Nuestras deudas más arcaicas
Reseña de Soy Sonia de Gastón Diaz.
Un proyector, una actriz, y
un laberinto de palabras. Solamente con esos recursos, ingresamos en un
universo de signos que nos hará extraviar por dolores familiares para todxs: la
inminente muerte del padre es colocada sobre la mesa, y somos interpelados a
abandonar cualquier tipo de confort. Por este drama compartido es que existen
tantos dobles de la obra como padres fabulados en la sala. Cada espectador(x)
es invitadx a ver lo que quiera ver, orientadx por las acciones de Sonia, el
proyector, y el padre imaginario con el que cada unx lidia día a día. Los
dolores y reproches que afloran son alojados y asimilados por nuestro ojo en el
nombre de nuestra biografía personal.
Esto se logra solamente por
la ausencia que organiza toda la obra. El padre jamás está. Es más: Sonia nos
mira a nosotrxs cuando le habla. Papá está fuera de escena, en la “cuarta
pared”, ajeno al pacto ficcional, en los límites de lo real. No hay padre, y
esto estructura todo el relato. Hamlet sabía del tema: papá, para instituirse
como tal y poder hacer incisión en la carne, necesita desaparecer, reducirse a
la figura del fantasma. Asimismo, nunca vemos a Edipo matar a Layo, sino que
nos enteramos de ello por testimonios fragmentados que nos llegan de a dobles.
Por todos lados, el padre es huella, rastro, ausencia. El psicoanálisis es muy
sabio en estas cuestiones: papá debe reducirse a una metáfora, ser “nombre del
padre” para poder estructurar la cadena de significantes que nos hace acceder a
lo simbólico. Siempre signo de otra cosa: como un proyector que aporta fotos y
luz, haciendo las veces de huella-de-huella, signo de signo. Y aquí, como
excusa para que Sonia se narre a sí misma; “me estoy convirtiendo en hija”.
Ella sostiene la situación. Toda su expresión oscila entre el desgarro y
la alegría impostada. Construye una sonrisa que a la vez nos cuenta lo mucho
que le está costando ofrecerla. Sus aventuras sexuales, laborales y afectivas
dan testimonio de ello y le otorgan ritmo al relato. Remar contra toda
corriente. Pero mantener siempre la compostura. Sostener con alfileres hasta el
último momento esa sonrisa, aunque ya todos en la sala queramos que se pueda
dar el lujo de explotar, enojarse, llorar y maldecir. Este malabar llega a su
punto culmine en el llanto histérico mezclado con risa (logrado
maravillosamente) que nos muestra sin anestesia la angustia acumulada.
La ausencia del padre
también habilita la comunicación. Sonia advierte estar pudiendo hablar ahora
más que en toda su vida. El silencio funciona como plataforma, posibilidad,
nuevo flujo. La muerte de papá es la chance para autorizarse a unxmismx a tomar
la palabra y finalmente, decir. Adueñarse de unx, de nuestros signos y
sentidos, para al final descubrir lo rehenes que estamos de cualquier manera;
por más que patalee contra ello, veremos cómo Sonia seguirá cayendo una y otra
vez en las trampas que la llevan al auto-boicot.
Todo esto ofrece Soy Sonia. Se
suma a esta línea milenaria que busca ponerle palabras y elaborar la Muerte del
Padre. Hay que tener agallas para intervenir esta biblioteca interminable, pero
el dramaturgo sortea el desafío con altura. Vemos marcas propias de su estilo:
no explicar de más, no facilitar información al espectador, dejar la acción
abierta, descarnada, en virtud de permitir que cada Padre-Fantasma en la sala
complete los datos. Por eso, cada ojo podrá elegir su versión favorita de la
historia, no inocente de los propios dolores. Soy Sonia nos conecta con la
falta en virtud de que podamos ponerla sobre la mesa, y quizás, sanar un
poquito nuestras deudas más arcaicas.
Crítica:
José Ignacio Scasserra
José Ignacio Scasserra es
profesor de enseñanza superior y media en filosofía. Se dedica a la
investigación (CONICET) y a la docencia en la Universidad de Buenos Aires.
Asimismo, se desempeña como profesor en el bachillerato popular “Maderera
Córdoba” y desarrolla talleres de pensamiento en espacios culturales de forma
independiente.
Funciones: sábados 21 hs. (17, 24 y 31 de agosto, y sábado 7
de septiembre)
Lugar: Espacio Sísmico (Lavalleja 960, CABA)
Entradas: $250 | Descuento jubilados y estudiantes: $200 | alternativateatral
Duración: 60 min.
Facebook: @soysoniateatro
Instagram: @soy_soniateatro
Ficha técnica:
Actriz: Virginia Pezzutti
Vestuario y Maquillaje: Laura Lucca
Ilustración: Juan Francisco Montefiori
Gráfica y Diapositivas: Agustín Colli
Diseño de luces: Romina La Cruz
Prensa: Octavia Comunicación
Producción: Espacio Sísmico, Liebre de Marzo, El semillero producción y gestión
Asistente de dirección: Alejandro Guerscovich
Texto y dirección: Gastón Díaz
Lugar: Espacio Sísmico (Lavalleja 960, CABA)
Entradas: $250 | Descuento jubilados y estudiantes: $200 | alternativateatral
Duración: 60 min.
Facebook: @soysoniateatro
Instagram: @soy_soniateatro
Ficha técnica:
Actriz: Virginia Pezzutti
Vestuario y Maquillaje: Laura Lucca
Ilustración: Juan Francisco Montefiori
Gráfica y Diapositivas: Agustín Colli
Diseño de luces: Romina La Cruz
Prensa: Octavia Comunicación
Producción: Espacio Sísmico, Liebre de Marzo, El semillero producción y gestión
Asistente de dirección: Alejandro Guerscovich
Texto y dirección: Gastón Díaz
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