comunidades autónomas, sindicatos y ayuntamientos, se sugiera la conveniencia de extender — y es de suponer que de enseñar — un conjunto de variantes lingüísticas que anulan distinciones sintácticas y léxicas conocidas y que prescinden de los matices que encierran las palabras con la intención de que perviva la absoluta visibilidad de la distinción entre género y sexo. La enseñanza de la lengua a los jóvenes constituye una tarea de vital importancia. Consiste, en buena medida, en ayudarlos a descubrir sus sutilezas y comprender sus secretos. Se trata de lograr que aprendan a usar el idioma para expresarse con corrección y con rigor; de contribuir a que lo empleen para argumentar, desarrollar sus pensamientos, defender sus ideas, luchar por sus derechos y realizarse personal y profesionalmente. En plena igualdad, por supuesto."
Real Academia Española, 2012
http://www.rae.es/sites/default/files/Sexismo_linguistico_y_visibilidad_de_la_mujer_0.pdf
Si, ya conocemos su sensibilidad "señores" de rae, gracias por recordarlo... les aviso que por como se vienen dando las cosas son uds (y algunos otros) los que van forzando las cosas en contra de lo que va surgiendo, de lo nuevo... el lenguaje se adapta a las necesidades humanas, mas allá de lo que uds den por válido (afortunadamente)...
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