me defienden de mis ojos que desean tocarte.
Lo que siento no coincide con lo que es, ni el
pensamiento
y el cuerpo sin entender, decide por sus medios.
La confusión es de ¿dónde estoy?
y termina en la resolución de ¿Quién soy?.
Trato de inspirarme en tus manos lastimadas,
en tu voz que entra en filo
profundamente acompañando ardor,
profundamente acompañando ardor,
sin dejar a la respiración, ni a mi saliva paso.
Tus dedos aprietan mi cuello, y yo no los veo.
Intenté desafectar mis sentimientos,
Pero entendí cuánto más te acercabas.
Mencionaste mi juventud y desechaste lo que decía,
Entonces callé mil cosas en un latido
y envejecí veinte años por temor a otro rechazo.
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