lunes, 23 de julio de 2018

CRÍTICA A LA PELÍCULA "DRY MARTINA"





Martina en fuga. Mujer transitando la curva final de su tercera década, fémina en crisis: con su profesión (es cantante, pero considera a su madre, también cantante, superior), con sus emociones (manipuladora de hombres, mujer decidida y de armas tomar, su único amor la abandona por una oficinista), con su familia (su madre ya fallecida y su padre en coma), con su actualidad (sola, fané y descangallada). Martina está aburrida de su vida. Seca. Y mujer hipersexuada como es, Martina está caliente, alzada… como su gata.

Una fan suya la persigue hasta su domicilio particular, la acosa noche y día.
Matina se dispone a cantarle las cuarenta verdades martinianas, cuando la fan, chilena ella, le dice que encontró su gata perdida (que se perdió seguramente caminando nocturna por los tejados, caliente). Le dice que se la devolverá a cambio de que escuche lo que tiene por decirle. Martina accede a regañadientes y entonces escucha algo inesperado: la chica le dice que ambas son hermanas, que la madre cantante de Martina tuvo un amorío con el padre novelista de la fan. Chan. Soy tu fan, soy tu hermanita, y aquí estoy…

Martina expulsa a la invasora, la saca carpiendo con su discurso familiar a cuestas, exige la devolución de su gata y, quién se la trae: el bonito novio chileno de la supuesta hermanita trasandina.

Flechazo en el amoroso corazón de Martina. Y tal lo avasallante que es, mujer acostumbrada a tomar el hombre deseado, qué hace?... Sí sí, se lo deglute.
Los mensajeros chilenos se van a su país y Martina decide entonces dejar todo, abandonar sus shows, su mascota, y se dispone martinianamente, al cruce de los Andes. Encuentra al novio de su “hermanita” y se apodera de él.

Para el muchacho no representa más que una relación nueva y extraña y tampoco hay amor en Martina. Más se parece al capricho ó al desafío ó a un escape de la gélida soledad.
Se produce una encuentro con la fan y con el padre escritor, entonces descubre el meollo de la cuestión y descifra en la jóven a una persona alocada y naif, de querible encanto y fragilidad, cosas que la hermanan con ella más profundamente que los lazos de sangre.

Muy interesante trabajo el de Antonella Costa, que construye una Martina audaz y desafiante, sexuada y elegante. Tal vez faltó explorar zonas de fragilidad que habrían dado mayor densidad a su personaje (su relación amor/odio con su madre fallecida y la naturaleza del nexo con su padre en coma).

Bueno el trabajo de Geraldine Neary, que le imprime juego y ternura a su hermanita fan. El film de Che Sandoval, pletórico de peripecias, es una comedia que siempre entretiene, respetando el canon básico del género. 


ELENCO: Antonella Costa, Geraldine Neary, Patricio Contreras, Pedro Costas

GUIÓN: Che Sandoval, Martín Rejtman

FOTOGRAFÍA: Benjamín Echazarreta

DIRECCIÓN: Che Sandoval

ORIGEN: Chile / Argentina (2018)


 Crítica: Gustavo Oviedo        



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