Casi en la esquina de México y San
José, se puede ver asomar la entrada al teatro Calibán. Ya al haber pasado la
puerta se extiende un pasillo antiguo, y esas escaleras de mármol que suelen
tener olores a historia. Bien al fondo está el portón amarillo que anuncia
“CALIBAN”, al entrar, un lugar muy grande, reciclado, alberga la disposición
para que el teatro te abrigue.
Partida Real es una historia de 5 loquis
que están internados en un hospital, y piensan en lo que puede ser la vida
afuera. Se quieren escapar, pero la autoridad dentro de un hospital, no parece
tan animada como afuera.
Un paredón platinado, y una escalera
que los invita a cruzar de lado.
Cada personaje se destaca en su
límite, y un cuerpo hecho de goma espuma y tela decapitado, espera, en el
centro de la escena.
Los desbordados bailan, corren,
gritan, repiten, y se acercan al cuerpo mitad hecho, como si se acercaran a
algún Dios, o a algún receptor de todo eso que quieren decir. Llevando sobre
sus hombros cada cual, su particularidad entregan la razón de la propia lógica
desigual a la espera de algún “otro” que comparta su compasión.
Quizá este cuerpo sin la cabeza bien
puesta pueda confiar mas en ellos que las personas que los marginan por imponer
su mundo fantástico por sobre el real.
Partida afuera, partida adentro,
cartas de truco vuelan, cigarrillos se pasan y las risas siguen brotando.
Esto es un drama. Pero sí que se ríen.
De pronto otro cuadro.
Uno de los internados, el que parecía
más contento de todos (seguramente por sus ojos a medio abrir, su sonrisa
permanente, su ternura filosa) de pronto
se aparta. Se sienta en la mesa, y enciende el televisor.
Un partido de fútbol. Un documental de
monos.
Un partido de fútbol. Un documental de
monos.
Un partido de fútbol. En el amor, son
once jugadores.
Once.
Y para comer, en esta casa, la cena
tiene horario.
Él mira la tele, la mujer que aparece
trata de llamar su atención. Si no activa, “en 48 horas se la pone otro”.
Y aparece el otro. Y el otro quiere un
nombre. Y trata de ponerla, y no puede porque ella tiene muchas ganas. Y de
pronto el hombre se levanta y pregunta.
¿Y que pasa si yo…?
Y luego entra la hija. Y le dice que es
hermoso. Y luego las pastillas. Y el hombre, que mira
Fantasía
Él mira la tele, la mujer que aparece trata de llamar su atención. Si no activa, “en 48 horas se la pone otro”.
Y aparece el otro. Y el otro quiere un
nombre. Y trata de ponerla, y no puede porque ella tiene muchas ganas. Y de
pronto el hombre se levanta y pregunta.
¿Y que pasa si yo…?
Y luego entra la hija. Y le dice que es
hermoso. Y luego las pastillas. Y el hombre, que mira, entristecido.
Tiempo
Él mira la tele, la mujer que aparece trata de llamar su atención. Si no activa, “en 48 horas se la pone otro”.
Y aparece el otro. Y el otro quiere un
nombre. Y trata de ponerla, y no puede porque ella tiene muchas ganas. Y de
pronto el hombre se levanta y pregunta.
¿Y que pasa si yo…?
Y luego entra la hija. Y le dice que es
hermoso. Y luego las pastillas. Y el hombre, que mira, cada vez más triste.
Realidad
Las palabras son capaces de construir
un mundo de reglas íntimas, permanente hasta el día en que se pone en duda -si
la salud ilumina- su veracidad; renovando así el mutuo acuerdo entre nuestro
cuerpo y nuestro espíritu.
Son capaces de atarnos a nosotros
mismos, más aún cuando la impotencia se lleva prendida al aparecer, por
completo, la fe.
Nunca puede perderse la fe, la fe no
se elige. Y cuando ésta, exige caminar un sendero que está prohibido por todo sentido
común, la fe llora, con el hombre que presenciaba la escena en repetición.
Me gusta como jugaron con el espacio,
y el trabajo de los actores estuvo muy bien.
Es una pieza que camina la cornisa de
lo que no se puede hacer, algunos momentos son fuertes, y la historia está
fragmentada y dispersa, justamente la realidad y lo que no condice bailan una
mezcla constante, y la confusión se vuelve parte también del afuera. Aturdida
un poco, ésta obra sigue enviando mensajes sublimados (¡qué ganas de decir
subliminales!) aún pasados uno, dos, un par de días.
Once al terminar.
¿Creer o reventar?
Dirigida por Juan Washington Felice Astorga.
Actuan:Luis Flores, Veronica Oris de Roa, Rita Miranda, Ezequiel Gomez, Agustin Dieguez,Mariana Di Nucci, Claudio Barraza, Diego Diaz y Valeria Re.
domingos a las 19 hrs Teatro CALIBAN México 1428
Crítica realizada por Laura Beraldi
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