Flanelle,
me extraña que hoy no haya venido Teodoro Adorno. ¿Te acordás de aquella tarde,
cuando entró por la terraza? No era más grande que un control remoto. Investigó
todo a conciencia. Punta talón, punta talón, como un bailarín, caminaba hasta
que se sentó, nos miró y con firmeza dijo ¡miau! Te pegaste al piso, mirándolo
con recelo pero el tiempo pasa y consentiste en familiarizar. Yo, hombre tosco,
interpretaba por tus glicerinados, tenues y complejos mensajes que lo querías
como visitante. Sos la dueña de casa. He accedido, como fiel mayordomo, a que
sólo tome la leche y duerma en el balcón. ¿Pero…si se queda? Total, ninguno
parece alterar su vida por el otro, aunque a veces rocen sus hocicos, se tiren
de costado y jueguen, agitando las patas. Así, los tres compartiremos los días
brumosos, la leche servida, los arrumacos, mis libros, y vos y yo no estaremos
pensando si se habrá perdido.
Ilustración: Gerald Rodríguez
* Este texto fue seleccionado para ser publicado en un libro de homenaje a Cortázar.
* Este texto fue seleccionado para ser publicado en un libro de homenaje a Cortázar.
Hermoso! muy tierno!
ResponderEliminarHERMOSO SILVIA!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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