A veces me doy miedo.
Le doy miedo a mí que
corre inconsolable
y se esconde atrás
del cantero del vecino.
Te sentís lejos de
mamá cuando te abraza.
¿Por qué?
¿Por qué?
No, no llores.
Habláme en el espejo.
Te doy risa porque de
llorar me brilla la cara.
El silencio de tu
casa está tan fuerte que ya nadie habla.
Pero cuando me
acuerdo puedo sentirlo.
Espeluznante.
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