Una obra en la que lo real y lo cotidiano se
vuelve profundo e inhabitual. Me pregunto ¿Hasta dónde ha llegado la
insensibilidad humana? ¿Por qué vamos por la vida pendientes a un aparato
electrónico, que si se queda sin batería es como si nos quedáramos sin vida?
Esta obra abre y cierra muchas incógnitas que el espectador se quedará
reflexionando.
Estos actores no solo actúan sino viven el
espacio, viven la obra y abren recuerdos que respiraron ellos mismos, ofrecen
lo que son arriba del escenario, llevan a la palabra sus experiencias, se
conocen e identifican con ellos mismos, con su realidad, con sus
circunstancias, se sanan y se conocen cada vez más. ¿Quién soy yo? ¿Qué somos?
¿Somos por el nombre que no llaman o simplemente somos?
Comienza con muchas personas en la Isla
Descepción, cada uno absorto en su celular y conectado a su realidad virtual,
personas de carne y hueso con problemas, debilidades, anécdotas, defectos y
virtudes. Personas cuadradas, que manejan al cuerpo como si fuera una
estantería o una cajonera, que se culpabilizan y seres libres capaces de
desnudarse, vivir sin durar. Todo tipo personas, casi como la realidad que
vivimos día a día.
Algunos personajes quedaron en el tiempo, con
heridas que aún no pudieron sanar, con recuerdos de su infancia, pero gracias a
la palabra se alivian, gracias a las preguntas se curan.
A medida que transcurre la obra, es inevitable
girar a los espectadores y ver como todos están absortos en cada situación que
surge del espectáculo, pero además me es necesario preguntarme a mí misma,
¿Quién soy?
Es un antes y un después en la vida de cada
espectador porque una se da cuenta que todos pasamos por las mismas miserias,
los mismos problemas, algunos de una manera brutal y otros en menor grado, pero
en definitiva todo somos seres humanos y ya es hora de sacarse las caretas.
Cabe destacar la dirección de Paula Etchebehere,
quien manejo de manera excelente a doce actores en el espacio para que cada uno
tenga su momento de lucidez, y entre todos lograr una obra donde la armonía y
el ritmo son protagónicos. Predomina el manejo de la corporalidad de cada actor
en el escenario y el vestuario de Jennifer Sankovic que acompañó la lucidez del
mismo con esos pilotos que cubrían a los actores de la intemperie de la vida.
Ficha
técnico artística
Autoría:
Paula Etchebehere
Idea:
Paula Etchebehere
Correción de textos: Claudia Groesman
Asistencia de dirección: Julia Agrest
Intérpretes: Gimena Constanza Lucila Dubuisson, Eugenia Florit, Andy Griffiths, Francisca Levin, Milagros
Liteplo, Juan Ignacio Piasentini, Cesar Ramirez, Valentina Riderelli, Isabella
Agustina Sánchez, Lautaro Sosa Ruiz, Celeste Vallejos, Matías Vásquez Odebret
Vestuario: Jennifer
Sankovic
Diseño de
luces: Miguel Coronel
Diseño
sonoro: Jorge Sad
Realización
de escenografia: Guillermo Sosa
Audiovisuales:
Laszlo Renteria, Lautaro Sosa Ruiz
Música
original: Jorge Sad
Fotografía:
Adriana Lestido
Asistencia
de dirección: Gimena Costanza
Diseño de
movimientos: Identikit De Un Cuerpo, Paula Etchebehere
Investigación:
Identikit De Un Cuerpo, Paula Etchebehere
Dirección
general: Paula Etchebehere
Agradecimientos:
Latín Gráfica, Guillermo Jáuregui, Martina Mendoza, Aníbal Ptolomeo, Denise
Rodríguez
Crítica:
Cecilia Durán
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