¿Quién soy?
El valor de un símbolo, comparado.
El ser humano distinguido, por ser
incapaz de aquella independencia natural.
El tiempo está después reversiona la historia contada por Calderón de la Barca “La vida es sueño” sita en un castillo, riqueza y un altillo, en lugar de este sótano marcado con cinta como lo dispuso aquí su director Jorge Acebo, en su puesta.
El saludo personalizado de Hilda
Bernard, y el pedido de “apaguen celulares” hace notar cómo no dejaron escapar
detalles. En los detalles existe un nuevo mundo.
Los nombres se mantienen, Basilio,
Segismundo, y Rosaura. Los actores Jorge Diez, Marcela Ruiz, Nicolás Condito,
Mariela Rodríguez y Natalia Pascale, están justos en las acciones. Desbordan
por momentos y vuelven al origen. El grupo circula, y este recorrido de energía
tal vez sea el responsable de que sin darte cuenta quedes metido en la
historia, como un personaje más que sólo observa.
González Catán es el lugar que eligió
para que ésta familia coma en la cocina. Ésta familia de cuatro integrantes,
que casi de manera permanente puja por ser tres.
Cuenta la historia que, ese niño está
encerrado, no se sabe cómo, tampoco qué razón pudo llevarlo hasta allí. Si fue
una excusa. Si fue su destino. Si es su deber el de aprender como la vida
quiere enseñarle. Si es responsable por sus padres. Si sabe quienes son
realmente.
El niño no escuchó nunca el sonido de
su nombre fuera de esas cuatro paredes. Pero al momento no es ya un infantil
hombrecito, ya creció y al cumplir 21 años desató aquella promesa olvidada por
la madre sin nombre y el padre entristecido.
Una hermana boyando ping y pong,
rebotando entre las paredes, yendo a quererlo escondida. Pide saber, pero le
dicen con regalos, parece,
para que no dude.
En esta obra vi divididos a los
actores entre personajes y persona actuando, una línea separa la escena del
tiempo real, y al cruzar el límite, los que no juegan descansan, varían el
vestuario, y miran lo que no están viendo en el tiempo compartido.
Quedan pendientes y en pausa hasta
volver a entrar al escenario.
Las paredes allí no hablan porque no
existen, los ambientes se limitan con cinta, separando la cocina del sótano. Y
la magia después sucede sola, entre ellos y nosotros, entre cosas que se dicen
y se saben por la mitad.
Algo en el aire distrae la mirada de
los padres. Recuerdan. Vuelven, y recuerdan.
Oprime el pecho quizá.
La muerte en vida que nace al decidir
sobre un igual.
El detener el tiempo de la libertad,
exento del poder de cualquier cosa/ persona, la libertad. Nada
entre todo.
Pan y agua.
Si t (tiempo) =0 (cero); sólo se
analiza un punto.
…aquello en un
instante y por completo se vuelve irreal.
¿Lo contemporáneo, entonces, en
nuestro punto de caos debería transmitir alegría, porque necesitamos calma? Tal
vez la calma pueda hacerse presente desde la alerta de lo que nos tensiona.
Termómetro animal – encierro – sexo –
humildad – miedo – aceptación – creernos incapaces.
El impacto de la palabra de autoridad.
Pobreza (¿qué es la pobreza?)
Marginalidad (¿qué es la
marginalidad?).
Los límites, que difieren de los
extremos del poder del dinero.
El pudor.
El otro.
Los maestros disfrutan de una
necesidad que les excede y es la de transmitir.
Una vista que se nos pone enfrente, la
familia desgranándose, lo bueno de todos nosotros lo oscuro, del mismo modo. El
potencial y no hacer. La responsabilidad de saberse cómplices.
Esta pieza exquisita para mi gusto, ya
termina. No está bueno que te la pierdas, no deberían dejar pasar la
oportunidad. No vas a poder irte sin tomar conciencia.
¡Gracias a todos por el momento que me
regalaron el viernes, me emocionó mucho!
Colaboraciones
Crítica realizada por Laura Soledad BeraldiColaboraciones
Voz en off de periodista: Edward
“polaco” Nutkiewicz
Voz en off inicial: Hilda Bernard –
Alejandro Awada
Dramaturgia y dirección: Jorge Acebo
Prensa: Marisol Cambre
Prensa: Marisol Cambre
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