viernes, 28 de septiembre de 2018

CRÍTICA A LA OBRA DE TEATRO "EL DESEO ATRAPADO POR LA COLA"





“El público creerá en los sueños del teatro
si los acepta realmente como sueños y
no como copia servil de la realidad, si le permiten
liberar en sí mismo la libertad mágica del
sueño, que solo podrá reconocer impregnada
de crueldad y terror…”

(Antonin Artaud)

Pablo Picasso (1881/1973), el artista plástico malagueño, escribió  este texto en 1941 y en 1944 propició una lectura dramatizada con un elenco singular:

Jean-Paul Sartre, Raymond Queneau, Dora Maar, Albert Camus, Simone de Beauvoir, entre otros.
El escrito destila surrealismo, socarronería por doquier, desparpajo y delicia, despliega unas criaturas bizarras y tiernas. El lugar era París y el tiempo el de la ocupación nazi. Por ende, las ideas, la imaginación, lo lúdico y picaresco, los sueños, era aquello que les permitía a esas personas superar su cotidiano, la horrenda ocupación nazi.

También tenían el deseo, como un globo rojo rebotando sobre sus cabezas y entre sus cuerpos.

Un mozo marroquí, sonriente y mudo, una violinista de azul cabello, una señorita con velo algo loquita, un gordo con gruesa linterna, un hombre en monopatín, unas hermanas siamesas tan desquiciadas...reciben al público y lo invitan a recorrer el pintoresco espacio. Se escuchan discursos en alemán en viejas grabaciones mientras el público espera el inicio del espectáculo, que en realidad ya ha comenzado.

Pinturas. Pequeños y grandes dispositivos. Vegetación. Una vieja y digna casona de principios de siglo XX, de múltiples habitaciones e intrincados recovecos, en suma: un decadente buen gusto.

Picasso escribió este texto como un lienzo, con técnica de collage, episódica, con narrativa impregnada de lo onírico. Las palabras más bien usadas por su sonoridad, su ritmo ó el sentido de un montaje de atracciones.
Una escena ecléctica, con foso y una cama elástica, con puertas laterales e iluminación puntual de un spot. La otra fuente lumínica es una linterna utilizada por algún personaje. Las paredes desnudas y descascaradas como si un bombardeo acosara esa casona y la música (a veces solo sonido) de la violinista azulada que en escena interviene según avanza el relato.
Y el ciervo como espectral sacrificio animal, humano, sobre todos.

El lugar es un hotel o es un burdel o tal vez un hospicio, un campo minado, un suelo blando, un panóptico sensorial, siempre es un lienzo. Un toro bravo ante el público antes de la hecatombe. El deseo vibrante en las entrañas, silba en la cabeza, estruja el corazón.

Unos personajes tan peculiares nos dan muestra de un artista desmesurado y único. Muy ricas y matizadas actuaciones de todo el elenco, con una dirección detallista y creativa.


DRAMATURGIA: Pablo Picasso

ELENCO: Agustín Barbuto, Luisa Cabral, Santiago Cejas, Darío Chiocconi, Natalia Garuti, Melisa Iranzo, Diego Miccige, Hugo Nuñez, Mariela Ponsetti

MÚSICA EN VIVO: Cecilia Tedeschi

ESCENOGRAFÍA y VESTUARIO: Diego Miccige

DIRECCIÓN: Ramiro García Zacarías


Teatro  QUERIDA ELENA
 Sábados  21:30 HS
Pi y  Margall 1124  CABA


Crítica: Gustavo Oviedo




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