Concluida la
misa el día Domingo, en un pueblo de pocos habitantes, y habiéndose mitigado
cada una de las velas del templo, todas las imágenes religiosas parecieran
cobrar vida e incrementar más dramatismo a la situación.
Dante, un
joven servidor, como monaguillo, ama a su parroquia y al Padre Pedro, pero
desde hace varias noches un sueño lo atormenta, pide al Padre Pedro
fervorosamente, antes de que cierren las puertas de su iglesia, confesarse, el
Padre lo escucha, comienza a sudar, y tiemblan sus manos; Dante nota cierta
intolerancia en el Padre y no entiende que sucede, Dante necesita revelar que
desde hace un tiempo golpea a su mujer, ya no lo puede esconder más. El Padre
suda y le siguen temblando las manos, Dante intenta recordar un sueño que
siempre vuelve que lo recuerda borroso, confuso e impreciso. Terminan la
confesión y el Padre pide a su seguidor que le lleve a lavar todas las
vestiduras eclesiásticas para la misa siguiente.
Dante vuelve,
había recordado el sueño calamitoso, pide confesarse de nuevo, el Padre lo
escucha en silencio, y Dante busca en su mente manifestar con palabras el
sueño. Habla, cuenta que cada noche sueña que el Padre Pedro se dirige hacia la
casa de él, y le hace el amor a su mujer como nunca nadie se lo había hecho
antes, con lágrimas en los ojos, cierta ira y enojo Dante se atreve a decirle
eso al Padre. El Padre perplejo no sabe que decir, le siguen temblando las
manos, Dante saca un arma, apunta al Padre y en medio de toda esa componenda
comienza a desarrollarse una historia, que dejará desconcertado a los
espectadores hasta el punto de no saber con quién empatizar y con quién
sentirnos insensibles, ambos son víctimas de la vida. Uno de un mundo hostil,
rutinario y otro de un mundo que vive de apariencias, de compadecerse, de
disfrazarse de pastor o más bien de cura. En esta espectacular obra ambos
discursos se caen, estos personajes tridimensionales también usan máscaras como
nosotros, las mismas máscaras con las que enfrentamos la sociedad, la vida y el
mundo cada día.
Vale destacar
la dramaturgia de José Ignacio Serralunga que, sin ella, la increíble dirección
de Matías Gómez, las sobresalientes
actuaciones de Jorge Fernández Román y Ricardo Torre esta obra no sería
exquisita y de mi mayor agrado. Por otro lado el vestuario y la
escenografía de Patricia Ramírez Barahona y Javier Parada respectivamente
quien conjugándose nos envuelven en el clima eclesiástico.
Ficha técnico artística
Dramaturgia: José Ignacio Serralunga
Actúan: Jorge Fernández Román, Ricardo Torre
Vestuario: Patricia Ramírez Barahona
Escenografía: Javier Parada
Iluminación: Ricardo Sica
Música original: Lucas Bustamante
Diseño gráfico: Verónica Martorelli, Valentina
Marvaldi
Asistencia general: Julieta Korenman
Prensa: Kazeta Prensa
Producción ejecutiva: Mariana Zarnicki
Dirección: Matías Gómez
Crítica: María Cecilia Durán
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