Matías Feldman y Santiago Gobernori
tomaron el clásico Hamlet y le dieron arranque hacia un balneario en Argentina.
En lugar de Dinamarca, el dramón
(convertido en comedia algo trágica) sucedía en una playa. Con mallas,
guitarra, shorcito marihuana y vino.
Los personajes se transformaron
manteniendo los vínculos y la trama de la dramaturgia original, algunas
imágenes, escenas y diálogos fueron puntuales.
Cada director deja un halo de su estilo
al percibir como así también al transmitir la percepción; en el caso
bravardiano, toques delimitan la esencia un poco de lo que es el lugar en sí
mismo.
El zigzag de gusto entre Matías y
Santiago, junto a la colaboración de los alumnos y de Carina Kosel, hicieron un
túnel de tiempo y arrastraron todo este embrollo a la modernidad de un verano
en la playita.
Hamlet padre aparece borracho,
golpeando puertas.
Hamlet (hijo) irrumpe con su guitarra,
desplegando una canción que extiende una espera con suspenso. Ofelia está re
loca y excitada. Fortimbrás es una mujer.
Gertrudis sigue sin querer ver y Claudio
irritante, Polonio con sumisión camina y se esconde junto al nabo de Laertes
que pasa la posta al que sigue y así se extiende la historia de Hamlet hacia
este nuevo grupo, como una alfombra desenrollándose o el mar que les llega a
los pies.
Los actores entran y salen por las
puertas que brinda la sala, está buenísimo cómo corren van y vienen y mechan
con la música los momentos que quieren detener.
Las voces altas, claras en los
diálogos y cuando cantan (en ciertos momentos) también están muy bien. Llevando
rastros de danza al moverse, las imágenes se presentan con ángulos que se
mantienen, levitan y caen. Es una mezcla especial.
Las posturas e impostación de la voz,
las cejas, el pecho inflado, el chancleteo, el estruendo del portazo, la música
helada, la mirada en 360, el baño detrás de escena.
La escenografía es el lugar mismo y
las butacas se diagraman en “u”. La iluminación no tuvo un papel
principal ya que lo que resaltó fue la estructura del diálogo y de las
actuaciones, de cómo el texto pasaba de la cosa al cuerpo del cuerpo a la cosa
y de persona en persona. Muy divertida por momentos, ocurrente y un tanto
informal.
Algunas escenas no tuvieron que ver
con la historia en principio y allí es donde se vieron estos rasgos del montaje
mutante.
La entrada está 50 pesos y te dan una copa de vino, te podes sentar, compartir un rato, y así distendido después de mirarte
este lindo culebrón, irte pensando y además sentirte liviano porque después de reírte
el cuerpo te queda contento.
Una ola de aplausos para estos chicos
que se dedicaron mucho a cuidar detalles y a disfrutar. Gracias por la buena
onda, por la energía del lugar y por mostrar una visión diferente del Hamlet de
tradición.
Crítica realizada por Laura Beraldi
Todos los sábados a las 23hs
Club de Teatro Defensores de Bravard - Bravard 1178 (C.A.B.A)
Reservas: quieroverhamlet@gmail.com
Actúan: Marcelo Buono, Federico Gallera, Mai García Hervás, Manuel Guirao, Gustavo Napoli, Leandro Orellano, Rodrigo Paredes, Flor Piterman, Cumelén Sanz, Giselle Scardilli y Dafne Schilling.
Dramaturgia: Leandro Orellano.
Supervisión dramatúrgica y dirección: Matías Feldman y Santiago Gobernori.
Todos los sábados a las 23hs
Club de Teatro Defensores de Bravard - Bravard 1178 (C.A.B.A)
Reservas: quieroverhamlet@gmail.com
Actúan: Marcelo Buono, Federico Gallera, Mai García Hervás, Manuel Guirao, Gustavo Napoli, Leandro Orellano, Rodrigo Paredes, Flor Piterman, Cumelén Sanz, Giselle Scardilli y Dafne Schilling.
Dramaturgia: Leandro Orellano.
Supervisión dramatúrgica y dirección: Matías Feldman y Santiago Gobernori.
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