lunes, 29 de abril de 2019

CRÍTICA A LA OBRA TEATRAL "LA VIDA PUERCA"








 “ ... Hoy anduvo la muerte buscando entre mis libros
alguna cosa. Hoy por la tarde anduvo entre papeles,
averiguando cómo he sido, cómo ha sido mi vida,
cuánto tiempo perdí, cómo escribía cuando había
verduleros que venían de las quintas, cuando tenía
dos novias, un lindo jopo, dos pares de zapatos.
Cuando no había televisión. Ese mundo a los piés,
violento, imbécil, abrumador, esa novela canallesca
escrita por un loco…”
 ( GUITARRA NEGRA - A. Zitarrosa)


Roberto Arlt (1900/1942), hijo de un prusiano y de una austrohúngara, pobre, habitante del barrio porteño de Flores, trabajó como pintor, soldador, mecánico, ayudante en una biblioteca, fabricante de ladrillos, etc. Fue inventor, novelista, dramaturgo y periodista. A los 26 años publicó “El juguete rabioso”, su primera novela. El título original quedó en el camino: La vida puerca.

El adolescente Silvio Astier trabaja como ayudante en una librería, es el chico multiuso: mandadero, limpia las letrinas, ordena los estantes, etc. Con unos amigos (de lo ajeno) entra a robar a la noche. ¿Qué roba? Libros. ¿Y qué portan estos truhanes en una de sus bolsas? Bombas. Libros y bombas. Dos cosas que estallan.

Silvio Astier vive con su madre y su hermana, la muerte de su padre los dejó en la pobreza. Silvio no consigue trabajo y es rechazado, entre otros motivos, porque a él también le repugna el estado de las cosas.
En la librería lo explotan, ingresa a la escuela militar de aviación y sus ideas no son aceptadas allí. Todo el mundo que lo rodea le es hostil y degradado. No debemos olvidar que estamos en los años veinte y ya se aproxima la “década infame”. Su novia lo abandona y todo parece sumirlo en el desencanto. A Silvio Astier solo le queda la rabia y una mirada cínica de la experiencia humana.

El relato avanza a un Silvio ya mayor, que hace corretaje de papel, oficio que le desagrada pero le permite subsistir. Encuentra un viejo amigo de la adolescencia, de sus tiempos de ladronzuelo y anarquista, hoy convertido este amigo en un agente de investigaciones. Silvio reflexiona en las dos caras de una misma moneda.

Entre la cofradía de sus amigos está El Rengo, cuidador de carros en la feria de Flores, que le cuenta su plan para salir de la malaria: robar un dinero importante en la casa del ingeniero Vitri. Allí trabaja una mulata, amante del Rengo. Silvio acepta la empresa y luego en soledad reflexiona en traicionar al Rengo, asunto que concreta hablando con el ingeniero. Rengo y mulata son arrestados y Silvio, en una conversación con el ingeniero Vitri, acepta esta traición  como un sacrificio iniciático para apostar a una nueva vida, en el sur…

Silvio Astier es de la estirpe de los Raskolnikov del mundo; de los Hamlet; de Martín, aquel de “Sobre héroes y tumbas” (Sábato); del Travis Bickle de “Taxi Driver” (Scorsese); del Hermann de “Desesperación” (R. W. Fassbinder). Linaje esperpéntico, submundo de sordidez, fauna infame que Roberto Arlt desplegará en su novelística y su dramaturgia.
“Los lanzallamas” y Los siete locos” son libros filosos, crueles como un cross a la mandíbula.

La adaptación de Alfredo Martín es lúdica y traslada correctamente la densidad del original. La puesta en escena es funcional y permite el despliegue dramático del elenco. Las actuaciones son homogéneas y de interesante elaboración, destacándose Mariano Falcón (como Astier) y Marcelo Bucossi (como Don Gaetano). Escenografía y vestuario son tan elocuentes como sugestivos. Un buen espectáculo ofrece Andamio 90.


ADAPTACIÓN: Alfredo Martín

ELENCO: Mariano Falcón, Marcelo Bucossi, Daniel Goglino, Marcelo Rodríguez, Gustavo Reverdito, Luciana Procaccini, Julián Belleggia, Francisco Ramírez, Rosana López, Angel Blanco, Laura Canteros, Marcos Díaz, Luciana Bava, Martín Portilla D´arcangello, Camila Truyol

VESTUARIO: Jessica Menendez
ESCENOGRAFÍA E ILUMINACIÓN: Fernando Díaz, Marcelo Jaureguiberry
MÚSICA EN VIVO: Quique Sosa
PUESTA EN ESCENA Y DIRECCIÓN: Alfredo Martín
Prensa: Silvina Pizarro



Teatro ANDAMIO 90
SÁBADOS 22.30 HS
Paraná 660  CABA

Crítica: Gustavo Oviedo


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