jueves, 4 de septiembre de 2014

CRÍTICA A LA OBRA TEATRAL "LA REALIDAD" Por SALVADOR PEREZ




La realidad desdobla a la protagonista en dos: Andrómeda, a la que vemos en el escenario, y Luz, a la que vemos a través de una pantalla de comunicación visual y telefónica.

En la mitología griega, Andrómeda fue la rehén de su padre, Cefeo, para calmar la furia de Poseidón. En la obra, parece ser la parte viva, sobreviviente, en contraposición con su hermana, Luz, que agoniza en otra parte del mundo y con quien se comunica por ese medio. Todo el desarrollo de la obra parece ser el conflicto, el tironeo entre dos partes de un mismo ser: Andrómeda, a la inversa que en su destino mítico, es la que aporta humor, ganas, optimismo. Luz, también contradiciendo su nombre, representaría la melancolía, el abandono, el misticismo, la entrega fatalista a la muerte.

A lo largo de la obra, puede surgir la duda de que, en realidad, Andrómeda y Luz sean parte de una misma persona, que se debate entre Eros y Tánatos, entre el amor, la vida, la risa, y la melancolía, la muerte, la derrota.

Para una actriz, parece una oportunidad espléndida de demostrar sus dotes, porque encarnaría a dos personajes tan opuestos. Y debemos decir que Fernanda Orazi no desperdicia esta oportunidad. Su expresividad corporal es notable, y convence, aun en un escenario absolutamente despojado, con una puesta más que escueta.

Y también atrapa la persona que vemos, moribunda, en la pantalla porque, además de su triste y aceptado destino, inspira ternura y, en cierto modo, hace honor al nombre de su personaje, aunque siempre con un velo de tristeza.

Sólo señalaría que se podría sintetizar, hasta cierto punto, el planteo filosófico de la obra, porque de ese modo, ganaría en fuerza expresiva y emotividad.
 
 
 
La Realidad está escrita por Denise Despeyroux  y protagonizada por la actriz argentina radicada en España Fernanda Orazi
 
 
PRENSA: Carolina Reznik
Crítica: Salvador Pérez

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