Jean-Pierre Barou: El
Panóptico de Jeremías Bentham es
una obra editada a finales del siglo XVIII que ha permanecido desconocida. Sin
embargo, tú has escrito una serie de frases sobre ella tan sorprendentes como
éstas: “Un acontecimiento en la historia del espíritu humano”, “Una especie de
huevo de Colón en el campo de la política”. Por lo que se refiere a su autor,
el jurista inglés Jeremías Bentham, lo has presentado como el “Fourier de una
sociedad policial”.(1) Para
nosotros es un misterio. Pero, explícanos, cómo has descubierto El Panóptico.
Michel Foucault: Estudiando
los orígenes de la medicina clínica; había pensado hacer un estudio sobre la
arquitectura hospitalaria de la segunda mitad del siglo XVIII, en la época en
la que se desarrolla el gran movimiento de reforma de las instituciones médicas.
Quería saber cómo se había institucionalizado la mirada médica; cómo se había
inscrito realmente en el espacio social; cómo la nueva forma hospitalaria era a
la vez el efecto y el soporte de un nuevo tipo de mirada. Y examinando los
diferentes proyectos arquitectónicos posteriores al segundo incendio del
Hotel-Dieu en 1972 me di cuenta hasta qué punto el problema de la total
visibilidad de los cuerpos, de los individuos, de las cosas, bajo una mirada
centralizada, había sido uno de los principios básicos más constantes. En el
caso de los hospitales este problema presentaba una dificultad suplementaria:
era necesario evitar los contactos, los contagios, la proximidad y los
amontonamientos, asegurando al mismo tiempo la aireación y la circulación del aire;
se trataba a la vez de dividir el espacio y de dejarlo abierto, de asegurar una
vigilancia que fuese global e individualizante al mismo tiempo, separando
cuidadosamente a los individuos que debían ser vigilados. Había pensado durante
mucho tiempo que estos eran problemas propios de la medicina del siglo XVIII y
de sus concepciones teóricas.
Después, estudiando los problemas de la penalidad, he visto que todos los
grandes proyectos de remozamiento de las prisiones (que dicho sea de paso
aparecen un poco más tarde, en la primera mitad del siglo XIX), retornaban al
mismo tema, pero ahora refiriéndose casi siempre a Bentham. Casi no existían
textos ni proyectos acerca de las prisiones en los que no se encontrase el
“invento” de Bentham, es decir, el “panóptico”.
El principio era: en la periferia un edificio circular; en el centro una
torre; ésta aparece atravesada por amplias ventanas que se abren sobre la cara
interior del círculo. El edificio periférico está dividido en celdas, cada una
de las cuales ocupa todo el espesor del edificio. Estas celdas tienen dos
ventanas: una abierta hacia el interior que se corresponde con las ventanas de
la torre; y otra hacia el exterior que deja pasar la luz de un lado al otro de
la celda. Basta pues situar un vigilante en la torre central y encerrar en cada
celda un loco, un enfermo, un condenado, un obrero o un alumno. Mediante el
efecto de contra-luz se pueden captar desde la torre las siluetas prisioneras
en las celdas de la periferia proyectadas y recortadas en la luz. En suma, se
invierte el principio de la mazmorra. La plena luz y la mirada de un vigilante
captan mejor que la sombra que en último término cumplía una función
protectora.
Sorprende constatar que mucho antes que Bentham esta preocupación existía
ya. Parece que uno de los primeros modelos de esta visibilidad aislante había
sido puesto en práctica en la
Escuela militar de París en 1755 en lo referente a los
dormitorios. Cada uno de los alumnos debía disponer de una celda con cristalera
a través de la cual podía ser visto toda la noche sin tener ningún contacto con
sus condiscípulos, ni siquiera con los criados. Existía además un mecanismo muy
complicado con el único fin de que el peluquero pudiese peinar a cada uno de
los pensionistas sin tocarlo físicamente: la cabeza del alumno pasaba a través
de un tragaluz, quedando el cuerpo del otro lado de un tabique de cristales que
permitía ver todo lo que ocurría. Bentham ha contado que fue su hermano el que
visitando la Escuela
militar tuvo la idea del panóptico. El tema de todas formas estaba presente.
Las realizaciones de Claude-Nicolas Ledoux, concretamente la salina que
construye en Arc-et-Senans, se dirigen al mismo efecto de visibilidad, pero con
un elemento suplementario: que exista un punto central que sea el lugar del
ejercicio y, al mismo tiempo, el lugar de registro del saber. De todos modos si
bien la idea del panóptico es anterior a Bentham, será él quien realmente la
formule, y la bautice. El mismo nombre de “panóptico” parece fundamental.
Designa un principio global. Bentham no ha pues simplemente imaginado una
figura arquitectónica destinada a resolver un problema concreto, como el de la
prisión, la escuela o el hospital. Proclama una verdadera invención que él
mismo denomina “huevo de Colón”. Y, en efecto, lo que buscaban los médicos, los
industriales, los educadores y los penalistas, Bentham se lo facilita: ha
encontrado una tecnología de poder específica para resolver los problemas de
vigilancia. Conviene destacar una cosa importante: Bentham ha pensado y dicho
que su procedimiento óptico era la gran innovación para ejercer bien y
fácilmente el poder. De hecho, dicha innovación ha sido ampliamente utilizada
desde finales del siglo XVIII. Sin embargo los procedimientos de poder puestos
en práctica en las sociedades modernas son mucho más numerosos, diversos y
ricos. Sería falso decir que el principio de visibilidad dirige toda la
tecnología de poder desde el siglo XIX.
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