viernes, 5 de septiembre de 2014

RESEÑA TEATRAL DE LA OBRA DIOS TENÍA ALGO GUARDADO PARA NOSOTROS Por BARBARA BERALDI






Al entrar siento en el aire la sensación de que voy a presenciar algo distinto. Parecida al momento previo de ponerme a pintar, esa sensación de la hoja en blanco, de no saber que va a aparecer de un instante a otro. 

Está todo lleno de luz, blanco, plano. En esta puesta en escena, la escena no está puesta: va tomando forma a medida que  recida a la te nos sentamosnos sentamos a ver qué pasa.

Aparecen tres personajes: Cristal (Bárbara Massó), Mateo (Gonzalo Pastrana) y Dios (Gael Policano Rossi).

Mientras la historia se cuenta, Dios va creando el mundo que los rodea, el de ellos, que está lleno de color y fantasías, que nace cuando se cruzan la simpleza de Mateo y el mundo interior de Cristal.  

Ella escribe, le gusta leer, divagar entre sus pensamientos, a veces dejando espacio en su cabeza para muchas paranoias o prejuicios que manchan todo el amor que ansía sentir. Él, pinta. Es tranquilo, simple, la mayoría de las veces da por sentado las cosas que ve en Cristal y que, para ella son importantes escuchar. Mateo no se las dice, piensa que es obvio para el resto del mundo lo bien que se siente al compartir un rato al lado suyo.

La obra se basa en esas cosas que se dicen, las que no, las miradas que cruzan, las tomadas de mano, los detalles en común que surgen de lo distinto de sus vidas y que de alguna manera encuentran el modo de mezclar. Todo eso que generalmente se extraña mucho más cuando la otra persona no está.


Es muy agradable ver como se va sumando el color por todos lados, dando dimensión, profundidad y espacio en paralelo a la historia que sigue avanzando, porque de repente el guión te atrapó y cuando te querés dar cuenta están ubicados en otro plano que en pocos minutos, salió de la nada. Mejor dicho, salió del rodillo del Dios vestido de negro, que de vez en cuando aparece en escena con un sarcasmo que me hace reír. 

El guión y el color interactúan todo el tiempo. Hay ritmo entre lo que están contando Mateo y Cristal y el color. Cuando aparece la tensión, rojo. En las partes de tristeza, colores fríos. Ensueño o ilusión, verde, amarillo.
Logró sonrisas y que quedemos ahí con ellos hasta el final.

Hay tantos detalles para prestar atención que sin darte cuenta pasa el tiempo y no querés que se termine. Por momentos, hasta la musicalización surge de lo simple.

Las actuaciones son frescas y divertidas a su manera. La escenografía, improvisada, llena de energía. Una obra distinta y muy entretenida para ir a ver los viernes a las 21 hs. en la Casona Iluminada (Corrientes 1979).

Crìtica e ilustraciòn, realizada por Bàrbara Beraldi en acrìlico

Prensa Carolina Reznik

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