Bailemos amor de mi vida, en un cine, bailemos hasta
despuntalar al sol. Simplemente bailemos. A bailar al son de la música
flamenca. Ritmo y seducción, hasta que los amantes sean separados por la
muerte, un duelo y el desencuentro. ¿Qué culpa tienen los amantes de desearse?
Parece que toda, acaso uno tiene que amar para toda la vida. En las sociedades
modernas, uno tiene el derecho de rehacer su vida, antaño no. Ahora la vida no
es una tragedia, no es como 1931, época que Federico García Lorca escribe su
magistral obra dramática “Bodas de sangre”. En toda tragedia sabemos que los
protagonistas van a morir de amor, es tan grande el desamor que debatirse a
duelo por ese amor es una moneda corriente. Y quien no puede decir que la vida
no es una tragedia, uno despliega su osadía para seducir y hay recompensa. Aquí
la única recompensa es la muerte, después haber amado. Amar hasta morir a
duelo. El destino de la heroína es quedarse sola, por haber pecado y haber
tenido un amante.
¿Qué es “Bailar la sangre”? Una película que es un
homenaje al teatro, al cine y a la vida. Si bien la obra original es española,
es también un homenaje a la cultura rioplatense. A esa cultura de barrio que
nos atraviesa. Pero lo creativo no es el drama en sí, sino la forma en que se
va tomando conciencia de parte de los actores y actrices con la vida Federico
García Lorca y su obra. Un excelente recurso, muy bien utilizado por sus
directores, Eloísa Tarruella y Gato Martínez Cantó, que le permite desarrollar
la trama con fluidez fílmica. La película destila humildad y aunque uno sabe el
final de la obra que se homenajea, ambos directores te toman de la mano para
transitar esta tragedia. El final no importa, importa la trama del guion,
porque hay entrevistas a prestigiosos intelectuales del teatro. Además te narra
cómo los actores se van involucrando con la obra “Bodas de sangre”, para
alcanzar el dramatismo que logra Federico en su obra. Saura incursionó con esta
tragedia, Eloísa y Gato la superan ampliamente a la versión flamenca de ese
otro director de cine censurado. Y es por los recursos utilizados que hemos
mencionados. Entre la realidad y el baile se desarrolla esta tragedia. Mientras
tanto los personajes van introduciéndose en el mundo de Lorca. Y vaya si lo
consiguen, se sacan chispas.
Tres bailarines en busca de un director, acá
encontraron dos por falta de uno, Jonathan Acosta, Brenda Binachimano y Gastón
Stazzone, son el terceto en cuestión y verlos bailar es un mimo al alma. Para
poner dramatismo ponen a una monumental Mimí Ardú, su actuación está basada en
el teatro clásico y es un juego de contraste genial.
Filmar, producir una película y solventarla
económicamente no es fácil en estos momentos. Y esa osadía de contar una
historia está en el film, todo comienza con la ocupación de una fábrica
recuperada. Y hacer cine hoy en día se conjuga con la osadía de estos
directores que buscan pantalla en la ciudad.
Salí del cine bailando flamenco y
me perdí en esta ciudad que al Gato y a Eloísa los hizo feliz.
Gran jugada, ya
que películas de baile no son moneda corriente por estos lugares.
Ficha técnica
Título: Bailar la sangre
Género: Documental de creación / Danza
flamenco
Idioma: Castellano
Argentina – 2019
Formato: DCP Color
Guión y Dirección
Gato Martínez Cantó
Eloísa Tarruella
Elenco (por orden alfabético)
Jonathan Acosta (novio)
Brenda Bianchimano (novia)
Gastón Stazzone (Leonardo)
Con la participación especial de Mimí Ardú
(madre)
Producción ejecutiva: Gato Martínez Cantó
Dirección de fotografía: Patricia Batlle
Coreografía: Eva
Iglesias
Montaje: Omar
Neri
Música original: Flor Albarracín y Juan Matías Tarruella
Asistencia de dirección: Florencia Orce
Vestuario: Soledad
Gaspari
Dirección de sonido: Lucho Corti
Ingeniero de sonido: Leonardo Ferraro
Diseño gráfico: Juan Reato
Foto fija: Trigo
– Gerardi
Prensa: Ana
Quiroga
Crítica: José Marina
Sabado 8, domingo 9, martes 11 y miércoles 12 de junio cine Gaumont
Sala 1 a las 19:15 hs
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