La ventolera
Silba el viento dentro de mí.
Estoy desnudo. Dueńo de nada,
dueńo de nadie, ni siquiera dueńo
de mis certezas, soy mi cara
en el viento, a contraviento, y
soy el viento que me golpea la
cara.
La
televisión/2
La televisión, muestra lo que ocurre?
En nuestros países, la televisión
muestra lo que ella quiere que
ocurra; y nada ocurre si la
televisión no lo muestra.
La televisión, esa última luz que
te salva de la soledad y de la noche,
es la realidad. Porque la vida es
un espectáculo: a los que se portan
bien, el sistema les promete un
cómodo asiento.
La dignidad del arte
Yo escribo para quienes no pueden
leerme. Los de abajo, los
que esperan desde hace siglos en
la cola de la historia, no
saben leer o no tienen con qué.
Cuando me viene el desánimo, me
hace bien recordar una lección
de dignidad del arte que recibí
hace ańos, en un teatro de Asís, en
Italia. Habíamos ido con Helena a
ver un espectáculo de pantomima,
y no había nadie. Ella y yo
éramos los únicos espectadores. Cuando
se apagó la luz, se nos sumaron
el acomodador y la boletera. Y, sin
embargo, los actores, más
numerosos que el público, trabajaron
aquella noche como si estuvieran
viviendo la gloria de un estreno a
sala repleta. Hicieron su tarea
entregándose enteros, con todo, con
alma y vida; y fue una maravilla.
Nuestros aplausos retumbaron en
la soledad de la sala. Nosotros
aplaudimos hasta despellejarnos
las manos.
La cultura del terror/7
El colonialismo visible te mutila
sin disimulo: te prohibe decir, te
prohibe hacer, te prohibe ser. El
colonialismo invisible, en
cambio, te convence de que la
servidumbre es tu destino y la
impotencia tu naturaleza: te
convence de que no se puede decir, no
se puede hacer, no se puede ser.
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