“EDIPO:- ¿Qué
mueve esta reunión?
¿A
qué esas suplicantes disposiciones?
Postrados en tierra, con ramos de oliva…¿Qué es?
Aquí estoy. Soy Edipo. Todo el mundo celebra su gloria…”
(EDIPO
REY / Sófocles)
En un principio fue
Malvinas. Asunto espinoso, laberíntico si los hay para nosotros. Pero no, no.
Luego: un parricidio. Y el mito de Edipo que todo lo sobrevuela. Y la narración
mamushkeana del teatro dentro del teatro, y un demiurgo-narrador que ordena el
sentido, dejando la piel en su acto de creación, a imagen y semejanza. Y algún
código kafkiano. Y Passolini, el corpus temático, estético de su obra y su
espantosa muerte. Y también está el básquet, que estructura los actos, y la
cárcel, para vigilar y castigar, y la piedad…
Tebas Land nos habla de
todo esto.
Lautaro, director de
teatro, presenta al público su propuesta: la historia de Martín, encarcelado
por asesinar a su padre, de múltiples cortes con un tenedor, en una explosión
de violencia descontrolada. Convoca a Gerardo por medio de una audición, para
que represente a Martín, y visita regularmente al convicto para conocerlo y
saber el más allá de lo que dicen los expedientes.
En estos encuentros, se
produce una transformación en Lautaro, en Martín, y en el proyecto. Aparecen
sus pasiones, sus miedos, aquello que los alegra, sus puntos débiles, lo que
aman. Descubrimos en Martín, en su experiencia lacerante de vida, escondido bajo
su torpeza y limitaciones, a una criatura dolida, cuyos acontecimientos como un
río, lo empujan a orillas indignas a lo humano. Y que aún estira su mano en un
gesto de compasión, en una suerte de grito desesperado:
“Aquí estoy, este soy! En
esto me convirtieron!”
¿Cómo se cuenta una
historia de tal crueldad?
¿Cómo se narra la
humillación, el embrutecimiento sistemático, la explosión de sangre, el tabú?
Cómo se muestra un detalle de redención enmarcado por el horror?
Tebas Land nos habla de todo esto. Teatro
dentro del teatro. Y un gesto de piedad.
Las actuaciones de
Lautaro Perotti, como el creador sensible y comprometido, y Gerardo Otero, en
el doble papel del parricida encarcelado y su álter ego, el actor que lo
representa, excelentes ambos. Entran y salen con suficiencia de los diferentes
dispositivos narrativos.
El espacio escénico,
dividido entre la cancha de básquet en el presidio (espacio de encierro de
Martín) y la mesa de trabajo, con pizarra y elementos audiovisuales (espacio
creativo de Lautaro), organizan el relato, le asignan sentido de clase (como es
la mirada del mundo de cada uno) y son muy apropiados para el lucimiento del
trabajo actoral. La escenografía es de Gonzalo Córdoba Estévez.
La iluminación de Ricardo
Sica guía el relato con sutilezas. Corina Fiorillo dirige un inquietante texto
del uruguayo Sergio Blanco, con suficiencia, con creatividad, con belleza.
Excelente dirección. Un espectáculo para disfrutar y conmoverse.
Dramaturgia: Sergio Blanco
Escenografía: Gonzalo Córdoba Estévez
Iluminación: Ricardo Sica
Dirección: Corina Fiorillo
Elenco: Lautaro Perotti, Gerardo Otero
Jueves
20:30 Hs
TIMBRE 4
Sábados 22:45 Hs
Domingos 21:30 Hs México 3554 CABA
Crìtica Gustavo Oviedo
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